El Plan Nuclear Boliviano, con el sello de la Argentina

Por Gabriel De Paula. En U-238 Septiembre 13

Con el apoyo estratégico de la Argentina, Bolivia inicia su recorrido por el camino del desarrollo nuclear. Para ello, ha suscripto acuerdos con el gobierno nacional de complementación y cooperación energética, los cuales le permitirán al país andino impulsar nuevos sectores productivos e institucionalizar el desarrollo nuclear, para convertirlo en verdadera política de Estado. El papel protagónico que jugará la Argentina en este proceso la ubica como referente nuclear en la región y afianza, una vez más, su posición no proliferante y pacífica.

En mayo de 2013, Bolivia recibió una comitiva encabezada por el ministro de Planificación Julio De Vido, en el marco de la cual ambos países acercaron posiciones para suscribir acuerdos de complementación y cooperación energética (convencionales y alternativas), entre los cuales está el desarrollo de energía nuclear. De esta forma, Argentina se presenta como un socio estratégico para el avance del Plan Nuclear Boliviano.

El antecedente de las relaciones nucleares entre ambos países se retrotrae a 1970, año en que se firma el “Acuerdo de Cooperación de los Usos Pacíficos de Energía Nuclear entre la República Argentina y la República de Bolivia”. Los compromisos actuales apuntan a operativizar algunos de los objetivos generales que planteaba ese Acuerdo, trabajando en campos concretos como las aplicaciones médicas, tecnologías en alimentos, usos en la agricultura o el medio ambiente, por nombrar algunos de los elementos a partir de los cuales se desarrollarán cadenas de valor, y se invertirá en innovación, inversión y desarrollo en nuevos sectores.

El Ministro De Vido manifestó desde La Paz que Argentina va a “trabajar muy fuerte” con el vecino país para que pueda avanzar “en la elaboración de un plan soberano autónomo” y “para que Bolivia pueda arrancar su plan nuclear sin tener que pasar por las vicisitudes que pasó Argentina en los últimos 60 años”. Agregó que es intención de nuestro país “hacerlos partícipes a través de la formación de cuadros técnicos y profesionales de todos los adelantos que tenemos en materia nuclear”.

En definitiva, a partir de este acuerdo se va a impulsar el Plan Nuclear Boliviano, desarrollando capacidades para el país y generando nuevos bienes estatales, en cuyo diseño y gestión Argentina va a tener un papel protagónico en la transferencia de conocimiento y tecnología.

Como afirmamos en repetidas ocasiones, este tipo de acuerdos de cooperación consolidan la posición de Argentina como país nuclear, a partir de demostrar la responsabilidad y la observancia de los regímenes internacionales de no proliferación y usos pacíficos de la energía nuclear.

El Plan Nuclear Boliviano

Actualmente Bolivia cuenta con una incipiente planificación de actividades nucleares, encabezadas por el Instituto Boliviano de Ciencia y Tecnología Nuclear (IBTEN). Este instituto es el organismo encargado de coordinar las actividades de la “Red Nacional de Energía Nuclear” dependiente del Viceministerio de Ciencia y Tecnología. Esta red tiene el objetivo de promover la investigación científica y tecnológica en el área nuclear y coordinar actividades con entidades estatales y privadas en el uso de la energía nuclear con fines pacíficos. Entre los programas de la Red, pueden destacarse: la medicina y sus aplicaciones (diagnóstico de enfermedades, tratamiento del cáncer y otras enfermedades, incorporación e investigación de nuevas técnicas y formación de recursos humanos); la contaminación ambiental radiactiva (radioecología, contaminación por gas Radón en las minas, monitoreo de la calidad de las aguas) y la producción de radioisótopos (Reactor Nuclear de Investigación, acelerador de iones pesados, ciclotrón, formación de recursos humanos).

La Red agrupa unas once instituciones, entre universidades públicas y privadas, institutos de investigación y centros de servicios. También se destaca la participación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) de Argentina, la cual ha brindado apoyo en lo que respecta al acceso a información sobre cursos, seminarios y foros vinculados a las aplicaciones de la energía nuclear.

