Entrevista a Ana María Monti, Directora del Instituto de Tecnología Jorge Sabato

En U-238 Octubre/12.

Ana María Monti es Doctora en Física de la Universidad Nacional de la Plata. Ingresó al Departamento Materiales de la CNEA en 1974 para dedicarse al estudio de los defectos microestructurales en redes cristalinas y, posteriormente, dirigir el grupo Teoría de Defectos y Mecánica del Continuo de dicho departamento. Desde 2007 es decana del Instituto de Tecnología Jorge Sabato, perteneciente a la CNEA y a la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). En una entrevista exclusiva para U-238, Monti repasa la historia del Instituto y aborda sus principales actividades académicas.

 

¿Qué distingue al Instituto Sabato del resto de los institutos de la CNEA?

Hay distinciones y también parecidos. Los tres institutos (Balseiro, Sabato y Dan Beninson) resultan de convenios de la CNEA con alguna universidad. En el caso de nuestro instituto, así como en el del Dan Beninson, el convenio es con la Universidad Nacional de San Martín. Nuestro Instituto nació hace 19 años y lleva el nombre de Jorge Alberto Sabato. En él, nos dedicamos a la ciencia y la tecnología aplicada a todo tipo de materiales y también a la investigación en física.

 

¿Qué importancia tienen los materiales en el área nuclear?

Tienen una importancia fundamental y esto, a su vez, tiene mucho que ver con la historia del Instituto. A fines de 1955, la CNEA designó a Jorge Sabato como asesor y le encargó la organización de la División Metalurgia. En ese entonces Sabato era profesor de física de escuela secundaria y en años previos había organizado el Laboratorio de Investigación y Desarrollo de la firma Guillermo Decker, productora de metales y aleaciones no ferrosas. Pero Sabato se encontró con que en esos tiempos no había formación académica en Argentina en el área de la metalurgia; comprendió que para crear esa División Metalurgia no tenía metalurgistas. Fue así como decidió convocar a un grupo de jóvenes —que yo siempre digo que son nuestros próceres— que venían de distintas ramas: había ingenieros químicos, civiles, un aeronáutico y licenciados en química. Con ellos creó la División Metalurgia, cuyos objetivos fueron hacer los elementos combustibles para el primer reactor experimental de Argentina, el RA1, e instituir la metalurgia como disciplina académica en el país. Y para afrontar el desafío, como él era un autodidacta, comenzó a brindar sus conocimientos a ese primer grupo además de convocar a los mejores expertos internacionales para que lo capaciten. Esa tarea de formación continuó año tras año y la División Metalurgia se fue nutriendo de más y más profesionales.

 

¿Finalmente lograron desarrollar los combustibles para el RA1?

Sí. Ese primer grupo y algunos de los que ingresaron después, lograron desarrollar los combustibles. Lograron hacer metalurgia nuclear de primer nivel a muy pocos años de haber partido de la nada, “sin saber nada”, como dice Sabato en sus memorias. Realmente, fue un ejemplo de entusiasmo. Además, Sabato encaró esa tarea de formación de gente con un criterio muy amplio. Él opinaba que no había que formar exclusivamente metalúrgicos del área nuclear, sino que había que formar metalúrgicos en general. Así fue como este primer grupo salió a formar a otros grupos en distintas universidades del país. Y lo hacían con el concepto de la conveniencia de expandir los conocimientos porque se preveía que, con el correr de los años, el país iba a tener centrales nucleares y diferentes sectores de la industria debían poder contribuir en la construcción de esas centrales. La idea era difundirlo no solamente en la Argentina, sino en el área latinoamericana. Esto motivó a que en 1962, se dictara el primer Curso Panamericano de Metalurgia Nuclear. Si bien era un curso de posgrado que no tenía reconocimiento universitario, era muy prestigioso. Se dictó durante diez años y se formó muchísima gente a través de él. Luego, el curso pasó a México. Pero como la mayoría de los docentes eran profesionales argentinos y como las industrias locales lo requerían, se continuó dando también en el país. Una vez creada la UNSAM en 1992, al año siguiente se firmó el convenio con la CNEA para crear el Instituto. Éste nace con una primera actividad, la Maestría en Ciencia y Tecnología de Materiales, organizada sobre la base de dichos cursos.

