El 31 de mayo de 1950 el Presidente Juan Domingo Perón creó la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), mediante el Decreto Nº 10.936/50, con el objetivo de brindar un marco institucional al sistema tecnológico nuclear.
Este primer paso marcó un hito fundamental en la historia argentina, al transformar a nuestro país en el primero del hemisferio Sur en ser capaz de incursionar en el desarrollo de la energía nuclear con fines pacíficos.
Siete décadas después de su creación y luego de superar a varios gobiernos que despreciaron a la ciencia y a la tecnología, en la actualidad el sector nuclear argentino vuelve a ocupar lugares de relevancia en el plano internacional con proyectos como el CAREM, el primer reactor modular –y de diseño 100% nacional- que se está construyendo en todo el mundo.
Este hito se suma a otros conseguidos en los últimos años como la puesta en marcha de la Central Nuclear “Presidente Néstor Kirchner” (ex Atucha II), el inicio del proceso de extensión de vida útil de la Central Nuclear Embalse, la construcción del RA-10 y el Plan de Federalización de la Medicina Nuclear, que permitirá una mayor cobertura y federalización de institutos para el tratamiento de enfermedades complejas como el cáncer, a lo largo y ancho del país.
A través de sus empresas asociadas, como INVAP SE, la CNEA exporta reactores de investigación y tecnología nuclear a diversos países del mundo. Además, es uno de los pocos productores en el mundo de cobalto 60, utilizado en radioterapia, y el es principal exportador de radioisótopos de América Latina.
La investigación científica, el desarrollo tecnológico, el enriquecimiento de uranio gracias a la refuncionalización del Complejo Tecnológico Pilcaniyeu (Río Negro), el uso de las radiaciones ionizantes, y la formación de profesionales a través de los Institutos Balseiro, Sabato y Dan Beninson, posicionan al país entre los 10 principales con mayores niveles de desarrollo nuclear y con una alta contribución a la no proliferación nuclear.