«La gestión de los residuos radiactivos no debe tener color político»

Lara Duro es Química y directora general de Amphos 21, consultoría ambiental especializada en el sector nuclear, el minero, el de las aguas y el químico. Como experta en residuos radiactivos, asegura que «el volumen de este tipo de residuos generados por las diversas aplicaciones de la radiactividad en la Unión Europea es 1.000 veces menor que el de los residuos tóxicos industriales«.

En referencia a la energía nuclear y a la radiactividad, pide más información y divulgación para desterrar tabúes y recuerda que «se deben tomar decisiones por el bien del planeta y de la sociedad basadas en el conocimiento y en criterios científicos, tecnológicos y socioeconómicos». En su opinión, tanto renovables como fisión nuclear son la solución de transición. «No hay que tener miedo a decir que la energía nuclear es una alternativa para ayudar a solventar la situación climática a la que nos enfrentamos», apunta en esta entrevista realizada por la publicación Flash Nuclear del Foro Nuclear español.

¿Qué le llevó a estudiar Química y a ser experta en residuos radiactivos?
Desde muy joven me entusiasmaba la Química. En el instituto tuve un profesor que daba unas clases apasionantes y me contagió su entusiasmo. Marie Curie fue también una inspiración, ya que no ha habido muchos modelos femeninos que seguir en la carrera científica. Así, casi sin darme cuenta, una cosa llevó a la otra, y cuando finalicé la carrera tuve la gran fortuna de obtener una beca para hacer mi tesis doctoral con fondos de un proyecto europeo del programa de residuos radiactivos. Ahí empezó todo, y a lo largo de mi vida he tenido la gran suerte de estar rodeada de personas extraordinarias gracias a las cuales he podido aprender y evolucionar. En Amphos 21 tenemos una misión muy importante como organización, un equipo excepcional y unos clientes que entienden y valoran lo que hacemos.

¿Qué papel tiene la energía nuclear en la transición energética y en la lucha contra el cambio climático?
La energía nuclear no emite CO2, es una energía que asegura el abastecimiento independientemente de la hora del día o de la situación meteorológica. En mi opinión, debe formar parte del mix energético que nos permita realizar una transición segura hacia una generación más limpia que posibilite limitar las emisiones de gases de efecto invernadero. Los países desarrollados hemos evolucionado a lo largo de los años a base de quemar carbón, gas, petróleo… y eso es lo que están haciendo actualmente los países en vías de desarrollo y lo que seguimos haciendo también desde los supuestamente desarrollados. No obstante, ahora existe la oportunidad de desarrollarse económica y socialmente de otra manera, y de asegurar que dicha evolución sea sostenible en el tiempo. Ello pasa por la generación nuclear, combinada con las energías renovables. No hay atajos.

¿Cree que existe tabú alrededor de la energía nuclear?
Absolutamente sí, y no es de extrañar que sea así. Es importante considerar que la presentación al mundo de la potencia de la energía nuclear se realizó en el año 1945 con la detonación de dos bombas. El estigma sobre lo «nuclear» estaba servido. Hay mucho desconocimiento en la sociedad sobre las aplicaciones de la radiación, y la gente, en general, tendemos a quedarnos con la parte más apocalíptica y negativa de las cosas, la que más nos impacta. Personalmente, creo que el tabú no es solamente alrededor de la energía nuclear, sino de la radiactividad en general. Recibimos dosis radiactiva por el simple hecho de vivir en nuestro planeta, y es importante que todos seamos conscientes de ello. Las rocas, la atmósfera, todo el planeta contiene isótopos que son radiactivos, y recibimos dicha radiación, no lo podemos evitar. Últimamente, el divulgador Operador Nuclear ha hecho famosa su comparación de la dosis recibida al comer un plátano con la que recibe una persona que viva un año cerca de una central nuclear. La radiactividad está en la naturaleza, no es algo artificial.

