“La Argentina es competente en materia de seguridad nuclear”

Por Fernando Krakowiak. En U-238 Enero 14

El profesor Jukka Laaksonen, vicepresidente de Rusatom Overseas, filial de la corporación estatal rusa Rosatom, visitó el país a comienzos de diciembre y conversó con U-238 sobre el desarrollo de la seguridad nuclear. Este especialista de origen finlandés, egresado de la Universidad de Helsinki y ex director general de la autoridad nuclear de Finlandia, analizó la recuperación del sector luego de la tragedia de Chernobyl (1986), el impacto que generó el accidente de Fukushima (2011) y las medidas de seguridad adicional que se han tomado desde entonces a nivel mundial. Además, elogió la industria nuclear argentina y destacó el convenio de cooperación educativa firmado entre la corporación rusa y la Universidad de Buenos Aires.

¿Cuáles han sido las medidas adicionales de seguridad que tomó la industria desde Fukushima?

Hay que separar las medidas de seguridad que fueron tomadas en las plantas que ya estaban en operación y en las plantas nuevas. En las plantas en operación, se hicieron inversiones en el equipamiento eléctrico que puede ser transportado y también se realizaron investigaciones más profundas sobre las catástrofes naturales que pueden llegar a afectarlas y sobre las medidas necesarias para protegerlas. También reforzaron la contención del reactor para que si ocurre algún accidente, no haya descargas afuera. Por ejemplo, en el accidente que ocurrió en TMI, en Estados Unidos en 1979, vimos que hubo una contención, sin descargas al medio ambiente. En Fukushima, en cambio, la contención del reactor se rompió y por eso hubo descargas al exterior. En lo que respecta a las causas, nosotros consideramos que hay tecnología que puede ser usada para prevenir ese tipo de accidentes. La explosión de hidrógeno que ocurrió en Fukushima puede ser prevenida. En este momento, ese tipo de equipamiento técnico ya se está instalando prácticamente en todas las plantas.

En la última cumbre nuclear en San Petersburgo se remarcó la necesidad de avanzar con una revisión entre pares para mejorar las medidas de seguridad y, además, el representante de Francia propuso que los países adhieran a un sistema de responsabilidad civil frente a daños nucleares para que no sea sólo el operador el que deba afrontar los costos.

Las revisiones entre pares se acordaron después del accidente de Chernobyl en 1986, pero no se preocupaban por el diseño de la planta. Ellos solamente revisaban cómo las empresas operadoras gestionaban la planta. Ahora decidieron que también van a mirar la tecnología y el diseño. En Europa la revisión entre pares es obligatoria. De hecho, hubo una revisión entre los organismos reguladores de las plantas en ese continente y se observó que aunque tenían casi las mismas medidas de seguridad, la manera en que las implementaban era diferente. Por eso es necesario que las normas de seguridad sean mucho más claras, para que las entiendan todos los países de la misma manera. En cuanto a la responsabilidad civil, la planta operadora tiene la responsabilidad total. En Fukushima, la empresa TEPCO es la que tuvo que reparar los daños. Eso no cambió. Por lo tanto, los operadores tienen que tener un seguro importante, pero lo que vimos en Fukushima es que una empresa y su seguro no son capaces de afrontar todos los costos. En ese caso, lo que terminó pasando es que el país donde ocurrió el accidente es el que asumió la responsabilidad.

En los últimos meses la prensa estuvo informando sobre nuevas fallas en la central de Fukushima, ¿está controlada la situación o puede haber riesgos para la población?

La situación está controlada. No hay riesgos afuera de la planta. Las noticias que nosotros vemos sobre las consecuencias de las descargas del material radioactivo al mar son producto de una mala interpretación.

¿Por qué?

Porque no hubo un impacto significativo en el mar en cuanto a las descargas radioactivas. Las descargas que tuvieron lugar no son mucho más altas de la radiación que es natural. Por supuesto, los japoneses están tratando de prevenir cualquier tipo de descarga en el mar, pero podemos decir que no hay riesgo en cuanto al nivel de radiación en el mar. El agua en el vecindario de la planta tiene una radiación tan baja que si no fuese salada sería apta para consumo humano.

