Importante descubrimiento de científicos del Proyecto Pierre Auger sobre el origen de los rayos cósmicos

Un trabajo científico publicado esta semana en la revista Science confirma que los rayos cósmicos se originan fuera de la Vía Láctea. El descubrimiento estuvo a cargo de un equipo que nuclea a 400 científicos de 90 instituciones y 16 países (en el que juegan un rol protagónico un grupo de argentinos) que participan del proyecto Pierre Auger.

De acuerdo con la astrónoma Beatriz García, vicedirectora del Instituto de Tecnología y Detección de Astropartículas (ITEDA-CNEA) e investigadora del CONICET, “la diferencia entre esta publicación y otra de 2007, donde ya proponíamos un origen extragaláctico, es el «grado de confianza»: aquella vez habíamos alcanzado lo que los físicos conocemos como «2,5 sigmas»; en cambio, ahora llegamos a «5,6 sigmas». Es indudable. La seguridad de que esto no es un dato al azar es altísima».

Los investigadores llegaron a esta conclusión después de analizar registros reunidos durante 12 años por el Observatorio Pierre Auger, ubicado en Malargüe, Mendoza. Esta es la instalación experimental más grande del mundo, que graba el paso de estas partículas con su red de 1600 detectores distribuidos en 3000 kilómetros cuadrados y con 24 telescopios diseñados para registrar la fluorescencia que emiten.

Los rayos cósmicos son partículas extremadamente pequeñas (en su mayoría son núcleos de átomos) que viajan por el Universo casi tan rápido como la luz: a casi a 300.000 kilómetros por segundo. Cuando chocan contra la atmósfera terrestre desatan una cascada de partículas secundarias que puede desparramarse sobre 40 kilómetros o más. Aunque se conocen desde hace más de medio siglo, su origen y mecanismo de producción siguen siendo un misterio.

Entre enero de 2004 y agosto de 2016, los sensores del Pierre Auger detectaron miles de rayos cósmicos de ultra alta energía llegados desde ciertas direcciones. «Las observaciones indican que el flujo de rayos cósmicos de altísimas energías es un 6% mayor en una mitad del cielo que en la otra», cuenta el físico del CONICET en el Instituto Balseiro Esteban Roulet, también autor del trabajo.

«Los rayos cósmicos son las partículas de mayor energía que se conocen y no se sabe cómo fueron aceleradas y cómo fue su viaje hasta la Tierra», agrega Silvia Mollerach, investigadora del Conicet y otra de las autoras que firman la investigación. Ahora los científicos estiman que necesitarán diez años más de observaciones para determinar con un alto grado de confianza qué tipo de partículas son.