Por Gabriel De Paula. En U-238 # 24 Noviembre – Diciembre 2016
En el número anterior de U-238 desarrollamos algunas ideas sobre la relación del sector nuclear con la política y la economía global, centrándonos en la dinámica que presentan las variables medioambientales, la disponibilidad de recursos naturales estratégicos, la calidad de vida y el conflicto.
El objetivo central fue revisar esas cuestiones vertebrales del sistema económico político mundial, considerando la utilización de tecnologías aplicadas que inciden de forma positiva en el medio ambiente y la calidad de vida. En esta segunda parte, la propuesta es presentar ejemplos de diferentes programas del sector nuclear en diferentes países sobre control de contaminación y purificación del agua, irradiación de alimentos y mejora de cultivos.
Asociado al medio ambiente, también vamos a tener al desarrollo económico y social como objetivo de largo plazo, operativizado en programas concretos de abordaje territorial. Es así que el desarrollo sustentable se establece como otro de los ejes de política pública, a la vez que sustenta el ciclo de acciones tendientes a la paz y la seguridad globales. Gráficamente, podemos ver cómo puede trabajarse el conflicto hacia la paz a partir de estos ejes, en los cuales la energía nuclear juega un papel fundamental.
Agua, el recurso más abundante (y escaso)
Sabemos que cerca del 70% del planeta tierra es agua y que de ese porcentaje apenas un 3% o 4% es agua dulce; el resto, agua salada. Sin entrar en detalles sobre la cantidad de agua dulce en superficie, acuíferos y napas subterráneas, es posible afirmar de manera contundente que el escenario es de escasez, y donde hay escasez, hay conflicto.
Además, aparece el factor contaminación, que hace todavía más complicado el acceso al agua potable y por ende, mayor proclividad a las problemáticas sociales que pueden derivar en conflicto.
Entonces, ¿por qué al principio de estos párrafos decimos que el agua es un recurso abundante? Sencillamente porque lo es, aunque no en la disponibilidad geográfica ni composición química apta para el consumo y las actividades productivas.
En ambos casos, agua dulce y agua salada pueden ser explotadas a partir del uso de diferentes herramientas y tecnologías nucleares. Como en otras áreas productivas, tanto por una cuestión de mercado como de escala, los costos pueden ser elevados. Por ejemplo, en el caso del petróleo, la exploración y explotación en alta mar es sustentable a un determinado precio del barril, a la vez que depende de los escenarios geopolíticos de conflicto en zonas productoras que pueden aumentar o reducir los flujos de los hidrocarburos. En el mismo caso de las plataformas petroleras en el mar, la tecnología permite hacer más eficiente la explotación, reduciendo costos y aumentando efectividad.
La ventana de oportunidad de la energía nuclear es interesante de analizar, ya que con herramientas de exploración subterránea puede encontrarse agua en lugares que previamente no se tenía conocimiento, mejorar los métodos de purificación, o cambiar su composición química, por medio de la desalinización del agua salada (marina o de napa salobre). Veamos algunos ejemplos.
La hidrología isotópica es una técnica utilizada para conocer los movimientos del agua en el ciclo hidrológico en una zona determinada. A partir de los datos generados es posible contar con conocimiento de las variables como ser origen, forma de recarga, riesgo de intrusión o contaminación por agua salada u otras fuentes. De esta manera la toma de decisiones sobre la gestión del agua se vuelve más eficiente, al poder proyectar escenarios. Tal como plantea un artículo del Organismo Internacional de Energía Atómica, “Gestión de los recursos hídricos mediante la hidrología isotópica”, sobre calidad de vida y medio ambiente “esas decisiones pueden significar a veces la diferencia entre la prosperidad y la miseria”.
Otras aplicaciones de las técnicas isotópicas en hidrología permiten obtener información sobre las aguas subterráneas. Desde la perspectiva que estamos desarrollando, nos interesa resaltar que a partir de estos estudios se generan datos sobre interconexiones con acuíferos, un terreno poco explorado, pero muy actual. Tengamos en cuenta que Argentina comparte con Paraguay y Brasil el Acuífero Guaraní, lo que para algunos es un verdadero océano de agua dulce.
En cuanto a la contaminación de las aguas, el sector nuclear también está en capacidad de aportar herramientas. Por ejemplo, se emplean isótopos para conocer los índices de contaminación de los cursos de agua, lo cual alerta y previene a las poblaciones que hacen uso de esta misma. Además, empresas como ROSATOM han desarrollado tecnologías para tratar aguas residuales y descontaminar fuentes de agua por medio de la irradiación.
Por último, encontramos la desalinización del agua marina y salobre, lo cual nos hace reflexionar sobre ese 65% de agua salada que cubre la superficie terrestre. La expansión de las técnicas para convertir al agua salada en agua dulce potable configura un escenario promisorio para las poblaciones que no cuentan con agua.
