Una carrera hacia el futuro

Por Sebastián De Toma. En U-238 # 21 Abril – Mayo 2016

La carrera Ingeniería Nuclear con Orientación en Aplicaciones, que comenzó el año pasado, continúa ganando impulso. Tras su homologación en la CONEAU, el optimismo crece alrededor de la salida laboral que se prevé, de la mano de las aplicaciones médicas e industriales.

A mitad del año pasado se creó la carrera Ingeniería Nuclear con Orientación en Aplicaciones en el Instituto Dan Beninson (IDB), que depende de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Se trata de la primera carrera de grado del instituto que, además, cuenta con distintas instancias de pre y posgrado como la Tecnicatura Universitaria en Aplicaciones Nucleares, la Especialización en Radioquímica y Aplicaciones Nucleares, otra en Reactores Nucleares y su Ciclo de Combustible y un Doctorado en Tecnología Nuclear.

La carrera tiene como objetivo formar ingenieros nucleares que estén enfocados en aplicaciones por fuera del desarrollo, manejo y control de los reactores nucleares. Es la única carrera en su tipo en la Argentina, dado que la que ofrece el Instituto Balseiro es una carrera de ingeniería nuclear que hace eje en el diseño de reactores, mientras que la del IDB busca formar profesionales que se orientan a otras aplicaciones de la tecnología nuclear, como la salud, la producción de radioisótopos, las aplicaciones industriales de la radiación el desarrollo de combustibles y el estudio de los materiales de uso nuclear, entre otras. El doctor en Ciencia y Tecnología (UNSAM) y licenciado en Física (UBA) Pablo Vizcaino, director de la carrera, explica que “la industria nuclear necesita profesionales de grado con formación específica en todas estas variantes que son propias del desarrollo de la tecnología nuclear” y por tanto se volvió una necesidad crear una carrera para cubrir distintas áreas que antes se cubrían con egresados de otras carreras de ingeniería que se especializaban con estudios de posgrado específicos.

El dictado de la carrera se realiza en el Centro Atómico Ezeiza de la CNEA y, para poder inscribirse, los alumnos deben tener cursados y aprobados los dos primeros años de alguna carrera de ingeniería (o similar, como ciencias exactas, física o química) y superar un examen de ingreso. Este tramo de la carrera dura tres años y, como exige una dedicación total, está subvencionada por el Estado nacional, a través de la CNEA, con una beca que supera los $7000 (para mantenerla, explica Vizcaino, los estudiantes deben aprobar todas las materias de cada cuatrimestre).

La cursada comenzó en agosto de 2015 con seis estudiantes, la camada que comienza este año será la primera que cursará luego de que la carrera fuera aprobada por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU) el pasado mes de marzo. Además, este año se incorporó un curso virtual (no obligatorio) que tiene lugar desde el 20 de marzo y durará hasta el 20 de mayo, cuando tiene lugar el examen de ingreso.

La carrera espera consolidarse este año como un faro dentro de la actividad nuclear. Su director tiene grandes expectativas de que “se profundice tanto el desarrollo de las diferentes aplicaciones de la medicina nuclear, que es tan importante para la salud de la población como la formación de profesionales asociados a esas tareas, lo cual resulta fundamental porque no los hay”. Y agrega: “Van a ser profesionales de grado, capacitados, con buen conocimiento en este tipo de tareas específicas, como las médicas y las industriales”.

Con relación al desarrollo futuro de la carrera, Carla Notari, decana del IDB y directora de la especialización en reactores nucleares, es optimista “porque hay un despliegue de actividades médicas que se han llevado a cabo en estos años, más que nada con instalaciones médicas en el país: son once, siete nuevas y cuatro en proceso de modernización. Estas instalaciones constituyen, indudablemente, una fuente de atracción para estos ingenieros. Son todos entes públicos con apoyo de provincias, obras sociales y la CNEA”. Vizcaino puntualiza que, si bien en Buenos Aires ya existían varios centros de medicina nuclear, estos se han reequipado en el último tiempo: el Hospital Roffo, el Centro de Medicina Nuclear de la CNEA y el Hospital de Clínicas. Y respecto de los que se están construyendo, menciona, a modo de ejemplo, los de Entre Ríos (Oro Verde), La Pampa (Santa Rosa), Santa Cruz (Río Gallegos), Río Negro (Bariloche), Santiago del Estero y Jujuy. Es decir que la salida laboral está y continuará (presumiblemente) más allá de los cambios en los equipos de gestión. “Si bien parecen postergarse un poco los proyectos, se ha confirmado la construcción de Atucha III, una fuente interesante de salidas laborales; y además están los proyectos propios de la CNEA: el Carem y el RA10”, desarrolla el director de la carrera, quien menciona además las aplicaciones industriales y a la sazón recuerda que muchas empresas y distintos sectores se han desarrollado con la puesta a punto y el comienzo de operaciones en Atucha II.

Durante este año, la UNSAM y el IDB están trabajando para llegar a acuerdos con centros educativos del exterior del país interesados en el sector nuclear para llevar adelante planes en conjunto en relación con la carrera, dado que hay un interés manifiesto fuera de la Argentina. “Nosotros tenemos un plan de internacionalización de la carrera para lo cual a través de la universidad estamos en camino de firmar convenios porque hay interés en esta carrera que, además, tiene características especiales y únicas. Y esto no solo ocurre en el ámbito de la Argentina sino también a nivel internacional, dado que cubre áreas que las ingenierías clásicas no cubren”, explicita Notari.

“Muchas más consultas y mucho interés”

El ingeniero Ricardo Ramos, encargado del ingreso a la carrera, comenta que hay más consultas y más interés que el año pasado “porque hubo más tiempo para realizar una mayor difusión”. Las razones, explica, son varias: por un lado, la carrera —como ya se comentó— está orientada hacia un campo diferente al de la carrera que ofrece el Balseiro en Bariloche; por el otro, no todos quieren mudarse a la ciudad rionegrina.

Consultado por el promedio de edad de los estudiantes, comenta que como necesitan dos años de ingeniería básica aprobada, los inscriptos tienen desde 21 años en adelante, hasta llegar a los 29 o 30. Un importante número de alumnos provienen del interior, lo que, según Pablo Vizcaino, le da un carácter más federal a la carrera.

En el curso de ingreso virtual están anotados 17 estudiantes y prevén que, al momento del examen de ingreso, se presenten muchos más, dado que este curso no es obligatorio.

Las materias

Durante el primer cuatrimestre del primer año de esta carrera (que vendría a ser el tercer año del recorrido universitario del alumno, dado que para ingresar debe tener aprobado los dos primeros años de una carrera de Ingeniería o similar) se cursan cinco materias: Ingeniería Nuclear, Física Moderna, Mecánica Racional y de Sólidos, Biología y Química Orgánica. Luego, en el segundo cuatrimestre, siguen: Laboratorio I, Termodinámica, Radioquímica y Gestión de Calidad. En el siguiente año, durante los primeros cuatro meses deben cursarse Aplicaciones industriales I, Mediciones nucleares, Protección radiológica, Termohidráulica y Técnicas analíticas nucleares y relacionadas; mientras que en la segunda parte del año corresponden Laboratorio II, Aplicaciones industriales II, Radiofarmacia, Instrumentación y control y Seguridad nuclear y convencional. En el tercer y último año de cursada, las materias son: Aplicaciones médicas, Gestión de residuos radiactivos, Producción de radioisótopos, Práctica profesional supervisada (primer cuatrimestre) y Diseño de instalaciones nucleares, Economía y gestión de proyectos, una materia electiva y el Proyecto final integrador (segundo cuatrimestre).