Motivos para festejar: la carrera de Ingeniería Nuclear con Orientación en Aplicaciones celebra su primer aniversario

Por Laura Cukierman. En U-238 # 23 Septiembre – Octubre 2016

La carrera Ingeniería Nuclear con Orientación en Aplicaciones que dicta el Instituto Dan Beninson cumple su primer año con un balance más que positivo. Se trata de la única en su tipo en América Latina y la primera de grado de uno de los institutos más prestigiosos de la Argentina. Depende de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y tiene como objetivo formar ingenieros nucleares orientados a la amplia variedad de aplicaciones que tiene la tecnología nuclear en la actualidad.

La idea de crear una carrera de grado nació hace varios años atrás junto con el renovado impulso que el Plan Nuclear le dio a este campo. Este renovado interés se vio ampliado al incorporar aplicaciones relacionadas a la tecnología nuclear como la medicina, la producción de radioisótopos, las aplicaciones industriales de la radiación en el desarrollo de combustibles y el estudio de los materiales de específico uso nuclear, entre otras. Finalmente, el año pasado, esta idea se materializó la carrera en Ingeniería Nuclear con Orientación en Aplicaciones. Con sede en el Instituto Dan Beninson, de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), esta carrera está dirigida a alumnos de ingeniería y ciencias que hayan aprobado el segundo año de sus respectivas carreras.

La existencia de la carrera de Ingeniería Nuclear es toda una novedad en sí misma ya que, hasta el año pasado, aquellos interesados en las múltiples aplicaciones de la energía nuclear debían recurrir a un posgrado. En cambio, ahora, Ingeniería Nuclear con orientación en aplicaciones ofrece por primera vez una instancia de formación superior en un predio provisto de laboratorios y equipamiento ubicado en el Centro Atómico Ezeiza donde comenzó la cursada en agosto del año pasado. Desde entonces, el entusiasmo por la carrera es cada vez mayor, lo que quedó reflejado en el incremento de alumnos inscriptos en 2016 y en las permanentes consultas que se reciben sobre ella. De esta manera, Pablo Vizcaíno, director de la carrera, sostiene que está creciendo muchísimo. “Todos los que formamos parte lo sentimos así, y por supuesto, se ve reflejado en los números. A lo largo del curso de ingreso (virtual) que realizamos estuvimos en contacto con 22 interesados de los cuales 15 aspirantes se presentaron a rendir examen. Finalmente quedaron ocho alumnos que ya están cursando el primer cuatrimestre desde el 1º de agosto. Duplicamos el número de aspirantes, el número de alumnos y también el número de sedes para rendir el examen, ya que este año también se tomó examen de ingreso en una sede en la Universidad Nacional de Tucumán. Con esto creció también la plantilla docente en función de las nuevas materias que se abren. Por otra parte, avanzan las obras del nuevo edificio del Instituto, que contará con aulas, laboratorios y un nuevo espacio para la biblioteca”.

Los docentes de la carrera también hacen una evaluación muy positiva de este primer año, y así Víctor A. Bettachini, profesor de la materia Mecánica Racional afirma que “para poner en perspectiva, la última carrera de grado abierta en institutos de la CNEA fue la Ingeniería en Telecomunicaciones en el Instituto Balseiro. Una carrera cuyo campo profesional es claro y, en cierta manera, clásico desde la posible inserción profesional de sus graduados. Aún con el número de estudiantes de ingeniería electrónica que hay en el país —de los que seguro muchos tienen interés por el área de telecomunicaciones— en el primer año de esa carrera solo ingresaron dos postulantes. Y este año, en que estimaba hubiéramos de alguna manera ´el pool´ de posibles interesados en nuestra carrera, hemos tenido más postulantes que el anterior. Para mí, ambas sorpresas son muy agradables”.

Además, señalan varias fortalezas que hacen prever un futuro prometedor para seguir creciendo. “La mayor fortaleza radica en que la totalidad de los investigadores y desarrolladores de tecnología que aquí enseñan pueden transmitir conocimiento duramente adquirido en su labor cotidiana. Esta formación de índole científica es el perfecto opuesto de aquella ´profesionalista´, que lamentablemente es la que ofrece la casi totalidad del sistema universitario nacional: un profesional imparte una materia recitando casi de memoria un libro de referencia, usualmente el mismo con el que estudió de décadas atrás, sin enriquecer la clase con su propia experiencia”, sostiene Víctor A. Bettachini.

