Martiarena: “La puesta en valor del conocimiento es un desafío necesario e imprescindible”

María Luz Martiarena es Doctora en Física, Becaria CONICET e integrante del grupo de Física de Superficies del Centro Atómico Bariloche (CAB). Su convicción de que la ciencia aplicada es fundamental para el desarrollo del sector productivo, y de que los jóvenes necesitan apoyo para poder llevar adelante sus proyectos, la llevó a ser una de las referentes del Concurso IB50K cuya convocatoria cierra, este año, el 10 de agosto.

 

¿En qué consiste esta 7ma edición del concurso IB50K?

Es un concurso destinado a equipos de emprendedores que presenten planes de negocios con el fin de que los jóvenes tengan oportunidades de desarrollos empresarios en función de sus logros.

La idea es promoverlos con aportes económicos. Para presentarse, deben formar equipos aunque ésta no es una restricción. Sin embargo, cuando se evalúan las capacidades para llevar adelante proyectos, es necesaria la integración entre diferentes disciplinas.

¿Cuáles son los requisitos para formar los equipos?

La única restricción para formar equipos es que al menos el 50% de sus integrantes debe tener menos de 35 años, y deben ser estudiantes o profesionales provenientes de carreras asociadas a ciencias duras. No es que las otras áreas de la Ciencia no sean importantes, sino que la mitad del equipo debe pertenecer a esa rama, porque es de donde se supone que surgen los tipos de proyectos que aquí se evalúan.

¿Por qué considerás que este concurso tiene éxito en el tiempo y es tan relevante para el ámbito de la aplicación tecnológica?

Aún le falta mucho al concurso para definirlo como tal, porque es cierto que si uno piensa en la continuidad, el concurso estuvo cerrado durante dos años. Sin embargo, el punto a destacar es que, efectivamente, existen en nuestra sociedad muchos jóvenes asociados a grupos de investigación que hoy están generando diferentes resultados de conocimientos que pueden convertirse en empresas de base tecnológica. Muchas veces se dice que los investigadores estamos “en las nubes” y es cierto, pero también existen grupos de trabajo de excelencia que trabajan en semillas de empresas de base tecnológica y es fundamental que existan jóvenes formados en ese sentido.

¿Cómo se estructura el concurso?
La organización del concurso está a cargo de la Universidad de Cuyo y de la Comisión Nacional de Energía Atómica. Los recursos provienen de empresas tanto privadas como estatales (Techint e INVAP, por poner dos ejemplos) como de bancos públicos y del sector privado, y también del CONICET. Ello da cuenta del carácter abierto de la propuesta, de que existe un interés por parte de diferentes sectores de potenciar planes de negocios viables. Somos muchos los que queremos darle un impulso a este tipo de emprendimientos para que lleguen al mundo real. El concurso tiene mucho que ver con eso y con el cruce de diferentes sectores interesados en lo mismo.

¿Cuál sería un ejemplo de ese cruce?
Por ejemplo, YPF y CONICET otorgarán, como lo hicieron el año pasado, un premio especial de unos 20 mil dólares para el área de la energía que es un tema de alto impacto a nivel nacional. Si te fijás en la historia de este concurso hay antecedentes de presentaciones muy variadas, proyectos de computación, de biopesticidas… Este año, sería muy importante que pudiera promoverse la participación de iniciativas que apunten a mejoras en el sector energético.

¿Qué significa, en términos personales, la realización de este concurso?

Nosotros somos un equipo que lleva adelante este concurso, yo no estoy sola en esta iniciativa, sino que somos varias personas comprometidas con esta iniciativa. En términos personales, la realización de este proyecto implica aplicar tiempo que no me reporta beneficios económicos, es un trabajo que yo hago ad honorem, pero con la convicción de que la puesta en valor del conocimiento es un desafío necesario e imprescindible. Considero que complejizar la estructura productiva de nuestro país es un aspecto fundamental para su desarrollo.