Argentina: referente en la implementación de medidas de protección radiológica

La protección radiológica permite el uso seguro de las radiaciones ionizantes, protegiendo de sus efectos a las personas y el medio ambiente. La Comisión Nacional de Energía Atómica fue pionera a nivel mundial en esta disciplina, que en la Argentina tuvo como referente al doctor Dan Jacobo Beninson (1931-2003).

Desde la generación de energía eléctrica hasta sus aplicaciones para estudios o tratamientos médicos o la investigación científica, la radiación ionizante ofrece numerosos beneficios a la humanidad. La identificación de esos beneficios fue en paralelo al conocimiento de los riesgos asociados, lo que generó la necesidad de incorporar la Protección Radiológica.

Por sus aportes, el 15 de abril de 1996 Beninson fue distinguido con el premio Sievert, el máximo galardón internacional en la disciplina, que es otorgado por la Asociación Internacional de Protección Radiológica (IRPA, por su sigla en inglés). Por ese motivo, en esa fecha, cada año en América Latina y el Caribe se celebra el Día de la Protección Radiológica.

El doctor Beninson ingresó a la CNEA en 1955 y diez años después fue el fundador y primer presidente de la Sociedad Argentina de Radioprotección (SAR). También fue uno de los impulsores de los tres principios básicos de la actividad, establecidos en 1990 por la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP) en las recomendaciones de la publicación 60.

Estos principios de la radioprotección son:
1. Toda práctica con radiación debe estar debidamente justificada, es decir que su beneficio debe ser mayor al costo asociado.
2. Toda práctica debe ser optimizada, lo que significa que la dosis de radiación debe ser tan baja como sea razonablemente alcanzable, teniendo en cuenta factores económicos y sociales.
3. Toda dosis de radiación debe mantenerse por debajo de los límites máximos admitidos.

Otro de los numerosos temas en los que aportó el doctor Beninson fue el estudio de los factores de ponderación según el tipo de radiación y de tejido y de órganos del cuerpo humano. Además, fue un formador de profesionales. Uno de sus principales discípulos, el ingeniero Abel González, también fue distinguido con el premio Sievert, en el año 2004.
Entre 1997 y 1998, Beninson fue presidente de la Autoridad Regulatoria Nuclear, el organismo nacional que regula y fiscaliza la actividad nuclear en las áreas de seguridad radiológica y nuclear, protección y seguridad física, salvaguardias y no proliferación.

Los tipos de radiación ionizante y sus usos beneficiosos

La radiación ionizante es la energía que liberan los átomos en forma de partículas (alfa, beta o neutrones) u ondas electromagnéticas (rayos gamma o rayos X).

En la Tierra, los elementos radiactivos están desde sus comienzos y los seres humanos convivimos con radiación de origen natural. Como por ejemplo la que proviene del sol o del gas radón que puede estar disuelto en el agua o que emana de la tierra. También nos exponemos a la radiación cada vez que tomamos mate, porque la yerba contiene polonio 210, o cerveza, que tiene potasio 40, al igual que la banana. Mientras tanto, la acelga tiene uranio. Esos componentes son elementos radiactivos de origen natural. Se estima que cada persona en promedio recibe una dosis por radiación natural de 2,4 miliSieverts (mSv) al año.

Por otra parte, existen radiaciones ionizantes de fuentes artificiales, que se utilizan en numerosas y variadas aplicaciones. Por ejemplo, en medicina se las usa para estudios de diagnóstico como radiografías, tomografías, mamografías y resonancias magnéticas. También para los tratamientos de radioterapia. Además, elementos como gasas, jeringas y material quirúrgico se irradian con fuentes de origen artificial para su esterilización.

Las radiaciones ionizantes también se usan para la conservación de alimentos, el control de plagas, la hidrología, la investigación biológica y la generación de energía eléctrica, entre muchas otras aplicaciones.

Debido a la radiación por fuentes artificiales, cada ser humano recibe una dosis en promedio anual de 0,65 mSv. Por ejemplo, cuando se viaja en avión a una altura de 15 km. por encima del nivel del mar se reciben aproximadamente 10 microSieverts por hora, es decir 0,01 miliSieverts, debido a las radiaciones cósmicas.

Todo esto no es peligroso, ya que no hay evidencia de que un ser humano expuesto a menos de 100 mSv al año pueda sufrir los efectos negativos de la radiación. A bajas dosis, estos efectos se llaman “estocásticos”, es decir que son probabilísticos. Cuanta más dosis se reciba mayor es la probabilidad de desarrollar algún tipo de enfermedad, como el cáncer. Pasado el umbral de 1 sievert (equivalente a 1.000 mSv), los efectos son llamados “determinísticos”. Uno de los primeros que se pueden identificar es la disminución de los linfocitos, glóbulos rojos y plaquetas en la sangre. A mayores dosis, también aparecen quemaduras por radiación.

