Garoña: pasado, presente y futuro de un clásico español

Por Sebastián De Toma. En U-238 # 13 Septiembre 14

La central nuclear de Garoña, la más antigua de España, inició sus actividades en 1970 y quedó definitivamente fuera de servicio a fines de 2012. Sin embargo, a mediados de 2013, y a raíz de medidas impositivas aprobadas en el Parlamento, la empresa Nuclenor solicitó autorización para renovar el permiso de funcionamiento de la planta y extender su vida útil hasta 2031. Que el Consejo de Seguridad Nuclear haya explicitado sus requisitos y haya ampliado el pedido de documentación es, para quienes ven en la central una opción dinamizadora de la economía de la región, un buen augurio.

Santa María de Garoña fue una central nuclear española tipo BWR (Boiling Water Reaction o reactor de agua en ebullición) con una potencia instalada de 466 megavatios. Comenzó su actividad en 1970 y por motivos económicos quedó completamente fuera de servicio a finales de 2012.

Desde 2006 y hasta que cesó de operar de manera definitiva, esta central, ubicada en la provincia de Burgos, fue, tras el cierre de la José Carbrera, la más antigua en funcionamiento de España.

La producción eléctrica de la planta rondaba, en promedio, los 3500 gigavatios (GW) de energía anual. En 2011, con una producción de 3.742 GW, produjo el 6,5 por ciento del total de la producción nuclear española y contribuyó con el 1,4 por ciento de las necesidades de energía del país.

Garoña, año cero

La construcción de la central nuclear de Garoña comenzó con la autorización que obtuvo Nuclenor, allá por agosto de 1963, para la construcción de una nueva central en suelo ibérico.

El periplo continuó con un concurso internacional para decidir el tipo de central que sería construida. De la compulsa resultó vencedora la empresa estadounidense General Electric. El proyecto ganador propuso una planta que la convertiría, por un tiempo, en la más grande de Europa.

Las obras se iniciaron en 1966 y continuaron hasta octubre de 1970, cuando la central —bajo la dirección del doctor ingeniero industrial Joaquín Cervera— fue puesta en marcha. Luego, el 2 de marzo de 1971, fue conectada a la red eléctrica nacional española.

La vida útil de la central de 40 años finalizaba en 2011. Sin embargo, en 2009 el gobierno autorizó una prórroga hasta mediados de 2013, luego de que la autoridad nuclear pertinente, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), estableciera una serie de condiciones que la empresa debía cumplir. Entre ellas se incluían obras para adaptar el reactor tras el accidente de Fukushima (con la que compartía modelo de reactor y contención, aunque el diseño de Garoña fue mejorado por los españoles a través de los años).

Salida de servicio

La parada provisional del reactor y el desacoplamiento de la Red Eléctrica se realizó el 16 de diciembre de 2012. El 22 de diciembre de ese mismo año se extrajo todo el combustible del reactor.

El cierre se produjo seis meses antes del fin de la licencia, que ocurría en julio de 2013, debido a nuevos impuestos aprobados por el parlamento español —la Ley de Medidas Fiscales para la Sostenibilidad Energética: una tasa del 7% a la generación eléctrica, más otra a los residuos nucleares—, lo que significaba para la empresa unos 153 millones de euros al año, que se sumaban a los 120 millones de euros de las mencionadas obras derivadas del accidente en Fukushima. Esto suponía un aumento de los costos de operación de la central por sobre el 30%.

Hoy en día, en la planta se continúan realizando labores de mantenimiento y conservación de sistemas y equipos para, de esta manera, garantizar la seguridad de la instalación, así como para revertir su situación actual.

Un posible nuevo principio

El 30 de octubre de 2013, el Congreso de los Diputados de España aprobó un conjunto de enmiendas a los impuestos que establecen la no retroactividad del impuesto sobre los residuos y una consideración fiscal distinta para la última recarga (la base imponible del impuesto se calcula en función de la media de las 4 últimas). Esto hace que mejoren las cargas fiscales que antes imposibilitaban la continuidad de la planta y que cambie el escenario económico. De acuerdo a fuentes cercanas a la empresa, el incremento en el costo de operación se reduciría del 30% antes mencionado a un 20% (con un escenario de operación hasta 2024).

A partir de estos hechos, Nuclenor solicitó al CSN en mayo pasado la solicitud al Ministerio de Industria y Energía español para renovar el permiso de funcionamiento de la planta hasta el 2 de marzo de 2031, es decir, 17 años más. En esa fecha se cumplirían los 60 años de explotación comercial.