Una experiencia para subrayar es la de un grupo de científicos indios que logró desarrollar un sistema para potabilizar agua salada del mar y del subsuelo que emplea el vapor generado por un reactor nuclear para purificar y desalinizar el líquido. Se trata de una planta piloto ubicada en Kalpakkam, con una potencialidad para producir más de 6 millones de litros de agua potable al día. Es decir, que solo esta planta puede darle un litro de agua a 6 millones de personas cada día que pasa. En la Argentina, hay diferentes programas asociados al CAREM que apuntan a la desalinización del agua, alguno de ellos apoyados por el OIEA.
Como podemos apreciar, la abundancia y la escasez son parámetros variables, relativos y, principalmente, políticos. Al respecto, resume de forma extraordinaria la relación entre agua y conflicto la frase de John F. Kennedy, cuando afirma que “quien fuera capaz de resolver los problemas del agua sería merecedor de dos premios Nobel: uno por la Paz y otro por la Ciencia”.
Seguridad alimentaria
En la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996, los países parte llegaron a una definición: “existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana”.
A partir de esta definición, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) propone cuatro dimensiones para medir y diseñar políticas de seguridad alimentaria: disponibilidad, acceso, utilización y estabilidad. Sobra decir que la seguridad alimentaria en el mundo es un objetivo que está lejos de ser alcanzado. Tal es la situación, que en 2015 la misma FAO publica el mapa del hambre en el mundo.
Hablar de índices de seguridad no es solo una cuestión metodológica, sino que es un llamado de atención política, en tanto también se define desde donde se aborda el problema, o mejor dicho, desde donde se parte para llegar a una solución.
En lo que respecta al sector nuclear, hay tecnologías para lograr mejoras en los cultivos, irradiar alimentos, generar información para la gestión de suelos y controlar plagas. El OIEA, por ejemplo, cuanta con programas en todo el mundo para “desarrollar nuevas obtenciones vegetales y razas de animales, y reducir los efectos de las plagas (tanto sobre el terreno como en la elaboración de alimentos). Se utilizan “indicadores” isotópicos para vigilar la evolución de los nutrientes en los ecosistemas agrícolas, evaluar la disponibilidad de nutrientes en los suelos, residuos de cultivos, fertilizantes y alimentos, y analizar si el cuerpo humano absorbe nutrientes eficazmente”.
Uno de los problemas del acceso y disponibilidad de alimentos es la distribución a nivel global de tierra fértil. Con técnicas isotópicas y nucleares es posible aumentar la capacidad de los suelos, y poder desarrollar cultivos en lugares que a priori no son aptos. Con dichas técnicas se vigilan factores como las interacciones plantas-suelos-agua y la competencia de las especies por la humedad del suelo, así como el valor nutricional de las cosechas. Habiendo más cultivos se transforman tierras marginales en explotaciones agrícolas productivas, incorporando al ciclo biológico de los ecosistemas más cubierta vegetal, la cual a su vez reduce la erosión del suelo y la desertificación, se estimula la biodiversidad y se generan beneficios ambientales y económicos.
Otra de las capacidades del sector, son las técnicas de irradiación de alimentos, a partir de las cuales se estimula el desarrollo de rasgos deseables: mayores niveles proteicos, resistencia a las enfermedades y plagas, o tolerancia a los suelos salinos. Lo importante es que esto se logra sin introducir material genético de otros organismos.
Además, la irradiación de alimentos frescos y elaborados elimina bacterias y plagas, amplía la duración de los alimentos y mejora las posibilidades de almacenamiento y transporte, aumentando así la inocuidad de los alimentos.
También para apoyar la producción agrícola, desde el sector nuclear se desarrollan soluciones y métodos de lucha contra los insectos. Una de estas es la técnica de insectos estériles, la cual consiste en la producción de grandes cantidades de insectos en plantas de cría, esterilizados con radiación gamma, para ser liberados en las zonas afectadas por la plaga. Cuando esos insectos estériles se acoplan con los insectos silvestres no se producen crías, disminuyendo así la población de los insectos de la plaga.
Entre las aplicaciones de la TIE (técnica de insectos estériles) están la erradicación de plagas del gusano barrenador del Nuevo Mundo, la mosca Mediterránea de la fruta, la mosca Tsé-Tsé, transmisora de enfermedades en el hombre y los animales, especialmente en el continente africano, y el mosquito transmisor de la Malaria. Solo para tener una idea de los costos derivados de estas plagas, según las estimaciones de la FAO, África pierde 4.500 millones de dólares al año debido a enfermedades transmitidas por la mosca Tsé-Tsé.
En el mundo tenemos la triste cifra de 793 millones de personas con hambre, un acceso desigual al agua potable, carencias en los sistemas de salud, nutrición infantil, y brechas cada vez más grandes en materia de desarrollo económico.
Ante este panorama, el sector nuclear aporta sustanciales soluciones para mejorar la calidad de vida de poblaciones con distintas necesidades, y en algunos casos extremos con derechos humanos básicos no cubiertos.