De igual manera, la docente en Termodinámica, Teresa Peréz, destaca que la importancia de una carrera como esta radica en que “el desarrollo nuclear del país está atado a la formación de ingenieros, en especial con esta orientación. Además, la formación de ingenieros es una imperiosa necesidad para el avance del país. Debe asegurarse, entonces, una cantidad de profesionales y un nivel de formación que permita impulsar y liderar el desarrollo tecnológico. El Instituto está formando un cuerpo docente de excelente nivel académico y profesional, que asegura el nivel de los futuros ingenieros, y el aporte de los nuevos profesionales podrá ir más allá del campo específico de la ingeniería nuclear”.

“Si bien usualmente se piensa en ingenieros aplicando sus saberes fuera del ámbito de investigación, y en particular en nuestra carrera se espera tener un impacto de puertas afueras de la CNEA, sea en la industria o sea en medicina nuclear; creo que con la formación que damos a nuestros futuros egresados, y con el interés que estamos despertando en ellos en las tareas de CNEA y del CAE en particular, muchos se plantearán una carrera en la investigación y desarrollo en la casa. La variada formación de nuestros estudiantes, cubriendo saberes dispares en áreas disímiles como radioquímica, biología molecular, interacción de radiación con la materia sin duda los pondrá en condiciones de convertirse en líderes de grupos que unifiquen distintas disciplinas”, agrega Víctor A. Bettachini. De igual forma, Gabriel Juarez, docente de Física Moderna señala que uno de los aportes más significativos que tiene esta carrera es “vincular la tecnología nuclear a otras áreas de las ciencias, la medicina o la industria en donde el aporte que puede realizar el área nuclear no es tan evidente. El perfil de los egresados de esta carrera permite tener una visión global de la temática científico-tecnológico y, de esta manera aplicar la tecnología nuclear en diversas áreas”.

Una currícula muy amplia

Precisamente, la currícula y los contenidos de esta carrera fueron pensados teniendo cuenta la relación de la energía nuclear con diferentes campos y las diversas posibilidades que juega un ingeniero nuclear en las instalaciones dedicadas a las distintas aplicaciones. Por ello, el abanico es muy amplio haciendo, naturalmente, hincapié en aquellas de mayor relevancia en las necesidades del país. Es que la medicina, por ejemplo, se ha convertido en uno de los campos de aplicación de la energía nuclear con más desarrollo, especialmente aquella dedicada al diagnóstico. De igual forma, en diferentes áreas de la industria, la energía nuclear se convirtió en una herramienta fundamental para la producción. Hay por lo menos 1500 establecimientos médicos e industriales que emplean radioisótopos, radiaciones, dispositivos o instrumentos nucleares en sus actividades, considerándose muchas de estas prácticas como convencionales en su ámbito de aplicación. Todo esto fue pensando a la hora de diseñar una carrera con estas características y es lo que también determinará su crecimiento futuro. Como afirma su director, Pablo Vizcaíno, “las aplicaciones a la salud van a captar la atención de los alumnos. Hay mucha inversión hecha por el Estado en los centros de diagnóstico y tratamiento de enfermedades con técnicas nucleares en todo el país. Por supuesto que también estos equipos existen en los centros de medicina privada, con lo cual el campo es vasto en este tema. No obstante, esperamos retener profesionales en las áreas específicas de CNEA, la producción de radioisótopos, por ejemplo, y requeriremos profesionales para el futuro RA-10. Pero es pronto todavía, ellos necesitan tener un panorama que podrán apreciar mucho mejor a medida que avancen en la carrera”.

Por sus propias características, la carrera cuenta además con una instancia práctica experimental que le da al alumno posibilidades mucho más amplias que el mero trabajo en aulas. Por ejemplo, se realizan prácticas en los laboratorios de CNEA con carga horaria importante. Algo muy valorado, especialmente por los alumnos.

Los alumnos de la carrera

Hacer un análisis de esta carrera en su primer año no sería completo sin la palabra de los alumnos, protagonistas indiscutibles de este aniversario. Como explica Vizcaíno, “se duplicó el número de interesados que se contactaron, el número de aspirantes que se presentaron a rendir, el número de sedes y, finalmente, el número de alumnos. El perfil es muy diverso pero, en general, vienen de la ingeniería aunque tenemos alumnos provenientes de las licenciaturas en Física y Química. Lo que más les interesa es la temática diversa que ofrece nuestra carrera dentro de las aplicaciones de la tecnología nuclear. Y, obviamente, atrae la historia y el prestigio de la CNEA en estas áreas”.