 

¿Qué características tiene esa maestría?

Este posgrado dura dos años y es muy intensivo. La dedicación de los alumnos es exclusiva. Después de ese “baño” en el tema, están preparados para realizar la tesis de maestría. Como es muy intensivo, se cursa con becas, las cuales en su mayoría son provistas por la CNEA. También hay alumnos extranjeros, principalmente de Latinoamérica, que pueden obtener una beca de la OEA o de sus universidades de origen. También tenemos alumnos que provienen de diferentes empresas de la Argentina, que no pueden dejar sus puestos de trabajo por dos años entonces cursan en modalidad no intensiva. De esta manera mantenemos el contacto con las empresas y la empresa mantiene su profesional. La Maestría no intensiva también está destinada a profesionales de la propia CNEA que no pueden ausentarse de su laboratorio o de su puesto de trabajo dos años.

 

¿Cuáles son las otras ofertas académicas del Instituto?

Tenemos cuatro postgrados y una carrera de grado, todas con la máxima acreditación que otorga la CONEAU. La carrera de grado es la Ingeniería en Materiales, que se creó en 1996 siguiendo la modalidad previamente implementada en el Instituto Balseiro. Nuestros alumnos no inician la carrera cuanto terminan el secundario, sino que cursan alrededor de dos años en cualquier universidad del país, en áreas de ingeniería, física, química, o afines como biotecnología. Una vez que tienen ciertos conocimientos básicos están en condiciones de dar el examen de admisión y obtener una beca de estudio.

 

¿Cuáles suelen ser los resultados de ese examen?

De los que se presentan, más de la mitad lo aprueban porque los aspirantes cuentan con un gran apoyo. Nuestro objetivo es que, una vez que el alumno ingresa, pueda seguir el ritmo que tiene una carrera intensiva. En general quien aprobó el examen de ingreso y supera los dos primeros meses cursando diariamente, a los cuatro años se va con su título bajo el brazo. Acá no hay demoras ya que los alumnos están muy acompañados por el Instituto. Además, existe un sistema de becas de CNEA, de empresas y de fundaciones, que permiten la dedicación exclusiva al estudio.

 

¿Que nos puede contar sobre los Doctorados?

En 1997 se creó el Doctorado en Ciencia y Tecnología mención Materiales y en 1999, la mención Física. Al día de hoy hay 62 títulos de doctores otorgados y alrededor de 45 doctorados en ejecución, lo cual habla de una actividad de investigación muy intensa. Normalmente, estos doctorados se hacen con becas del CONICET, de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, o bien de universidades del país, como la Universidad Nacional de Misiones o la Universidad Nacional del Comahue. En estos últimos casos, los trabajos se realizan con dirección de la universidad local y codirección de investigadores del Instituto. Con esta modalidad, y siguiendo con la filosofía “sabatiana”, se hacen aportes muy importantes al sistema de ciencia y técnica del país.

 

¿En el instituto también se da un Posgrado en Ensayos no destructivos?

Se trata de una Especialización en Ensayos no destructivos y es la carrera más joven del Instituto: se creó en 2004 y está orientada, principalmente, a satisfacer requerimientos de diferentes industrias, tales como la nuclear, la petroquímica y la aeronáutica, entre otras. Para facilitar la cursada, la carrera se desarrolla de modo intensivo una semana por mes durante nueve meses con un total de 435 horas, e incluye la realización de un trabajo integrador.

 

En la página del Instituto están publicadas las clases que el profesor Sabato dio en 1982. ¿Cuál es la importancia de ofrecer ese material para que esté a disposición de los alumnos y de la comunidad en general?

Eso es parte de una linda historia, pero que tiene su costado triste. El año pasado supimos que había grabaciones caseras de un último curso dado por Sabato antes de fallecer. Luego de ciertas ideas y venidas, logramos localizar las cintas y el doctor Galvele (primer director del Instituto durante 14 años) comenzó a desgrabarlas, pero falleció repentinamente. Yo continué con la tarea y pudimos subir el material a nuestra página web. Y en breve subiremos el audio para que la voz de Sabato se escuche. Para nosotros esto es muy significativo, porque siempre hemos insistido en la importancia de conocer, como Instituto, nuestras raíces.