Por Fernando Krakowiak. En U-238 Marzo 14
Argentina se ha destacado en las últimas décadas por una creciente cooperación nuclear con países de América Latina, el Magreb, el Golfo Pérsico, el sudeste asiático y Oceanía. La estrategia de vinculación internacional fue posible por los acuerdos políticos que abrieron el camino para que el país pudiera exportar tecnología y servicios a partir de las capacidades desarrolladas por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y por la empresa estatal INVAP. A su vez, en los últimos, años esta inserción internacional se fortaleció con el relanzamiento del plan nuclear concretado en 2006. Lo que sigue es un detalle de los principales logros en materia de exportación.
Argelia. En 1984 Argentina y Argelia firmaron un convenio de cooperación científica y tecnológica y, al año siguiente, INVAP obtuvo un contrato para exportarle a esa nación africana un reactor de investigación de 1MW de potencia y una planta para fabricar elementos combustibles nucleares. El reactor, bautizado NUR, se inauguró en Argel en abril de 1989 tras 18 meses de construcción. En la última década, Argelia tomó la decisión de desarrollar su primera central nuclear de potencia y en ese contexto comenzó a dar una serie de pasos previos para concretar el objetivo, entre los que se incluyen la ampliación de la capacidad de su reactor de investigación y la instalación de una planta de radioisótopos. INVAP se posicionó entonces nuevamente como un posible proveedor de esos servicios, aprovechando las capacidades de CNEA y su propia experiencia como exportador de tecnología aplicada. Las nuevas restricciones vigentes para la transferencia de tecnología nuclear obligaron a negociar además un convenio país-país que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner firmó durante su gira por el Magreb en noviembre de 2008. El año pasado, INVAP terminó de acordar los términos del trabajo con Argelia y ahora la actividad podría ponerse en marcha.
Egipto. En 1988 la CNEA y la Autoridad de Energía Atómica (AEA) de Egipto firmaron un Acuerdo de cooperación en el campo de los usos pacíficos de la energía nuclear. Ese vínculo le permitió a INVAP presentarse a la licitación que la AEA realizó en 1989 para construir el reactor ETRR-2 de 22 megavatios. En 1992 la empresa fue seleccionada, un año después comenzó la obra y en febrero de 1998 se inauguró el reactor con la presencia del presidente egipcio Hosni Mubarak y su par argentino, Carlos Menem. Además, INVAP diseñó, construyó y puso en marcha en diciembre de 2011 una planta de producción de radioisótopos en Inshas, en las afueras del Cairo.
Australia. En junio de 1998, la Organización de Ciencia y Tecnología Nuclear Australiana (ANSTO, según las siglas en inglés) convocó a licitación para el diseño, la construcción y la puesta en marcha de un reactor nuclear en la localidad de Lucas Heights, a 35 kilómetros de Sydney. La oferta de INVAP se impuso por sobre las propuestas de tres poderosas firmas del sector a nivel internacional: la alemana Siemens, la francesa Technicatome y la canadiense AECL (responsable de la construcción de Embalse Río Tercero). El contrato se firmó por 180 millones de dólares (luego terminaría superando los 200 millones) y la empresa rionegrina, con el asesoramiento de la CNEA, comenzó la obra en abril de 2002. Finalmente, el reactor OPAL, de 20 megavatios de potencia, se puso en marcha el 12 de agosto de 2006 y se lo inauguró oficialmente el 20 de abril de 2007. Fue la mayor exportación tecnológica llave en mano de la historia argentina. Además, INVAP y CNEA fabricaron y proveyeron los combustibles nucleares para el reactor. Luego, INVAP también participó en la introducción de mejoras y la ampliación de la planta de radioisótopos australiana.
Brasil. En mayo de 1980, Argentina y Brasil firmaron un acuerdo de cooperación para el desarrollo y la aplicación de la energía nuclear con fines pacíficos. La puesta en práctica de ese acuerdo se plasmó mediante convenios específicos entre los organismos nucleares de los dos países, pero la relación avanzó con altibajos por las dificultades presupuestarias que evidenciaron los programas nucleares y la desconfianza mutua. La Declaración Conjunta sobre Política Nuclear, firmada por los presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney el 30 de noviembre de 1985, dio comienzo a una nueva etapa en la relación nuclear. Las visitas presidenciales a las plantas de enriquecimiento de uranio (Pilcaniyeu en 1987 y Aramar en 1988) fueron ejemplos concretos de esa mayor confianza. Además, en 1991 se dio un paso más al acordar la creación de la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC), la cual se puso en funcionamiento un año después. El posterior ingreso de la Argentina (1994) y de Brasil (1996) al Grupo de Países Proveedores Nucleares y la adhesión al Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (Argentina en 1995, Brasil en 1998) favoreció aún más la integración. Como consecuencia de esa mejor relación, en 2010 la CNEA le empezó a exportar a Brasil Molibdeno 99 fabricado en su Planta de Producción de Radioisótopos instalada en Ezeiza. Los brasileños se abastecían de Canadá, pero ante el retiro del mercado de ese proveedor surgió la posibilidad para Argentina. A su vez, en enero de 2011, Cristina Fernández de Kirchner y Dilma Rousseff firmaron un acuerdo donde dejaron en claro que los dos países estaban interesados en producir radioisótopos de uso médico e industrial, investigación y ensayos de material nuclear. En el caso argentino, el objetivo era incrementar esa capacidad de producción. Entonces se decidió avanzar conjuntamente en la construcción de dos reactores multipropósito de 30 megavatios cada uno, llamados así porque tienen la potencia suficiente no sólo para hacer investigación sino también para formación y producción de radioisótopos. Cada país paga y construye su reactor, pero INVAP es la empresa encargada de llevar adelante la ingeniería de ambos reactores. Para junio está previsto que finalice la ingeniería básica del reactor brasileño y es probable que también tenga a su cargo la ingeniería de detalle.
