A 13 años de su partida recordamos a una de las más grandes mujeres de la ciencia y del sector nuclear, la Dra. Emma Pérez Ferreira.
En todos los espacios en los que tuvo responsabilidad estableció formas participativas de conducción y quienes la conocieron la recuerdan por su capacidad de trabajo y coraje.
Emma Pérez Ferreira nació el 2 de abril de 1925, en Buenos Aires. Tras un breve paso por la carrera de abogacía, optó por las ciencias fisicomatemáticas, en las que se graduó en 1951. En 1952 tras una entrevista con Pedro Iraolagoitía, entonces secretario ejecutivo de la Dirección Nacional de Energía Atómica (DNEA, absorvida por CNEA a partir de 1956), ingresa al organismo. Allí se suma al grupo liderado por Juan Roederer, Beatriz Cougnet y Pedro Waloschek, que se dedicaban a analizar trazas que la radiación cósmica.
Mientras trabaja en CNEA ejerce la docencia en la Universidad, generando un nexo entre especialistas de ambas instituciones que entonces se miraban con cierta desconfianza. Es así que cuando en 1966 se produce la Noche de los bastones largos muchas de las mentes más brillantes de la UBA pudieron seguir sus investigaciones en la CNEA, que a pesar del gobierno de facto, mantuvo cierta independencia como para poder contratarlos. En el bienio 1956-57, Emma, Roederer y Juan José Giambiagi, entre otros, condujeron cursos universitarios de ingreso que alentaron la vocación de toda una generación de físicos.
En 1958 viajó a Inglaterra, a Durham, becada para hacer su investigación postdoctoral, que concluyó en Bolonia; y a su regreso al país fue jefa del laboratorio de partículas elementales de la CNEA y su aporte fue fundamental, junto a los trabajos de Juan Roederer y Horacio Ghielmetti, para realizar el acuerdo entre la CNEA, el CONICET y la UBA por el que se creó el Instituto de Radiación Cósmica, que luego se convirtió en el Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE). El Centro Nacional de Radiación Cósmica (CNRC), se funda el 9 de abril de 1964 transformándose en uno de los primeros institutos del CONICET. Sus antecedentes se remontan al Laboratorio de Radiación Cósmica de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) en los años 50. El CNRC contaba con apoyo financiero de la CNEA y las instalaciones provistas por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (FCEyN-UBA).
A mediados de la década del 60′ fue nombrada jefa del departamento de Física, donde lideró el proyecto de Isótopos Alejados de la Línea de Estabilidad (IALE) y promovió la formación del grupo de investigación en física nuclear teórica.
En paralelo a sus actividades científicas y poniendo en acción sus convicciones sobrela participación de las bases en la toma de decisiones, Emma fue fundadora y presidenta de la Asociación de Profesionales de la CNEA (hoy APECNEAN).
Por otra parte a principios de la década del 70, se transforma en protagonista de la campaña para que el país adoptara, ante las grandes potencias, una tecnología nuclear independiente, que contribuyó a elegir para las centrales nucleoeléctricas reactores que operasen con uranio natural como combustible. Al ganar esa postura fue nombrada responsable del Acuerdo de Transferencia de Tecnología con Canadá, que permitió acceder a conocimientos fundamentales para el desarrollo de la tecnología nuclear; y permitió al país transformarse en un referente de la tecnología Candú, que caracteriza al sector nuclear argentino.
Desde mediados de los 70′ Perez Ferreira dirigió la instalación de un acelerador de iones pesados, el TANDAR (TANdem Argentino), que ubicó a la comunidad científica local en la vanguardia de la física nuclear experimental a nivel mundial. Su esfuerzo y el de su equipo hizo que la obra se realizase en tiempo y forma con la calidad requerida, y propiciando la formación de jóvenes investigadores para que pudieran utilizar las nuevas facilidades.
Con el advenimiento de la democracia fué convocada por el entonces presidente del directorio de la CNEA para ser enlace con la casa Rosada y por eso años más tarde fue el mismo Raúl Alfonsín quien le pidió, años mas tarde, que se hiciera cargo de conducir el organismo, transformándose en la primera mujer presidenta de la Comisión de Energía Atómica, y la primera en dirigir un organismo de esa importancia.
Como presidenta y a pesar de la crisis coyuntural que le tocó atravesar Emma promovió la participación de las y los trabajadores del organismos al institucionalizar uno de los reclamos más fuertes por entonces y propiciar el COPI, el Congreso de Objetivos y Políticas Institucionales, una instancia que logró trascender a todo el personal mediante una compleja organización con el fin de incorporar a los protagonistas en la planificación estratégica de la institución.
Durante su gestión se inauguró el RP-10 en Peru, el Reactor de Investigación NUR de Argelia y se firmaron los convenios con Egipto para construir el reactor ETRR-2, inaugurado en febrero de 1998. Además mientras fue presidenta también se concretaron las visitas de los primeros mandatarios de Argentina y Brasil a las plantas de enriquecimiento de uranio de Pilcaniyeu y Aramar, que fortaleció la Declaración Conjunta sobre Política Nuclear, firmada por Alfonsín y Sarney en noviembre de 1985 y sentó las bases para la creación de la ABBAC, la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares.
Retina. La internet científica
A principios de los 90′, cuando internet era a penas una ilusión Emma Pérez Ferreira consolidó un ambicioso proyecto para conectar a los investigadores argentinos con sus pares del mundo, tras ser convocada por la Asociación Ciencia Hoy para dirigir el proyecto Red Teleinformática Académica (Retina). Retina se planteaba como un conjunto de enlaces de computadora entre universidades, y para ello fue fundamental, nuevamente, la personalidad conciliadora y la experiencia en armar redes de Emma.
Cuando en el 2000, tras diez años de trabajo continuo, la red Retina necesitó ampliar su ancho de banda, se definió integrarla a la avanzada Internet2, permitiendo ampliar las posibilidades y accesos de la red. Nuevamente capacidad de gestión de Emma Pérez Ferreyra, logró generar una alianza con dieciocho países de Sudamérica y el Caribe para lograr una interconexión de alta velocidad, denominada Cooperación Latinoamericana de Redes Avanzadas (Clara) y otra con la red europea mediante el proyecto América Latina Interconectada con Europa (Alice).
Quienes la conocieron sostienen que su capacidad de trabajo e interacción se mantuvo hasta el final de sus días y que incluso a sus ochenta años era capaz de soportar agotadoras reuniones cuando un proyecto la entusiasmaba. Emma, como sencillamente la llamaban colegas y alumnos, partió un día como hoy, 28 de junio, del año 2005.