Por Piluca Nuñez. En U238 Marzo 2013
Piluca Núñez es Directora de Comunicación y Relaciones Institucionales de Foro de la Industria Nuclear Española. Licenciada en periodismo en la Universidad Complutense, MBA por el Instituto de Empresa y Diplomada en Comunidades Europeas en la Escuela Diplomática, Núñez es un referente ineludible en temas de Comunicación Institucional y energía nuclear. En estas líneas, ofrece un análisis acerca de las valoraciones que la opinión pública tiene sobre lo nuclear; da cuenta de los cambios sociales que alrededor de estas opiniones se han llevado a cabo y detalla cuáles son los temas pendientes sobre los que, en materia de energía y seguridad nuclear, resta trabajar para incidir en opiniones que muchas veces son producto de lo emocional antes que de lo racional.
Actualmente hay 435 reactores nucleares que producen alrededor del 15% de la electricidad mundial y 64 más están en construcción. Países que hasta ahora no han tenido acceso a la energía nuclear buscan emplazamientos para la posible construcción de centrales nucleares. La necesidad de contar con la energía nuclear en aquellos países con planes energéticos que precisan garantizar el suministro estable de electricidad es un hecho que nadie pone en duda. Sin embargo, la energía nuclear despierta pasiones a favor y en contra. Nadie es indiferente a esta tecnología, lo que conduce a un debate emocional en numerosas ocasiones.
La comunicación institucional nuclear tiene varias líneas argumentales comunes en la mayoría de los países donde hay centrales nucleares: informar con precisión, rigor y puntualidad sobre el funcionamiento de los reactores nucleares y de otras instalaciones radiactivas que se aplican en la medicina, arte, geología, etcétera.
Además es necesario trasladar una comunicación altamente técnica a un lenguaje más coloquial, sin perder contenido en el proceso de traducción y acercando la información al interés de la sociedad. Obviamente, no es una comunicación glamorosa ni sencilla, pero estos rasgos distintivos hacen que la comunicación nuclear sea un reto apasionante para todos aquellos que nos dedicamos profesionalmente a esta área.
Como no podía ser de otra forma, el terremoto y posterior tsunami, que provocaron la tragedia de Fukushima Daiichi, han tenido impacto en la opinión pública sobre la energía nuclear. Las manifestaciones en contra de la energía nuclear se han producido en todo el mundo, incluso en aquellos países que no cuentan con centrales nucleares.
Dos años después, las reacciones de los países han sido de lo más dispares: desde el precipitado anuncio alemán de apagón nuclear hasta la defensa y pasos decididos por un futuro con tecnología nuclear de países como Estados Unidos, China, India, Inglaterra, etcétera. En España, el debate sobre el mix energético y el papel de la energía nuclear ya estaba en la agenda social antes de Fukushima.
Lógicamente, tras Fukushima, la sociedad se cuestiona sobre seguridad y riesgos de la energía nuclear. De nada sirve insistir en que todas las actividades industriales conllevan una probabilidad de riesgo, y que el riesgo cero no existe. No sorprende que la sociedad tenga dudas y demande garantías. La aceptación de la energía nuclear se conseguirá informando más y mejor, y ganando credibilidad y confianza, pero sobre todo demostrando día a día un funcionamiento excelente de todas las instalaciones nucleares. En la industria nuclear, lo que ocurre en una central nuclear al otro lado del mundo desencadena una crisis global.
Incremento lento pero positivo de la aceptación de la energía nuclear
Desde 2004, el Foro de la Industria Nuclear Española mide y analiza la evolución de la opinión pública de forma sistemática sobre la energía nuclear. La tendencia de los resultados de las encuestas indica un incremento positivo y progresivo a favor de los defensores de esta energía.
El entorno social y económico afecta a los cambios, preferencias y valores. En concreto, el cambio climático supuso, en los primeros años del análisis, un importante argumento a favor de las energías que no emiten gases de efecto invernadero, entre ellas, la nuclear. Posteriormente, la garantía de suministro y la no dependencia de recursos naturales pasaron a ser los argumentos protagonistas.
Hoy, el aspecto rey a favor de la energía nuclear no puede ser otro que la competitividad de nuestra industria, el coste de la producción de electricidad y el precio del recibo de la luz.