En la cumbre nuclear, el representante de Austria fue muy crítico con la energía nuclear y dijo que no es posible garantizar la seguridad con residuos que continúan contaminando durante cientos de años.

Nosotros sabemos cómo manejar los desperdicios nucleares. Es una tecnología estándar que manejan los distintos países. Estos residuos son radiactivos durante cientos de años, pero están contenidos en recipientes y no van a ser removidos. En algunos países, como Finlandia, usan combustible nuclear donde el desperdicio sigue siendo radioactivo durante 250 mil años. Se ha desarrollado la tecnología para mantener los residuos nucleares 400 metros bajo tierra durante millones de años.

Pero cómo puede un gobierno actual garantizar lo que va a hacer otro gobierno dentro de cien años, ¿no podría utilizarse ese material con fines militares?

Estos desperdicios no pueden ser usados con fines militares.

Lo que decía el representante de Austria es que no hay garantías de que el ciclo del combustible nuclear no sea utilizado con fines militares una vez que se desarrolla.

En la actualidad, el material nuclear ya está siendo usado con fines militares porque de hecho las armas nucleares existen, pero la verdad es que ese uso es independiente del desarrollo de la energía nuclear pacífica. Si alguien quiere usar los materiales nucleares con fines militares, puede hacerlo, como lo hace Irán o Corea del Norte, pero no necesita la producción de energía nuclear pacífica. Lo más fácil en ese caso es tomar el uranio directamente de la naturaleza y empezar a desarrollarlo.

El presidente de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), Yukiya Amano, aseguró que luego de Chernobyl el desarrollo de la actividad nuclear se detuvo, pero advirtió que no está pasando lo mismo después de Fukushima. Incluso destacó que hay países que se sumaron a la actividad, como Bangladesh, Nigeria y Vietnam.

Chernobyl fue un shock porque la energía nuclear había sido publicitada como limpia y segura. Cuando los países aprendieron que la energía nuclear también puede ser peligrosa hubo discusiones donde se contemplaron los riesgos y las ventajas. Por eso el accidente de Fukushima no generó la misma sorpresa. Efectivamente, sólo Alemania anunció que abandonará la energía nuclear. En el Reino Unido, por ejemplo, todos los partidos políticos y la población en general están de acuerdo en la necesidad de construir más centrales nucleares. Esta situación muestra como dos grandes países de Europa han decidido seguir caminos opuestos. Dentro de cincuenta años vamos a saber quién tomó la postura más sabia.

¿Alemania se equivoca?

Es un experimento interesante, pero por ahora no está claro cómo van a garantizar la producción de energía. En el norte de Alemania utilizaban la energía eólica y cuando no había viento recurrían a las centrales nucleares, pero desde que las cerraron ya no tienen esa posibilidad. Ahora deberán inventar otra solución. Veremos si son exitosos. Igual, ellos no están en peligro porque están rodeados de países que pueden proveerle la energía si no son capaces de generarla.

¿Qué va a hacer Japón?

En Japón las consecuencias fueron grandes en el corto plazo porque pensaban que su propia energía nuclear era segura. Ahora están reevaluando la seguridad de sus plantas y estoy bastante seguro de que el año próximo van a volver a poner en funcionamiento sus plantas, aunque las nuevas normas de seguridad requieren que se hagan cambios importantes.

Cuando las empresas rusas como Rosatom buscan ampliar mercados, ¿el antecedente de Chernobyl los perjudica?

Ahora el tema de Chernobyl tiene menos peso que en el pasado. Los expertos y políticos de otros países están entendiendo que Chernobyl fue un hito importante que cambió mucho nuestra política de seguridad. Incluso después de Fukushima, quedó claro que Rusia ya tenía instaladas desde antes en sus plantas las medidas de seguridad que podrían haber evitado ese tipo de problemas.

¿La industria rusa ya es completamente diferente a la que sufrió el accidente nuclear en 1986?

