En un documento titulado “Luces y sombras del ciclo de combustible nuclear”, el Secretariado Nacional de la APCNEAN (Asociación de Profesionales de la CNEA y la Actividad Nuclear) expresó su preocupación por el poco avance registrado en cada uno de los eslabones del llamado Ciclo de Combustible Nuclear, desde la reactivación del sector en 2006.
En primer lugar, APCNEAN expresa que “la exploración del uranio presenta variadas dificultades por la no aplicación de la ley en provincias o municipios que se declaran ‘no nucleares’, declaraciones violatorias de los principios del Código de Minería. Por lo contrario, este Código, modificado en el año 1995, restringe el tratamiento estratégico debido a los minerales nucleares, mediante la vigencia de un Título 11 insuficiente a las necesidades de regulación y control del Estado Nacional. Variados han sido los intentos de modificación del mismo, no habiendo por el momento más que expresiones legislativas aisladas y el esfuerzo solitario de esta APCNEAN, tendientes a revertir una norma proveniente de un tiempo con fundamento neoliberal”.
“La producción de concentrados de uranio, el siguiente eslabón en la cadena del Ciclo del Combustible, es hoy nula en la Argentina”, afirman desde la APCNEAN, citando hechos como la paralización de las tareas de extracción de uranio en el Complejo Minero Fabril San Rafael, en 1995; la Ley 7722 que impide en la Provincia de Mendoza, desde 2007, la producción de materia prima para el combustible nuclear; y la ley provincial N° 5001 que impide la producción minera en el yacimiento Cerro Solo (Chubut), aunque este se encuentra en etapa de prefactibilidad de explotación.
Considerando que las reservas son aquellos recursos minerales de aprovechamiento inmediato, la entidad gremial afirma: “Hoy la Argentina carece de reservas de uranio. La producción de concentrados se ha visto interrumpida y hoy debemos importar todo el uranio necesario para alimentar nuestras centrales nucleares con el condicionamiento de los vaivenes del mercado y la política internacionales. Esto significa una erogación aproximada de unos treinta millones de dólares anuales”.
Otro eslabón del ciclo de combustible que APCNEAN pone bajo la lupa es la producción de dióxido de uranio para los elementos combustibles. Esta actividad la realizaba DIOXITEK en Alta Córdoba, pero en noviembre de 2014, la Municipalidad de dicha ciudad impuso una clausura administrativa sobre la Planta. “La decisión del gobierno de importar el dióxido de uranio del extranjero, con otra tecnología a la utilizada en DIOXITEK, da un paso más en el desarme de un ciclo de combustible autónomo, poniendo en riesgo una industria nacional con cientos de puestos de trabajo y aumentando la dependencia en el área nuclear”, advierten.
Para terminar, el documento recuerda que “hace más de veinte años se abandonó la explotación de uranio y pese a la reactivación nuclear no se ha podido recuperar, si se deja caer la producción industrial de dióxido de uranio y se empieza a importar, esta actividad puede correr la misma suerte de retroceso y dependencia. Si perdemos el ciclo de combustible, esa cadena que hoy tiene eslabones rotos se arreglará encadenándonos a decisiones externas”.