En 2009, como un efecto evidente del debate público sobre la continuidad o cierre de la central nuclear de Santa María de Garoña, fuimos testigos, por primera vez en España, de que los favorables a la producción en centrales nucleares eran tantos o más que los contrarios a ello. Un año más tarde, en 2010, de nuevo, los que estaban en contra eran significativamente más (50%) que los que estaban a favor (33%). Por lo tanto, podemos concluir que la opinión pública en España sobre la energía nuclear está en proceso de cambio: hemos pasado del rechazo de hace décadas a la consideración. En los últimos años en los que Foro Nuclear ha medido la opinión pública, entre 2004 y 2012, la proporción de quienes se muestran a favor casi se ha duplicado (de un discreto 16% a 28%).
La opinión de los españoles es que las centrales que operan en nuestro país lo hacen con seguridad
En las encuestas realizadas se cuestionan otros aspectos que van más allá de la aceptación de la energía nuclear. Por ejemplo, se cuestiona la confianza de los españoles en la seguridad de las instalaciones nucleares. En este punto, hay que tener en cuenta que la opinión de la gran mayoría de los españoles es que las centrales que operan en nuestro país lo hacen con suficiente seguridad.
Parece que la sociedad percibe que nuestras centrales funcionan con seguridad, o al menos con más seguridad hoy que hace siete años, si bien entonces la posición anti-centrales nucleares era más frecuente que ahora. En 2011 el 74% de la población consideraba que las centrales nucleares funcionan con seguridad (un 20% con total seguridad frente al 8% de 2004).
En el último análisis llevado a cabo por Ipsos Public Affairs para Foro Nuclear (febrero 2012), el apoyo a la producción en centrales nucleares se mantiene en un tercio de la población, similar al de junio del pasado año, pero la postura contraria baja catorce puntos. Por tanto, son los indecisos, el colectivo “no definido” el que ha crecido en este último período y baja el rechazo a costa del incremento de los indecisos.
A los hombres les gusta la energía nuclear más que a las mujeres
Otra de las conclusiones de los resultados es que persisten las diferencias que, en otras mediciones, hemos advertido: las mujeres son menos favorables a las “nucleares” que los hombres. Otra conclusión más evidente es la relación entre estatus y apoyo a la producción en centrales nucleares. Cuanto mayor estatus, mayor proporción de apoyo a esta industria.
Tras Fukushima una parte de la imagen negativa de la energía nuclear se puede achacar a la vinculación a atributos relacionados con “peligro”. Pero, según los resultados de un estudio llevado a cabo por la Fundación BBVA en 2007, este atributo ya era el protagonista cuando se señalaban las desventajas de la nuclear. Por lo tanto, Fukushima no ha cambiado la percepción, la ha agudizado.
Hablamos de creencias, actitudes, intenciones y comportamientos. Muchos de estos conceptos tienen más que ver con las emociones que con el conocimiento. En otros países del entorno europeo también se están analizando los cambios en las actitudes hacia lo nuclear.
Muchos países han realizado encuestas de opinión pública y la propia Comisión Europea continúa analizando la situación en los periódicos Eurobarómetros. En Francia, con 58 reactores nucleares en funcionamiento y un reactor en construcción en Flamanville, que se espera comience a funcionar en 2016, pareceque un 58% de los franceses está a favor de la energía nuclear, según datos de la empresa Gallup. Sin embargo, esta misma encuesta realizada antes de Fukushima reveló que el 66% de la población estaba a favor de la energía nuclear.
En Inglaterra, donde los 18 reactores nucleares generan el 18% de la electricidad del país, según la consultora Ipsos MORI que realizó una encuesta en agosto 2011, el 68% de la población acepta que la energía nuclear forme parte del mix energético del país. La parte negativa es que el apoyo a la construcción de nuevos reactores para sustituir a los más antiguos ha disminuido de un 47% en diciembre de 2010 a un 36% en agosto de 2011.
Los ejemplos son muchos. En la mayoría de los países la tendencia ha sido una disminución de aceptación de la energía nuclear, y un incremento no tanto de los detractores como de los indecisos. En Estados Unidos, un 60% de la población se muestra a favor de la energía y la gran mayoría considera que los reactores nucleares funcionan con seguridad.
El camino es largo, pero hay que recorrerlo con rigor y transparencia
La industria nuclear ha pasado por distintas fases en lo que a la comunicación se refiere. No es algo peculiar de esta industria, puesto que hay otras muchas que hasta los últimos años otorgaban un valor relativo a la comunicación, priorizando siempre el buen funcionamiento y los resultados óptimos. En la actualidad, además de los resultados excelentes y el funcionamiento impecable, se busca una buena comunicación que ofrezca información a la sociedad sobre las actividades que se llevan a cabo. La industria nuclear está haciendo enormes esfuerzos por mejorar la aceptación pública.