Perú. En 1968 Argentina y Perú firmaron un acuerdo de cooperación para usos pacíficos de la energía nuclear. En ese contexto, se acordó venderles un pequeño reactor para investigación y capacitación de personal (RP-0) que la CNEA comenzó a construir en 1977 y puso en marcha un año después. Además, en 1977 la CNEA y el Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN) habían sellado un convenio para la provisión del Centro de Investigaciones Nucleares del Perú, que incluía un reactor de investigación de 10 MW (RP-10), una planta de producción de radioisótopos y el Centro de Protección Radiológica y Seguridad Nuclear. El Centro de Investigaciones, con el reactor RP-10 incluido, se inauguró formalmente en 1988 en Huarangal, Lima. Esas fueron las primeras exportaciones nucleares que realizó el país. En febrero de este año, el Ministerio de Planificación informó además que INVAP ganó una licitación por 2 millones de dólares para proveerle elementos combustibles al RP-10, que serán fabricados por la CNEA. Ahora sólo resta la firma del contrato.
Arabia Saudita. Es uno de los países que genera más expectativas entre los proveedores nucleares porque en los últimos años manifestó su voluntad de construir centrales nucleares de potencia y tiene los recursos para hacerlo. Su camino hacia la generación nucleoeléctrica lo podría empezar con el desarrollo de un centro de investigación y de formación y con la instalación de un reactor de investigación multipropósito. Ahí es donde aparece Argentina a través de INVAP como oferente, porque el país es el principal referente en la fabricación de ese tipo de reactores. Otra posibilidad es venderle un reactor modular de potencia pequeño, como el CAREM 25, pero eso es a más largo plazo, porque Argentina todavía no concluyó la construcción de su propio prototipo. Los avances en el vínculo con Arabia fueron posibles gracias a que los gobiernos de ambos países firmaron en junio de 2011 un convenio país-país, durante una visita del ministro de Planificación, Julio De Vido, a Riad. A su vez, la empresa estatal rionegrina, conducida por Héctor Otheguy, ya hizo algunos trabajos menores para la nación árabe. Fue contratada para identificar el mejor lugar para instalar una planta de tratamiento del material radioactivo que surge de los pozos de petróleo y también para diseñar esa planta. La intención del gobierno argentino es que el vínculo no se limite a la transferencia de tecnología nuclear, sino que tenga como contraparte el aporte de recursos energéticos por parte de los saudíes.
Emiratos Árabes. Es otro de los países que en los últimos años decidió darle impulso al desarrollo de la energía nuclear a partir de la compra de centrales llave en mano. En 2009 firmó un contrato por 40 mil millones de dólares con un consorcio coreano encabezado por la empresa KEPCO para que le construya cuatro reactores de potencia y los mantenga y opere durante 20 años. Los emiratíes también contratan los servicios de regulación. Casi no tienen funcionarios locales entre las autoridades nucleares del país. El principal responsable del organismo regulador es un australiano y en el directorio hay estadounidenses y franceses. En este contexto, Argentina firmó el 14 de enero de 2013 con Emiratos un acuerdo de cooperación de uso pacífico de la energía nuclear y ahora está explorando la posibilidad de transferirle tecnología. Una posibilidad es venderle el CAREM, que le puede servir para abastecer con energía a zonas aisladas, desalinizar agua de mar y realizar monitoreos ambientales.
Qatar. Todavía no se firmó un convenio país-país porque el país árabe aún no tiene ningún desarrollo nuclear, pero hubo avances en el establecimiento de un vínculo con Qatar Fundation, organismo conducido por la sheikha Mozah Bint Nasser, esposa del emir Hamad Bin Khalifa, que tiene a su cargo el desarrollo científico y tecnológico del país. De hecho, Qatar destina el 2,8 por ciento de su PBI a la investigación científica, dinero que es administrado por la sheikha. El objetivo de Qatar es convertirse en un polo internacional de desarrollo científico y tecnológico. Por ese motivo, Argentina ofreció verderle un reactor nuclear de investigación multipropósito. Como parte del acuerdo, se comenzaría a importar gas natural licuado para regasificar en el país.
Indonesia. En 1990 se firmó con este país asiático un acuerdo para la cooperación en los usos pacíficos de la energía nuclear, pero luego no se avanzó con ningún tipo de intercambio. La relación se reflotó en enero de 2013, cuando Cristina Fernández de Kirchner visitó Jakarta. Indonesia tiene más de 17.500 islas, por lo tanto, les interesó la posibilidad de comprar reactores de baja potencia como el CAREM que está construyendo Argentina ya que, entre sus posibles aplicaciones, figura el suministro de energía en regiones aisladas a un costo razonable. “Durante la reunión también hablamos de cooperación en medicina nuclear, dada nuestra producción de radioisótopos, y coincidimos en impulsar el intercambio de conocimientos, a partir de nuestra experiencia con Atucha II y con la extensión de la vida útil de Embalse”, señaló en aquella ocasión la titular de CNEA, Norma Boero, quien participó de la visita oficial a Jakarta.
Argentina tiene más de seis décadas en la actividad nuclear y alcanzó un grado de desarrollo considerable en los distintos eslabones de la cadena productiva. A diferencia de otras industrias donde se compraron procesos industriales completos llave en mano, en el sector nuclear la estrategia siempre consistió en impulsar desarrollos propios. Esa ventaja es la que también le permitió al país posicionarse en los últimos años como un exportador de tecnología, carta de presentación que sirvió a su vez para mejorar la inserción internacional.
Imagen: Gentileza INVAP