¿Qué hay que hacer para frenar esos prejuicios?
Lo único que elimina tabúes es la información y la educación de la sociedad. Hay que aportar toda la información posible y hacer un trabajo de formación y educación para que los individuos, en particular, y la sociedad, en general, desarrollen su propio criterio. Es muy sencillo agrupar la opinión pública en contra de una tecnología y utilizar para ello las aplicaciones negativas de la misma. En cualquier caso, creo que el mantra que ha existido durante muchos años de «nuclear no» se está empezando a quebrar hoy en día, en parte gracias a la labor de formación, información y divulgación que están realizando instituciones como la vuestra, Foro Nuclear, y en parte también porque la misma emergencia climática en la que nos encontramos actualmente urge a poner blanco sobre negro las ventajas y desventajas de todas las fuentes energéticas a nuestro alcance, obviando convicciones que no respondan a hechos probados. Considero crucial la resolución del pasado mes de noviembre por parte del Parlamento europeo sobre la contribución de la energía nuclear para mitigar el cambio climático. Era necesaria. En definitiva, creo que lo único que se puede hacer para eliminar dicho tabú, es informar a la sociedad, continuar con la función de divulgación y no tener miedo de decir que la energía nuclear es una solución para ayudar a solventar la situación climática a la que nos enfrentamos. La transparencia es el mejor método de eliminar tabúes y demostrar que los estándares de seguridad en el sector nuclear son los más altos de cualquier otra tecnología.

Detractores de la energía nuclear ven a los residuos radiactivos como un problema. ¿Qué les diría?
En primer lugar, creo que es importante no negar la mayor. Es decir, no solo los detractores de la energía nuclear ven a los residuos radiactivos como un problema, ya que los residuos radiactivos, al igual que cualquier tipo de residuo, constituyen un problema. Lo que debemos recalcar es que es un problema gestionable. El problema se halla precisamente en lo que puede representar no gestionarlos. Todos los países que generan residuos radiactivos poseen una organización con profesionales altamente capacitados que se ocupan de su gestión y cuya responsabilidad es poner en marcha los planes de gestión de residuos requeridos. En el caso de España, la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos, Enresa, es la organización encargada de tal función.

En segundo lugar, les haría recapacitar sobre el significado de «residuo» como tal. A cualquier estudiante de Química le enseñan a calcular el rendimiento de una reacción, o de un proceso. La razón es la imposibilidad del rendimiento total o residuo cero. Cualquier proceso industrial genera un residuo que puede, o bien ser reutilizado, o ser gestionado como residuo. Y eso es lo que se hace hoy en día con los residuos, ya sean urbanos, industriales o radiactivos.

¿Y de qué volúmenes estamos hablando?
El volumen de residuos radiactivos generados por las diversas aplicaciones de la radiactividad en la Unión Europea es 1.000 veces menor que el de los residuos tóxicos industriales. De dicho volumen, el 99,9% corresponde a residuos de muy baja, baja o media actividad, los cuales tardan entre 100 y 1.000 años en alcanzar niveles de radiactividad iguales a los que se haya en la naturaleza. A priori, estos períodos de tiempo pueden parecer muy largos, pero es importante remarcar este dato, puesto que es una situación contrapuesta a la de los residuos tóxicos, los cuales nunca disminuyen su toxicidad. Dicho 99,9% del volumen de los residuos se gestionan sometiéndolos a procesos de tratamiento, inertización y estabilización en diversas matrices y almacenándolos en instalaciones con altos niveles de seguridad. Tanto los países que cuentan con centrales nucleares como aquellos que generan residuos radiactivos no procedentes de la generación energética, sino de aplicaciones médicas, industriales o de investigación gestionan hoy en día dichos residuos con un alto nivel de seguridad.

Los residuos de alta actividad están formados por una fracción muy pequeña de los residuos generados por las centrales nucleares. Según la Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), el total de residuos de alta actividad existente en el conjunto de los países de la OECD ocuparía el equivalente a 20 piscinas olímpicas. Es importante remarcar que estos residuos son gestionables y que la tecnología para ello existe, es viable y segura. Hay que huir del tremendismo apocalíptico de la incultura y el desconocimiento: los residuos radiactivos son gestionables. Lo que debemos hacer es tomar las decisiones necesarias para proceder a su gestión adecuada y no dejar las decisiones a las generaciones futuras. Debemos asumir nuestra responsabilidad.