El diseño del Plan Nuclear contempla algunos aspectos básicos: la institucionalización para dotar de un marco normativo y determinar procedimientos, el desarrollo tecnológico y la capacitación. La institucionalización implica la creación de organismos que rijan la política nuclear, la concentración de entidades de control de actividades, el diseño de protocolos de autorización y articulación de planes, la creación de normas de la responsabilidad de seguridad en instalaciones, etc. Además del control interno, es importante considerar que, dada la sensibilidad de las actividades relacionadas a la energía nuclear, el desarrollo tecnológico debe estar sustentado en un esquema organizacional que esté en capacidad de dar respuesta a las instancias de control internacional.

En cuanto a la capacitación, se anunció recientemente que cinco becarios cursarán las maestrías en Ingeniería Nuclear y Física Médica en el Instituto Balseiro. Este primer paso está orientado hacia dos objetivos: la capacitación de formadores y la continuidad en el desarrollo de la medicina nuclear. El primer objetivo forma parte de la estrategia integral de generar cadenas de valor en el sector nuclear, multiplicando esfuerzos y transfiriendo, a partir de nuevas generaciones de profesionales, el conocimiento adquirido. Es decir, que quienes se capaciten en esta primera instancia tendrán la responsabilidad de contribuir en la formación y difusión científica en Bolivia. Respecto de la medicina nuclear, el propósito es ampliar las capacidades de este tipo de aplicaciones que tienen un alto y positivo impacto social.

En cuanto a la generación de energía nucleoeléctrica, el titular de la cartera de Hidrocarburos, Juan José Sosa, afirmó que en el marco del Plan Nuclear está prevista la construcción de reactores nucleares, lo cual tiene un horizonte mínimo para su puesta en marcha de 15 años como mínimo, según el ministro.

Puesto en contexto, el Plan Nuclear está en línea con los desafíos de Bolivia en materia energética del mediano plazo. En el cierre del III Congreso Internacional Gas y Petróleo, organizado por YPFB, el presidente de la empresa energética estatal, Carlos Villegas, dijo que su país tiene dos retos: la exploración y el sector petroquímico. “La nacionalización de los hidrocarburos implica un conjunto de objetivos como país: por una parte, ampliar la capacidad de producción y exportación, sumado a tener una actitud regulatoria en términos del uso de las reservas para cubrir tanto el mercado interno como los compromisos de exportación; diversificar mercados y precautelar precios de venta de gas natural y de petróleo”.

En definitiva, la decisión del gobierno boliviano de impulsar una estrategia de I+D (Inversión y Desarrollo) en energía nucleoeléctrica tiene que ver con una visión de largo plazo orientada a diversificar la matriz energética y sumar herramientas que hagan más eficiente al sector hidrocarburífero. El primer elemento, diversificación de la matriz, se explica a partir de la inversión en seguridad energética para evitar una curva descendente en el largo plazo, producto de mantener un modelo de generación energética basado en un recurso escaso globalmente (aunque en Bolivia sea abundante), como lo son el gas y el petróleo. En segundo lugar, el uso de radioisótopos en la industria hidrocarburífera, utilizados en la prospección de pozos o la recuperación secundaria de petróleo, permiten una explotación más eficiente de este recurso natural estratégico. Asimismo, las aplicaciones nucleares para la industria petroquímica abren posibilidades para agregar valor a las cadenas productivas de los derivados del petróleo.

El papel de la Argentina

La cooperación en materia nuclear entre Argentina y Bolivia se remonta a 1970, cuando se firma el “Acuerdo de Cooperación en el Campo de los Usos Pacíficos de Energía Nuclear”. Este acuerdo, de alcance amplio, incluía la investigación fundamental y aplicada; estudios sobre materias primas nucleares en los campos geológico, minero, químico y metalúrgico; producción y aplicaciones de radioisótopos de aplicación en la biología, medicina, industria y agricultura; protección sanitaria; intercambio de personal e información; formación y perfeccionamiento de personal técnico y profesional; uso recíproco de equipos e instalaciones; intercambio de equipos, minerales, materias primas, materiales fisionables y materiales irradiados; estudios relativos a la producción de energía nuclear; y la coordinación de políticas.

