Por Sebastián De Toma. En U-238 #18 Julio – Agosto 2015.
La reactivación del sector nuclear argentino a partir de 2005 no sólo alcanzó a las empresas de capitales estatales, sino que alumbró el nacimiento de emprendimientos privados. U-238 tuvo la ocasión de visitar la planta de uno de ellos, Nuclearis, que comenzó con la fabricación de Anillos de Cierre para el sellado de los canales refrigerantes del núcleo de Atucha I y II, y hoy brinda una amplia gama de productos y servicios con un importante valor agregado nacional.
A la luz de la reactivación del Plan Nuclear Argentino llevada adelante por el entonces presidente Néstor Kirchner a partir del año 2005, el sector energético de avanzada experimentó un auge nunca antes visto en nuestro país. De la mano del proyecto —hoy ya terminado— para finalizar Atucha II, la construcción de un prototipo del CAREM25 (Central Argentina de Elementos Modulares) y la extensión de la vida útil de la Central Nuclear Embalse, aparecieron una serie de necesidades que fueron resueltas por el Estado nacional en conjunto con privados. U-238 tuvo la oportunidad y el privilegio de recorrer las instalaciones de uno de estos privados, Nuclearis, y de hablar con sus socios fundadores.
Génesis
El novelista francés Victor Hugo escribió que “las que conducen y arrastran al mundo no son las máquinas, sino las ideas”, y los ingenieros mecánicos Eduardo Remis (Instituto Balseiro) y Santiago Badran (UTN) son la prueba viviente de este precepto. En 2008 tuvieron una: “desarrollar productos de alta tecnología con desarrollos importantes y de gran valor agregado para la industria nuclear” —en palabras de Remis— y el primer proyecto sería desarrollar la fabricación de un componente crítico para el sellado del núcleo de los reactores Atucha I y II. Esta pieza es conocida como “anillo de cierre”.
Entre los dos ingenieros crearon de cero una máquina que permitiera automatizar y estandarizar el proceso de fabricación de los anillos de cierre que funcionan como una de las barreras de contención del circuito primario en los canales refrigerantes de los núcleos de los reactores de diseño alemán. El diseño de esta importante maquinaria logra llevar a cabo de manera automática —a partir de un brazo robótico— la electrodeposición de plata que recubre a los anillos por el método de galvanoplastia y que tiene la virtud de ser “un proceso totalmente trazable y con óptima repetitividad, siempre bajo las estrictas especificaciones técnicas de NA-SA”, explica Remis.
La empresa, que por entonces no era tal, nació como un emprendimiento de garaje. Tanto así que, cuando alquilaron el galpón de Caseros (partido de Tres de Febrero, provincia de Buenos Aires), uno de ellos —Eduardo Remis— se mudó a las oficinas del primer piso porque había puesto todos sus ahorros en el proyecto. Lo que los acerca a la épica que cubre al renacimiento del sector nuclear de nuestro país es todo lo que estaba en juego cuando diseñaron la máquina e importaron la materia prima desde Alemania para la fabricación de los anillos: no sabían si iban a vender los anillos o no, ya que no tenían una orden de compra, sino que debían participar en una licitación. Entonces, a lo largo de un año y medio, construyeron la máquina, realizaron las pruebas de rigor en el mock-up de Atucha I (se trata de un equipo que reproduce las condiciones del reactor) y luego realizaron exitosamente las pruebas en el reactor mismo. Inmediatamente armaron la Sociedad Anónima y más tarde alcanzaron la certificación ISO-9001 para la “fabricación de componentes mecánicos para la industria nuclear”, según reza el certificado IRAM que está colgado en una de las paredes de las oficinas de Caseros. Llegados a este punto estaban listos para participar de una licitación para fabricar los anillos… una licitación que podían perder.