La tónica común es la información y divulgación nuclear con rigor y profesionalidad. Las propias instalaciones nucleares están a la altura de las empresas más activas en comunicación con políticas de puertas abiertas, con la renovación de sus centros de información y la integración de sólidas estrategias de comunicación.
Las empresas están apoyando las acciones de comunicación e invirtiendo recursos, las asociaciones relacionadas con el sector nuclear apoyan las acciones de difusión, etcétera. Todos los esfuerzos están encaminados hacia una mayor transparencia y modernidad en las políticas de comunicación.
Un aspecto peculiar de nuestra comunicación es la credibilidad del emisor. Según los análisis llevados a cabo, los científicos se destacan como la fuente de información más creíble, seguidos de los organismos reguladores nucleares y de las organizaciones internacionales.
Otra de las cuestiones que merece nuestra atención es el medio preferido para informarse sobre energía nuclear. Es aquí donde la televisión, seguida de los periódicos, Internet y la radio se llevan los primeros puestos.
Los científicos tienen el conocimiento necesario para transmitir a la sociedad sobre la energía nuclear y cuentan con una enorme credibilidad frente a otros sectores de la sociedad. Por otro lado, los medios de comunicación son los canales más adecuados para transmitir los conocimientos. La labor pendiente es ajustar los mensajes y el lenguaje, conseguir interés por los temas energéticos y nucleares en situaciones de normalidad, aprovechar portavoces que transmitan de forma adecuada y tengan empatía y, por último, profesionalizar la actividad de comunicación para hacer el uso adecuado de los medios, recursos y canales.
Argumentos racionales participando en el debate social y buscando sinergias para hacer de la energía nuclear un tema de interés
El nivel de desconocimiento sobre la energía nuclear tiene consecuencias en los juicios sobre esta tecnología. Para mejorar la opinión pública sobre la energía nuclear, además del trabajo en medios de comunicación, se pueden establecer estrategias de formación que integren la enseñanza en las escuelas, institutos y universidades.
Un trabajo pendiente y necesario es abordar los contenidos que desde las editoriales se ofrece a los estudiantes. El trabajo es ambicioso, pero muy necesario si queremos cambiar las actitudes hacia la energía nuclear en el futuro.
En los últimos años, también tenemos que incluir las redes sociales como canales efectivos para llegar a la sociedad. La transformación de actitudes requiere paciencia y una buena dosis de imaginación para que la información de los partidarios de la energía nuclear produzca los efectos deseados. Incrementar el conocimiento sobre la energía nuclear requiere que pongamos en marcha canales que permitan que la sociedad tenga experiencias directas y personales con la energía nuclear. Un ejemplo exitoso es el blog www.yosoynuclear.org que cuenta con más de 23.500 firmas y la presencia en Twitter de @foronuclear con 3.500 seguidores obtenidos en pocos meses y que posee con un ratio de conversación muy positivo. El rap de la central nuclear de Santa María de Garoña, realizado por los propios trabajadores, en el canal Youtube ha generado más de 10 mil visitas y más menciones positivas en las redes sociales que los datos de producción de las nucleares españolas en su conjunto.
Parece que hay una creciente sensibilización hacia la cuestión energética, que puede tener que ver con la posibilidad de que se produzcan incrementos en los precios de la electricidad. Existe un espacio para los argumentos racionales que enfoquen la situación hacia un necesario ahorro energético, uso de tecnologías competitivas y preocupación por el impacto ambiental de las distintas tecnologías.
Algunos de los argumentos que facilitan nuestra labor son: la energía nuclear sirve para reducir la dependencia energética exterior, su prácticamente nula contribución al calentamiento global, la crisis económica y el precio de la electricidad, la necesidad de garantizar un suministro de energía que no dependa de imponderables meteorológicos o climáticos. En contra hay también aspectos a tener en cuenta: la seguridad nuclear, el riesgo de proliferación nuclear y la gestión de residuos.
La definición de Jean Padioleau de opinión pública me parece muy oportuna para terminar este artículo: “A la opinión pública le ocurre como a los elefantes: puede ser difícil definirlos, pero es muy fácil reconocer a uno”.
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