En diálogo con el licenciado Facundo Deluchi, Gerente de Relaciones Institucionales de la CNEA, pudimos constatar que buena parte de esos objetivos tienen continuidad en la actualidad. Además, dado que Argentina es un país nuclear posicionado internacionalmente, se hizo evidente el rol del país en el desarrollo regional y el compromiso en los principios de no proliferación y uso pacífico de la energía nuclear.

Una de las cuestiones que destaca Deluchi es la formación de cuadros técnicos en el desarrollo de toda la cadena productiva relacionada a la energía nuclear, la cual se inicia con los cinco profesionales que vinieron a capacitarse en el Instituto Balseiro.

La relación bilateral se va materializando en función de la propuesta de un cronograma de actividades que operativiza el acuerdo. Es así que, en oportunidad de la reunión que mantuvieron los Ministros de Planificación de Argentina, Julio De Vido, y de Hidrocarburos de Bolivia, Juan Sosa, se avanzó en ese sentido. En el mismo marco de cooperación, autoridades y técnicos del sector nuclear boliviano estuvieron en Argentina visitando las instalaciones de los centros atómicos, centrales nucleares y de la CNEA.

La integración regional como marco del acuerdo

Este tipo de acuerdos sólo son posibles en sistemas de cooperación e integración en los cuales los países se relacionan en varios campos. Si bien Argentina ha realizado ventas “llave en mano” de tecnología nuclear, como el caso del reactor australiano OPAL (Open Pool Australian Light Water Reactor) en el año 2000, lo hizo en el marco general de una operación comercial. Pero en el caso de

Bolivia es diferente, como hemos visto a través de las declaraciones de los responsables políticos de ambos países, Argentina va a participar en el proceso de desarrollo integral del Plan Nuclear Boliviano.

Como veníamos diciendo, los marcos institucionales y políticos de la región habilitan la integración de procesos en varios niveles y componentes de la actividad productiva y científico-tecnológica. En este sentido, UNASUR plantea una integración en el nivel más alto de toma de decisiones, discutiendo y acordando sobre políticas estratégicas para la región. En el caso del MERCOSUR, se sigue apostando al fortalecimiento a pesar de sus vaivenes económico-comerciales, y próximamente se empezará a trabajar en la inclusión de Bolivia como miembro pleno. La misma apreciación vale para el Banco del Sur, una fuente de crédito y financiamiento que plantea independencia ante los órganos financieros internacionales como el FMI o el Banco Mundial.

En la misma dinámica de los procesos de integración regional, debemos anotar la relación bilateral entre ambos países, en la cual la cooperación nuclear se inscribe de forma paralela en acuerdos más amplios de complementación energética. Recordemos que Bolivia es un importante proveedor de gas natural en la matriz energética argentina; Un claro ejemplo es la ampliación del Gasoducto de integración Juana Azurduy, el segundo de clase mundial en Bolivia, el cual fue proyectado para multiplicar por cuatro el volumen de exportaciones a la Argentina hacia 2015. Como dato de interés, el gasoducto implica una obra de ingeniería que se extiende por 43 km, 13 km en territorio boliviano y 30 km del lado argentino.

Finalmente, es posible afirmar que en algunos escenarios, la geopolítica y el poder se combinan en lógicas diferentes a la de la competencia y el conflicto. El desarrollo nuclear en Irán o la constante amenaza de Corea del Norte frente al occidente euroatlántico son parte de esa lógica. En América del Sur, la ecuación del desarrollo nuclear estaría sesgada por otros componentes: la geopolítica de la integración y la política de interdependencia, en lugar de la fragmentación y la política de poder de suma cero.

A partir de este escenario es posible decodificar el fondo de los acuerdos en materia nuclear. Por un lado, son específicos en los objetivos de la cooperación nuclear, comprometiendo transferencia de tecnología, capacitación, administración de recursos y asistencia legal y, por otro lado, plantean para los distintos campos de la relación bilateral un abordaje político que redunda en beneficios para ambos países, lo cual, de forma tangencial, también contribuye a la consolidación de los procesos de integración regional.