¿Quién integra Amphos 21 y qué servicios ofrecen?
Somos un grupo de empresas de consultoría ambiental primordialmente para el sector nuclear, el minero, el de las aguas y el químico. Actualmente, el equipo lo constituimos unas 200 personas distribuidas entre nuestras oficinas de Barcelona, de Santiago en Chile y de Lima. Ofrecemos consultoría acompañada en muchas ocasiones con I+D y modelización numérica avanzada a cualquier problema complejo relacionado con el ciclo del uranio, desde su obtención de la mina hasta los residuos radiactivos, ya sean de baja, media o alta actividad. En respuesta a dichas necesidades, el equipo que se dedica al sector nuclear está principalmente compuesto por químicos, geólogos, hidrogeólogos, físicos e ingenieros. Desarrollamos gran parte de nuestros proyectos para las empresas de gestión de residuos radiactivos de todo el mundo, realizando estudios sobre la gestión a corto, medio y largo plazo de los residuos.

¿A qué retos se enfrenta diariamente como directora de Amphos 21?
IMG 3893Los proyectos que realizamos tienen mucho de investigación, desarrollo e innovación, por lo que precisamos que el equipo esté siempre al día de los últimos avances para poder ofrecer lo mejor a nuestros clientes. Ello constituye un reto en sí, no solamente desde el punto de vista de la dirección de la empresa, sino para todos los miembros del equipo de Amphos 21.



En Amphos 21 ofrecen soluciones para el material radiactivo. ¿En qué mejoras se está trabajando actualmente?
Tenemos actualmente diversas líneas de actuación en las que estamos trabajando que se corresponden con las necesidades del sector. Una de ellas es el estudio de materiales que permitan optimizar el tratamiento y el acondicionamiento de residuos de media y baja actividad previa a su almacenamiento. A este fin estamos realizando investigaciones de laboratorio y modelización numérica con el fin de optimizar los materiales a utilizar.

Otro de los desarrollos a los que nos dedicamos es la optimización del diseño de los almacenes subterráneos de residuos radiactivos, que es la opción internacionalmente aceptada para la gestión a largo plazo de los residuos radiactivos de alta actividad. Finlandia ya ha construido su depósito, y este año 2020 presenta su solicitud de licencia de operación. Suecia, por su parte, está a la espera de la aprobación de la licencia de construcción y Francia se halla en una situación similar. Es un tema complejo que conlleva multitud de investigaciones y simulaciones en las que nosotros llevamos trabajando más de 25 años. Nosotros realizamos modelos conceptuales y numéricos muy detallados para simular diversos escenarios tanto de evoluciones futuras del almacén de residuos como de materiales utilizados y optimización de su diseño. Como he comentado anteriormente, los estándares de seguridad del sector nuclear son los más altos y eso conlleva mucha investigación y la utilización de las mejores prácticas y métodos disponibles.

Otra de las líneas de actuación que actualmente requiere atención debido a la transposición de la directiva europea es la correspondiente al material radiactivo natural (NORM); el cual es generado por diversas industrias «no radiactivas» tales como algunas empresas químicas, la industria cerámica, las extracciones y tratamiento de mineral de uranio, etc.

En su opinión, ¿qué retos tiene la industria nuclear española actualmente?
El primero de ellos me atañe directamente, y es la necesidad de concienciar a la sociedad y a la clase política de que la gestión de los residuos radiactivos es necesaria; de que tenemos que tomar decisiones para su gestión, tal y como se está haciendo en otros países, y que no podemos dejar dicho legado a las generaciones futuras. Igual que hemos utilizado y estamos utilizando la energía nuclear, tenemos la obligación moral de gestionar los residuos que hemos generado. El tema de la gestión de los residuos radiactivos no debe tener color político, igual que el de la estrategia de transición energética: hay que tomar decisiones por el bien del planeta y la sociedad que lo habita, basadas en conocimiento y criterios científicos, tecnológicos y socieconómicos.

Otro de los retos a los que nos enfrentamos es concienciar a la población y a los que toman las decisiones políticas de la necesidad de la generación eléctrica nuclear para dar respuesta a los requerimientos de desarrollo social y freno del cambio climático. La solución no es disminuir la potencia instalada que utilizamos actualmente. El final del periodo de licencia de operación de una central nuclear no es motivo para clausurarla. No es lo mismo. Tal y como estamos viendo en otros lugares, y ante la situación climática actual, me parece una falta de responsabilidad no considerar su continuación siempre y cuando se den las garantías de seguridad de operación necesarias.