El momento de la verdad llegó en 2011. Si perdían la compulsa todo el esfuerzo, todas las ganas y, por supuesto, todo el dinero puesto en el ambicioso proyecto, sería en vano. Finalmente ganaron, de más está decir, y desde ese día en adelante la empresa no dejó de crecer. La contribución del licenciado Damián Torre, experto Consultor en normas ISO, fue crucial para que esta historia tuviera un final feliz. Torre se sumó al proyecto invirtiendo tiempo y cientos de horas de trabajo “a riesgo” y sin cobrar un solo peso, y fue quien se encargó de lograr la certificación de IRAM. Actualmente es el gerente de Calidad y socio de la compañía. “Sin el aporte de Damián no hubiéramos podido presentarnos a la primera licitación y perdíamos todo”, señala Remis.
La empresa, hoy
Conseguir la licitación fue el primer paso. A partir de allí comenzó la fabricación de los anillos de manera ininterrumpida hasta el día de hoy. “Desde el año 2011, Atucha I funciona con nuestros anillos y Atucha II fue puesta en marcha con ellos”, reseña Remis, visiblemente orgulloso.
A la planta en Caseros se le sumó, en 2014, las oficinas en la ciudad de San Carlos de Bariloche, donde una decena de profesionales trabajan abocados principalmente a la Ingeniería Básica de Procesos del proyecto de construcción del reactor CAREM25.
Por otro lado, fabrican componentes para las Fuentes Médicas e Industriales de Cobalto-60 que produce Dioxitek, realizan inyección de cerámicas de avanzada con una Inyectora de Ultra Alta Presión única en Sudamérica, llevan a cabo análisis y simulación 3D de sistemas de inspección de componentes mecánicos por UT y se especializan en el diseño de maquinarias y dispositivos automatizados especiales. Entre los diferentes proyectos crearon e implementaron un sistema de seguridad en el Puente de Maniobras en Piletas de Atucha I. Este último se trata de un sistema de monitoreo para el almacenamiento de los combustibles irradiados en piletas, el cual según le detalló Badran a U-238, “permite un manejo seguro de los movimientos de los elementos combustibles debajo de la pileta, evitando errores, posibles colisiones, golpes o daños al combustible y registrando cada una de las operaciones de maniobra en una base de datos dinámica”.
Nuclearis a su vez posee un equipo de profesionales que conforman una unidad propia de “Consultoría en ASME Sección III – Nuclear” y actualmente brinda asesoramiento al proyecto CAREM 25 en lo referente a revisión y emisión de Especificaciones de Diseño y de Materiales para componentes críticos del Reactor y sus sistemas auxiliares.
El cielo es el límite
Todo lo ya descripto no es suficiente y la empresa busca continuar expandiéndose. Están en la búsqueda de un lugar de mil metros cuadrados para mudar la planta de Caseros en 2016. Para lograrlo están realizando las gestiones necesarias en el Ministerio de Industria para acceder al crédito “Mi galpón” que otorga dicha dependencia en conjunto con el Banco Nación. De hecho, este no sería el primer crédito que recibirían, ya que en el pasado diversos subsidios del Ministerio de Ciencia y Tecnología y la Secretaría PyME y Desarrollo Regional les han permitido mejorar las condiciones de la planta y de las oficinas, así como llevar a cabo un proceso de tecnificación de todas sus operaciones.
Otro de sus objetivos es comenzar a exportar componentes especiales y servicios de Ingeniería básica y de detalle. Para tal fin están llevando a cabo relaciones comerciales con empresas del rubro nuclear en Brasil, Estados Unidos y Emiratos Árabes.
Ambos socios fundadores apuestan al crecimiento y expansión de la industria nuclear en Argentina. Badran subraya: “Tenemos una gran expectativa de crecimiento basada en el entorno favorable del país y apostamos a continuar invirtiendo en esta industria nuclear nacional de enorme potencial”. Por su parte, Remis agrega que “en Nuclearis se ha gestado un equipo de trabajo de altísimo valor humano, compañerismo y profesionalidad, sin el cual sería imposible seguir creciendo”.