Sí, absolutamente. Yo vengo observando el desarrollo nuclear ruso desde la década del 70. Ellos diseñaron las plantas nucleares de Finlandia y nosotros estamos muy satisfechos. Nuestra empresa de electricidad participó en el diseño. Ellos requerían una muy alta calidad de diseño y que la planta siguiera todas las normas de seguridad existentes, pero también vimos que las construcciones que realizaron en su propio país no se basaron en tan altos requerimientos de calidad. Pero hubo un gran cambio en la actitud después del accidente en Chernobyl. Después de ese hecho, los expertos rusos buscaron tener una cooperación estrecha con sus colegas occidentales. Después de 1986, Rusia se unió a la comunidad nuclear global. Se involucraron en desarrollar las nuevas normas de seguridad para la Agencia Internacional de Energía Atómica. En los años 90, ya era un país líder en el área de investigación. Rusia se unió como miembro observador en el programa de desarrollo nuclear de la OECD. En este nuevo proyecto de seguridad nuclear todos los expertos trabajaron juntos, planificando experimentos para mejorar la calidad de seguridad. En los laboratorios rusos fue construida una serie de instalaciones experimentales y las empresas extranjeras proveyeron todos los instrumentos necesarios para medir los resultados de esos experimentos, que fueron analizados por expertos internacionales. Eso trajo conocimiento y experticia de primera clase a Rusia.

¿Qué potencial nuclear le ve a Argentina?

La Argentina tiene mucho potencial y es competente en materia de seguridad nuclear, por ejemplo, en políticas de protección radiológica. Es muy importante, además, que Argentina esté terminando Atucha II por sí sola. No sé cuál es la situación actual pero, por lo que entendí, creo que la planta va a empezar a operar bastante pronto. Técnicamente hay capacidades y competencias, pero el problema para impulsar este tipo de construcciones es el financiamiento, porque es obvio que son muy costosas.

Argentina busca financiamiento.

Es el objetivo del gobierno y de la industria. La falta de financiamiento es un problema en varios países.

Rosatom está interesada en construir una nueva central nuclear en el país, pero también firmaron un convenio de cooperación educativa con la Universidad de Buenos Aires, ¿cuál es el objetivo de este convenio?

Es parte de la promoción general de la tecnología rusa en la Argentina.

¿Lo hacen en otros países?

Sí, Rusia es muy activa en educar a la gente en los países que son clientes. Por ejemplo, dentro de dos años comenzará a construir en Turquía cuatro plantas nucleares y ya está entrenando a los expertos turcos. El año pasado 150 estudiantes turcos empezaron los estudios de ingeniería nuclear en Moscú. Cuando arranque la primera planta nuclear ellos ya van a tener esa cantidad de ingenieros nucleares que fueron entrenados en Rusia. Lo mismo con los estudiantes vietnamitas.

¿Esta es una apuesta de largo plazo o está atada al resultado que logre Rosatom en la próxima licitación que lanzará el gobierno para construir una central?

Es a largo plazo, pero el objetivo principal son los países que no tienen experiencia en energía nuclear, como Turquía o Vietnam.

La relación con los ambientalistas

Organizaciones ambientalistas como Greenpeace son muy críticas con respecto al desarrollo de la energía nuclear, ¿usted lo atribuye al desconocimiento o cree que son lobistas de algún otro sector?

No pienso que haya algún lobby sistemático de otros sectores. Hemos visto que Greenpeace está en contra de la explotación petrolera en el Ártico. Muchas veces los participantes en las acciones de Greenpeace son jóvenes idealistas que piensan que pueden salvar el mundo. Es muy emocionante para ellos participar en ese tipo de acciones, pero no creo que tengan mucho conocimiento. En Finlandia, por ejemplo, tenemos militantes del Partido Verde que están en cooperación estrecha con los expertos nucleares. Cuando yo era director general de nuestra agencia reguladora en Finlandia nosotros le preguntamos al líder del Partido Verde si quería ser el presidente de nuestro órgano consultivo. Tuvimos mucha cooperación con él, pero él no es pro energía nuclear en público. Igual entiende que la energía nuclear no es un demonio y en privado no tiene opiniones anti nucleares Con gente razonable se puede cooperar.

Fotos: María Julia Franzán

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