La disciplina que nació para usar la radiación evitando sus efectos negativos

“En 1922, algunos médicos que realizaban prácticas con radiación sin medidas de protección comenzaron a desarrollar enfermedades como cáncer o cataratas. Fue así que empezó la disciplina de la protección radiológica y la necesidad de establecer normas y definir magnitudes y unidades radiológicas”, cuenta la ingeniera química con especialización en Protección Radiológica y Seguridad Nuclear Ayelén Giomi, gerenta del Área Seguridad Nuclear y Ambiente de la CNEA.

“Lo interesante de la radioprotección es que está en continua evolución y por lo tanto hace falta estudiar y actualizarse todo el tiempo -asegura Giomi-. Por ejemplo, en un inicio y como se menciona en el ICRP 60, se creía que el tejido u órgano más sensible a la radiación eran las gónadas, pero después se descubrió que son las mamas. Esto apareció en el ICRP 103, que es el que reemplazó al ICRP 60”.

¿Cuáles son las protecciones frente a la radiación? Los riesgos por irradiación externa se reducen aplicando tres técnicas básicas: distancia, tiempo y blindaje. A mayor distancia de la fuente radiactiva y menor tiempo de exposición, se reduce la dosis por radiación externa. Mientras tanto, con el uso de blindajes se puede frenar o atenuar la radiación. “Por ejemplo, una simple hoja de papel frena a las partículas Alfa, el aluminio a las Beta y el hormigón a los neutrones. Los rayos gamma o X, que son ondas electromagnéticas, no se frenan, pero sí se pueden atenuar, por ejemplo, interponiendo plomo entre la fuente radiactiva y la persona expuesta”, explica Giomi.

La protección radiológica se aplica en tres categorías de personas: las que trabajan con la radiación; pacientes que se someten a técnicas de diagnóstico, intervencionismo o tratamientos terapéuticos que implican exposición a la radiación, y miembros del público, que son los que no están en las categorías anteriores, pero pueden estar expuestos a la radiación que se encuentra en el medio ambiente.

En la Argentina, el límite máximo de dosis efectiva por radiación artificial para el público es de 1 mSv al año. Para los trabajadores es de 20 mSv anuales promediados en 5 años consecutivos (100 mSv en 5 años), no pudiendo excederse los 50 mSv en ninguno de los años individuales. Para los que trabajan con medicina nuclear, el límite es de 6 mSv anuales. En cambio, para los pacientes no hay límites de dosis, pero se utilizan los principios de justificación y optimización.

Los trabajadores que se desempeñan en instalaciones de mayor riesgo o clase I, como reactores nucleares de investigación o de potencia, la Planta de Irradiación Semi Industrial del Centro Atómico Ezeiza o en fisión nuclear, deben cumplir dos requisitos principales. Primero tienen que capacitarse y rendir un examen para obtener una licencia individual y, luego, realizar un entrenamiento en la instalación según la función que van a desarrollar para obtener una autorización específica emitida por la Autoridad Regulatoria Nuclear.

En sus lugares de trabajo se exponen a dos tipos de riesgo: la contaminación (interna o externa) y la irradiación. Para evitar contaminarse en forma externa deben cumplir con las normas de higiene y seguridad laboral. Por ejemplo, tienen prohibido comer en el sitio de trabajo o manipular sus teléfonos celulares.

Mientras tanto, se realizan monitoreos del área de trabajo y del personal. Dependiendo del tipo de riesgo asociado, se utilizan por ejemplo monitores que analizan la radiación en el ambiente laboral y medidores de radiación con alarmas.

En algunas instalaciones, al salir de zona controlada los trabajadores pasan por un portal que también mide la presencia de radiación. Además, el trabajador utiliza un dosímetro TLD, que luego es analizado en un laboratorio para posterior registro y evaluación de la medición. En el caso de riesgo por contaminación interna, se suelen usar equipos de medición directa, como contadores de todo el cuerpo, o técnicas indirectas como el análisis de muestras de orina.

Con respecto a los pacientes, la protección se aborda reduciendo al mínimo los riesgos asociados a su atención. En técnicas de diagnóstico de medicina nuclear se utilizan blindajes para proteger los órganos que no deben recibir radiación y se cumple con los procedimientos establecidos. Para los tratamientos radiológicos, se usan colimadores que direccionan la radiación exclusivamente hacia el tumor.

En cuanto al público, lo importante es que con las fuentes asociadas a situaciones de exposición planificada se cumplan los límites de dosis. Por otra parte, el medio ambiente se controla por medio de monitoreos, por ejemplo, del agua, el suelo, el sedimento y el aire. El plan de monitoreo radiológico ambiental debe incluir estudios, como mínimo, en el punto de mayor concentración; un punto blanco no influenciado por la instalación; el punto donde se encuentre la persona más expuesta o representativa y un punto de interés para el público.

El compromiso y la obligación de la CNEA es cumplir con todas las normativas y leyes vigentes en materia de radioprotección.

Este 15 de abril, entonces, se homenajea al doctor Dan Jacobo Beninson, pero también es un día para recordar la importancia de sus enseñanzas para aprovechar los beneficios de la radiación al mismo tiempo que se minimizan sus riesgos.

 

Redactado por el Departamento de Prensa de la CNEA.