En tercer lugar, mencionaría el gran reto: conseguir atraer a las nuevas generaciones para que se pueda realizar una transferencia de conocimiento adecuada. Existen grandes profesionales en el sector nuclear español que tienen mucho que dar y que enseñar y necesitamos nuevos profesionales que lleguen al sector y que aprendan y puedan, a su vez, generar conocimiento necesario para el avance social.

Madrid ha acogido recientemente la Cumbre del Clima, ¿qué conclusión saca de esta cita en relación a la energía nuclear?
La verdad es que me ha decepcionado un poco la Cumbre en general. Europa parece ser la única zona que llega a compromisos, y son francamente mejorables. Además, ni siquiera todos los países van a una. No parece que haya habido una conciencia real de la magnitud del problema al que nos estamos enfrentando y, aunque se ha reconocido el papel que la nuclear puede jugar en el mix energético de la transición, se necesita la apuesta de todos los países para avanzar.

Considero que la solución pasa por la penalización a los emisores. El mercado de emisiones no ha probado ser efectivo, así que desde mi perspectiva hay que aplicar la sencilla norma de que quien contamina, paga. No es sencillo, pero es lo único que creo que puede disuadir a aquéllos que lastran el avance hacia una generación más limpia. Hoy en día el nuevo orden económico mundial se organiza no en naciones, sino en organizaciones y empresas. Las grandes corporaciones son en realidad las que tienen en su mano hacer algo al respecto: conciencia, responsabilidad y, por parte de las naciones y organismos multinacionales, legislación. Esas son las bases del avance.

Mientras unos países presentan calendarios de cierre, otros construyen reactores o incluso les permiten operar a 80 años. ¿A qué se debe esta diferencia de posturas?
Tal y como he comentado anteriormente, que una central llegue al final de su periodo de licencia de operación no significa que llegue al final de su vida útil. Las centrales están diseñadas para durar muchos más años de su licencia, y deberían poder operar siempre y cuando se extienda su licencia de operación basada en criterios técnicos. Acabamos de ver este mes de diciembre pasado que el organismo regulador estadounidense ha extendido la licencia de operación de dos de las unidades de la central de Turkey Point hasta los 80 años. Cualquier planificación de cierre de una central debe evaluar su impacto económico, energético, ambiental y social, sin olvidar la planificación de capacidad de gestión y almacenamiento de los residuos generados. Los países realizan sus propios análisis para ello pero, hoy por hoy, el impacto sobre el cambio climático debe ser uno de los criterios de peso para tomar este tipo de decisiones. Me temo que, en algunas ocasiones, no se están teniendo en cuenta todas las repercusiones que pueden tener los cierres no planificados sin tener en marcha una alternativa de generación eléctrica limpia, además de una manera de tamponar el impacto socioeconómico negativo del cierre de infraestructuras de tal calibre.

¿Cómo ve el futuro en términos energéticos?
Según la Agencia Internacional de la Energía, actualmente un 62% de la electricidad en el mundo se genera por la combustión de gas y carbón. Está claro que algo hay que cambiar. El problema principal es el poco o nulo compromiso de los países que conforman el liderazgo mundial, los que generan tendencia y controlan económicamente el planeta. Como ya he dicho anteriormente, la cultura y la educación son la única solución. Yo soy optimista. Las energías limpias poco a poco incrementan su parte del pastel en la generación energética. Vuelvo a citar la resolución del Parlamento Europeo del pasado mes de noviembre como una noticia muy positiva que ayuda a eliminar el estigma existente sobre la energía nuclear. Creo que conseguiremos cambiar la tendencia, la investigación y aplicación en energías renovables está dando resultados. Se están construyendo más de 50 reactores nucleares nuevos en el mundo; poco a poco la sociedad en general se está concienciando de que tenemos que cambiar nuestro modelo energético, y se está haciendo. También confío en el desarrollo de los reactores modulares de nueva generación que permitan energía limpia de emisiones en lugares remotos sin acceso a otras fuentes energéticas limpias. Creo que las investigaciones en fusión aún tardarán en resultar eficientes por lo cual, a corto y medio plazo, tanto renovables como fisión nuclear son la solución de transición. No obstante, reitero la necesidad de concienciar y legislar con responsabilidad.