Por Gabriel De Paula. En U-238 #18 Julio – Agosto 2015.
Tras dos años de negociaciones, se firmó el Acuerdo 5+1 con Irán, un acontecimiento histórico que modificará la geopolítica y las relaciones internacionales de Medio Oriente. El OIEA se encargará de verificar el cumplimiento del acuerdo, lo que permitirá levantar embargos comerciales actualmente vigentes.
El 14 de julio de 2015 se firmó el Acuerdo 5+1 con Irán, que podría significar uno de los cambios más importantes en la geopolítica y en las relaciones internacionales en Medio Oriente. Las negociaciones se iniciaron en septiembre de 2013 y tuvieron un primer paso en el acuerdo marco de Lausana (Suiza) en abril de 2015. Las cinco potencias del Consejo de Seguridad más Alemania (5+1) e Irán expresaron en julio la importancia de este acuerdo, que tiene una importante carga de voluntad política de ambas partes, pero cuya aplicabilidad y éxito recae en mayor parte sobre Irán.
Además del compromiso entre ambas partes, se firmó el Road Map (hoja de ruta), que pone a la OIEA en el centro de la escena en lo que respecta a la verificación técnica de las instalaciones nucleares iraníes. El documento fue firmado por el Director General del OIEA, Yukiya Amanoy, el Vice Presidente de la República Islámica de Irán (y Presidente de la Organización de Energía Atómica iraní) Ali Akbar Salehi.
Por otro lado, el acuerdo implica un desmantelamiento parcial (aunque muy significativo) de las instalaciones nucleares iraníes y una reducción en las reservas de uranio enriquecido. En definitiva, se apunta a bloquear, por la vía pacífica, la capacidad de Irán de desarrollar armas nucleares.
Debemos recordar que se mantiene sobre Irán un bloqueo económico comercial, que ha sofocado la economía del país, y que también ha sido objeto de negociaciones. En la medida en que se verifique el avance del Road Map, se irán levantando las sanciones impuestas en el marco de la ONU, de la Unión Europea y de los EE.UU.
Los alcances del acuerdo
Actualmente Irán tiene dos instalaciones nucleares con capacidad para enriquecer uranio: Natanz y Fordow, las cuales serán monitoreadas por el OIEA. El Acuerdo prevé reducir las centrifugadoras de uranio de 20 000 en la actualidad a 6 000 en los próximos 10 años. En el caso de la planta de Fordow, a partir del Acuerdo, no se enriquecerá uranio. En la misma lógica, el compromiso que asume Irán es reducir sus existencias de uranio enriquecido, al mismo tiempo de no enriquecer uranio por encima del 3,67%.
Otro de los puntos centrales es la modificación del reactor de la planta de Arak, la cual produce plutonio, material que potencialmente puede utilizarse en lugar de uranio enriquecido para construir una bomba atómica. En este punto, el acuerdo también implica no acumular agua pesada, ni construir nuevos reactores de agua pesada en los próximos 15 años.
En lo que respecta a la tarea del OIEA, se pone como condición que el organismo tendrá acceso a todas las instalaciones nucleares de Irán. De esta forma, los inspectores estarán en condiciones de supervisar toda la cadena de suministro y producción del programa iraní: desde las minas de uranio, pasando por las plantas de energía nuclear, instalaciones de enriquecimiento de uranio, e incluso instalaciones militares sobre las que pese alguna sospecha de actividades nucleares que violen el acuerdo.
Sobre los compromisos internacionales vigentes, Irán se ha comprometido a aplicar de forma voluntaria el Protocolo Adicional del Tratado de No Proliferación, lo cual también abre la puerta a mayor acceso a la información de los inspectores de la ONU, incluyendo sitios que no estén directamente relacionados al ciclo del combustible nuclear.
