Abel González: la nucleoelectricidad no es la fuente que produce más radiación

Entrevista de Marina Lois a Abel González.

El Dr. Abel González es un referente, a nivel internacional de temas vinculados a la seguridad radiológica. Como miembro del Comité de las Naciones es Unidas para el Estudio de los Efectos de las Radiaciones Atómicas (UNSCEAR) ofrece, en esta entrevista exclusiva un panorama de los principales hallazgos de una investigación realizada por dicho Comité en donde llegan a novedosas conclusiones acerca de la radiación proveniente de otras fuentes energéticas no nucleares tales como el carbón, el petróleo y el gas.

¿Cuáles fueron las razones, las inquietudes o las preguntas de investigación que llevaron al UNSCEAR a realizar el estudio sobre exposición a la radiación que nos presenta?
El Comité de las Naciones Unidas para el Estudio de los Efectos de las Radiaciones Atómicas (UNSCEAR) ya había evaluado que el carbón mineral contiene habitualmente cantidades significativas de radio-226, una sustancia radioactiva natural pero probadamente radio-tóxica. También se sabía que los ductos utilizados en la explotación petrolera se tornaban “radioactivos” debido a la acumulación de sarros conteniendo radio-226. Estos datos y otros similares llevaban a sospechar que la energía nuclear no era la única fuente de energía para generar electricidad que causaba exposición a la radiación en la gente. La reciente investigación y evaluación ha confirmado estas sospechas: no solo que la energía nuclear no es la única que genera exposición a la radiación sino que además ni siquiera es la más significativa.

De forma muy sintética, es posible afirmar que el resultado del estudio sostiene que no es la energía nuclear la principal fuente de exposición a la radiación de las personas, sino que lo es la exposición a la combustión del carbón. ¿Por qué razón, entonces, considera usted que está tan extendida la creencia de que la radiación nuclear es el principal “talón de Aquiles” de la generación de energía por esa vía?
Creo que esta pregunta debería formularse a un psicólogo u otro profesional especializado en el devenir de la psique. A mi entender, el desgraciado y dramático comienzo militar de la energía nuclear, y los horrores causados por el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, han causado una asociación mental generalizada entre la energía nuclear y la radiación y sus posibles efectos perniciosos.
No creo que haya muchas personas que no sepan que la energía nuclear causa radiación y que la radiación puede ser dañina. Sin embargo, muy pocos deben saber que la extracción y quema de combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas, genera exposición a la radiación…. y entre los pocos que lo saben creo que casi nadie imaginaba que para generar electricidad esa exposición es mayor a la causada por la energía nuclear!
Creo que discernimientos de protección, como el que se hace sobre la energía nuclear y la radiación, aunque errados, son muy difíciles de modificar. La psique del hombre, es decir todos los procesos y fenómenos que hacen la mente humana, es muy compleja y en general tiende a fijar e inmovilizar las percepciones negativas aunque fueran imaginadas.

¿Qué otros hallazgos alcanzó el estudio realizado?
Creo que el hallazgo que nos sorprendió a todos (y que nadie imaginaba) fue el impacto de exposición a la radiación derivado de la instalación de centrales eléctricas operadas con paneles solares y en menor medida de centrales eólicas. Esta exposición se debe a la mayor cantidad de materiales, por unidad de energía eléctrica, que es necesario extraer para instalar estas plantas. Toda extracción de material causa exposición a la radiación, sobre todo a los trabajadores involucrados en la extracción pera también, al público cercano. En el caso de las plantas solares y eólicas este problema se agrava porque ambas necesitan de las así llamadas “tierras raras”, elementos químicos extraños tales como el teluro y el neodimio, llamados raros porque su presencia en la naturaleza es anómala, sumamente pobre, y su extracción requiere grandes movimientos mineros.
En lo personal, este hallazgo me causó otra sorpresa: el problema ético que presenta. Mientras que en el caso de la quema de combustibles fósiles versus la energía nuclear, aquellos que incurren en la exposición a la radiación y se benefician de la generación de electricidad son básicamente las mismas poblaciones, y por lo tanto la comparación no genera un problema ético, en el caso de la energía solar y eólica la situación es muy distinta. Los que incurren en la radiación debida a la producción de tierra raras son las poblaciones de los pocos lugares de la tierra donde esas tierras se pueden extraer, pero los que reciben el beneficio de la electricidad son las poblaciones donde los paneles solares y molinos de viento se pueden instalar. Es decir que beneficios y detrimentos se reparten en poblaciones diferentes creando un problema ético al que no le veo una fácil solución.

¿De qué manera un estudio de estas características pretende y puede, efectivamente, incidir en la toma de decisiones de funcionarios, stakeholders y referentes del sector para un mejor desarrollo de las actividades y emprendimientos del sector nuclear?
La influencia de estos nuevos hallazgos debería ser enorme. Aquellos que deciden instalar una central electronuclear piensan que una de sus prioridades es el adecuado control de la exposición a la radiación. Pero este problema no pasa por la imaginación de los que deciden instalar una central alimentada con combustibles fósiles, y ni hablar de aquellos que deciden plantas solares o eólicas.
Más aún, la exposición a la radiación debida a la energía nuclear está regulada por autoridades nacionales sofisticadas técnicamente y además por un régimen internacional de convenciones legalmente vinculantes, estándares universales y provisiones globales para su aplicación. La exposición a la radiación generada por los combustibles fósiles y por la extracción de materiales como las tierras raras en general se encuentra de facto excluida del control reglamentario.
Creo que el estudio del UNSCEAR debería revolucionar estas situaciones.

Para acceder al informe de la investigación haga clic aquí