No es un imposible pensar en la extensión de la vida útil de Garoña. En Estados Unidos funcionan, en la actualidad, 104 reactores nucleares de los cuales 35 son de la misma tecnología que la central ibérica. 74 de estos reactores han obtenido licencia de su organismo regulador para operar hasta los 60 años. Entre los 74 citados, hay 27 que son de la misma tecnología de Garoña y que superan ya los 40 años de funcionamiento. Además, en Europa, existen reactores de la misma tecnología y antigüedad que Santa María de Garoña operando en Suiza, Suecia, Alemania, por citar algunos ejemplos.

Compás de espera

El 30 de julio de este año El CSN le solicitó a Nuclenor nuevos documentos y requisitos que deberá añadir a la solicitud de renovación de la autorización.

Entre las condiciones establecidas en la Instrucción Técnica Complementaria (ITC), se destaca el pedido de una completa revisión del “estado funcional” y de “integridad estructural” de la vasija del reactor para descartar defectos como los encontrados en la central belga de Döel (donde se detectaron miles de pequeñas fisuras en el acero de su vasija y que comparte fabricante con la central española —la General Electric—).

Otros requisitos incluidos en el ITC, que apunta a evitar situaciones como las que ocurrieron en Fukushima, son:

  •  Emplazar un Centro Alternativo de Gestión de Emergencias (CAGE) desde donde dirigir una situación de catástrofe.
  •  Instalar un sistema de venteo filtrado para despresurizar y mantener la integridad estructural de la contención, evitando mediante los filtros la emisión de radiactividad al exterior de la central.
  •  Instalar, también equipos recombinadores de hidrógeno para evitar explosiones de este gas y un nuevo sistema para el tratamiento y control de los gases radiactivos.
  •  Construir estructuras de la contención en caso de accidente, que cumpla en su integridad con los requisitos de separación física entre sus diversos componentes (filtros y paneles de control).
  •  Mejorar el aislamiento de la contención primaria e instalar válvulas en diversas tuberías que atraviesan dicha contención, para su sellado en caso de un hipotético accidente.
  •  Mejorar el sistema de protección contra incendios mediante el refuerzo de los equipos para la resistencia a sismos, la instalación de compuertas cortafuegos y un nuevo trazado de los cables eléctricos y de control del sistema.

Nuclenor tiene tiempo hasta el 30 de septiembre para presentar un calendario de trabajo con las fechas previstas para cumplir con estos requisitos a El CSN. Será luego de recibir dicha información y comprobar su viabilidad que procederá a emitir su informe sobre la posibilidad de reabrir la central.

La situación, como puede verse, no es sencilla. Sin embargo, la central de Santa María de Garoña siempre funcionó como un elemento dinamizador de la economía y el empleo en las regiones de Castilla y León. Además, tuvo un papel relevante en el desarrollo de la industria nuclear española. Por lo tanto, tal vez podamos permitirnos pecar de optimistas.

Nuclenor

Electra de Viesgo S. A. e Iberduero S. A., empresas dedicadas a la generación eléctrica, se unieron en marzo de 1957 para desarrollar la aplicación de la energía nuclear a la generación eléctrica. De esta reunión nació Nuclenor.

Fruto de esta colaboración nació la central de Santa María de Garoña. Hoy en día los propietarios de la empresa son, con el 50% del capital cada uno, Endesa desde 1989 e Iberdrola desde 1991.

Si bien Garoña es —o fue— el activo principal de Nuclenor, el grupo adquirió en 1992 el 2% de la central nuclear de Trillo (ubicada junto al Río Tajo y la última central en entrar en funcionamiento en España). En 1995 la empresa, junto a PROINSA (Grupo EULEN), y al 50%, constituyó Medidas Ambientales, una sociedad dedicada a todo tipo de análisis medioambientales.

Nuclenor tiene fijada en Santa María de Garoña tanto su sede social como su domicilio fiscal. Este hecho tiene una importante repercusión en la vida social y económica de Burgos y de Castilla y León.

¿Es obsoleta Garoña?

Desde su inicio, Nuclenor ha mantenido, con respecto a la central, una política de actualización tecnológica permanente, con un promedio de inversiones anuales del orden de los 15 millones de euros, que han dado como resultado una mejora constante en seguridad y fiabilidad, a saber:

  •  Desde finales de los años 80 se han invertido alrededor de 430 millones de euros en modernización, puesta al día y actualización tecnológica de la planta.
  •  Las mejoras que se han incorporado han supuesto la sustitución de más del 50% de los equipos y componentes de la central.
  •  Además, se han realizado más de 2.500 modificaciones de diseño para adaptar la instalación a los nuevos requisitos de funcionamiento y las mejoras tecnológicas.