Una vez que el OIEA verifique que el acuerdo sea aplicado por Irán, en aproximadamente seis meses se estarían levantando paulatinamente los embargos comerciales (principalmente sobre la exportación de petróleo) y los bloqueos de fondos en el exterior que pesan sobre el país, por las sospechas sobre su Programa Nuclear. Naturalmente, ante sospechas o no cumplimiento del Acuerdo, esas sanciones volverán a hacerse efectivas. A partir de estas medidas, la economía iraní tendrá un importante crecimiento y será revitalizada.
De forma adicional, en los juegos de suma variable de la política internacional, Irán cuenta con (al menos) dos aliados de la ecuación del 5+1: China y Rusia. En el caso de China, Irán es su tercera fuente de suministro de petróleo, alcanzando un 12% de su consumo anual. Por su parte, según un comunicado del embajador de la República Islámica en Rusia, se estarían iniciando negociaciones para avanzar en el intercambio del excedente de uranio enriquecido por uranio natural, y el contrato para la ampliación de una de las centrales nucleares.
Otro de los BRICs también ha puesto los intereses en Irán, en vistas al futuro del levantamiento del bloqueo comercial. En este caso, India ha enviado una delegación de diplomáticos, empresarios y técnicos del sector petroquímico en busca de posibilidades de inversión.
Con el acuerdo en marcha se cierra un frente de conflicto con Irán y, siendo este país una potencia regional, habrá un reposicionamiento geopolítico, lo cual muy probablemente sea uno de los objetivos de los países del 5+1 en Medio Oriente, donde viene creciendo un enemigo que preocupa por igual a las potencias occidentales y asiáticas.
El mapa del conflicto en Medio Oriente
El acuerdo se firma en un momento muy particular para las relaciones regionales en Medio Oriente, y su alcance podría significar una nueva estrategia que va más allá de las cuestiones nucleares. En otras palabras, es un primer paso que alienta la confianza mutua para re-estabilizar la región ante un enemigo común: el Estado Islámico o ISIS.
Esta organización ha crecido exponencialmente y logrado el control territorial en zonas de Siria e Irak, a la vez que amenaza con expandirse en toda la región. En lo que respecta Irán, tanto su posición estratégico territorial como su composición religiosa lo convierten en un aliado clave en el conflicto. Este país es de mayoría chiíta, mientras que ISIS es sunnita radicalizado, adicionalmente, el Califato que autoproclama la organización terrorista se extiende por varios países. En este sentido, el acuerdo cierra un frente de conflicto e incorporaría a Irán en una estrategia común contra el ISIS.
En el mapa regional, un actor central se ha manifestado en contra del Acuerdo. El premier israelí Benjamin Netanyahu afirmó que Irán “quería un alivio de las sanciones tras años de duras sanciones, y lo logró. No pagó nada, porque no va a reducir de forma alguna su capacidad de enriquecimiento nuclear. Así que Irán se llevó el acuerdo del siglo y la comunidad internacional un mal acuerdo”.
El “eje del mal”
En 2002 el Presidente George W. Bush puso en la lista de países enemigos de Occidente a Irán, junto con Irak y Corea del Norte en oportunidad del “Discurso sobre el estado de la Unión”. Ese mismo año, se reveló que Irán estaba enriqueciendo uranio en secreto, y ante la negativa de este país a permitir las inspecciones del OIEA, el Programa Nuclear Iraní estuvo bajo sospecha de perseguir el objetivo de desarrollar armas nucleares.
Sobre los otros dos países, recordemos que Irak fue invadido y Saddam Hussein derrocado por armas de destrucción masiva que nunca se encontraron, y Corea del Norte es una gran incógnita, y altamente inestable para la comunidad internacional.
Es así que la marcha de los acontecimientos determinó que varios años después, en función de las cuestiones militares en juego, la necesidad de revisar el balance de poder en la región, el posicionamiento estratégico y las variables económico – comerciales, sacan a Irán de ese lugar demonizante y lo reinsertan en una estrategia de las grandes potencias para Medio Oriente.