De esta forma, Catalina Carabajal, estudiante de la primera camada de ingresantes, también hace una evaluación muy alentadora de este año y afirma que “los puntos fuertes de la carrera son varios dentro del campo de las aplicaciones nucleares, abarcando desde medicina nuclear, dentro del Plan Nacional de Medicina Nuclear, hasta aplicaciones industriales y energía. Se ofrece una amplia gama de conocimientos, que nos preparan para afrontar cualquier necesidad dentro de las tres grandes áreas mencionadas, dándonos como profesionales no sólo los conocimientos sino también las herramientas y la experiencia que se obtienen por medio de las pasantías de carácter obligatorio dentro de los distintos laboratorios de CNEA”. De la misma manera, la alumna Soledad Garraza sostiene que “es muy relevante para un país la formación de profesionales calificados que pueden contribuir a la realización de múltiples actividades ya sea en el desarrollo energético, aplicaciones médicas e industriales”.

Además, todos los alumnos consultados destacan, de forma unánime, la calidad profesional del cuerpo docente. Así, la alumna María José Cervantes señala que lo mejor que tiene la carrea es precisamente que “los profesionales son de excelencia y trabajan a diario en las asignaturas que dictan, la mayoría de ellos dentro del mismo centro atómico. Además, muchos de ellos son jóvenes, lo cual hace que la comunicación con los alumnos sea más cercana. Como los grupos de alumnos son reducidos, las clases son casi personalizadas y el hecho de que los profesores trabajen en el mismo sitio hace que el proceso de aprendizaje sea mucho más fluido”.

A su vez, la mirada de los docentes para ellos también es más que satisfactoria. De esta manera, el docente Gabriel Juárez afirma que “la respuesta de los estudiantes fue muy buena. Sé por experiencia propia que el primer año en cualquiera de los Institutos de CNEA es el más duro, pues los estudiantes se deben adaptar al ritmo, tal vez más exigente que el de las universidades. Pero una vez superada la primer etapa y si hay una buena adaptación, los estudiantes continúan su carrera sin mayores dificultades”. Víctor A. Bettachini completa esta visión agregando que los alumnos han demostrado “un evidente y casi unánime esfuerzo por cumplir con el ritmo que se les impuso desde el primer día. Todo un espaldarazo para nosotros los docentes, pues nos refuerza el gusto por dar clases”.

Es que la carrera también les permite a los alumnos tener una mirada más optimista con relación al futuro y sus posibilidades de incersión laboral. “Me siento muy privilegiada de poder estar estudiando en el Instituto. Durante este año pude darme cuenta de las distintas actividades e incumbencias que podría realizar en el futuro, lo cual me motiva para seguir adelante”, relata María José Cervantes.

No es poca cosa para un alumno sentir que la carrera que está cursando los invita a soñar un futuro con posibilidades para su desarrollo. “A mí siempre me gustó la Ingeniería Nuclear y sobre todo sus aplicaciones. Yo empecé estudiando Física Médica y luego me pasé a la Tecnicatura Universitaria en Aplicaciones Nucleares, de la cual me gradué en el 2013. Cuando me enteré de que iba a abrir la carrera de Ingeniería Nuclear con orientación en Aplicaciones, me dije “esto es lo que yo quiero estudiar”, concluye Soledad Garraza.

Becas para estudiar

Una característica fundamental de la carrera de Ingeniería Nuclear con Orientación en Aplicaciones es el amplio sistema de becas que permite la dedicación exclusiva. “Sin el sistema de becas una carrera full time no se podría sostener. En general, los alumnos, promediando sus carreras universitarias, comienzan a trabajar, lo cual redunda en un retraso que a veces se extiende años. Nuestra carrera toma alumnos con dos años de ingenierías, física o química y se completa en tres años más, es decir, cinco en total. Si se analiza el tema en detalle se comprueba que las carreras duran mucho más de cinco años en la universidad en general. Suele verse que se duplica la duración propuesta en el plan de estudios. Así que podemos decir que en nuestra carrera hay un gran beneficio que es la beca, algo realmente único si consideramos que en muchos países la educación pública y gratuita no existe, al menos no tal como nosotros la conocemos en nuestro país. Pero este beneficio viene asociado a la exigencia de terminar en tiempo y forma según dicta el plan de estudios. Lo cual incrementa la calidad de la formación profesional” sostiene su director, Pablo Vizcaíno.