Por Gabriel De Paula. En U-238 #13 Septiembre 14
La firma de acuerdos para la construcción de centrales nucleares en Argentina en conjunto con China dan cuenta de los estrechos lazos comerciales entre ambos países. Por otra parte, dicha sociedad pone a la Argentina en pie de igualdad con el “gigante asiático”, cuya matriz nuclear sostiene una ventaja competitiva que le permite llevar adelante cualquier proyecto nuclear. Este tipo de acuerdos redunda favorablemente en aspectos tales como la transferencia tecnológica, el acceso a crédito financiero a tasas diferenciales y la continuidad de acuerdos comerciales a largo plazo.
En julio de 2014, en el marco de la visita de una delegación de China, encabezada por el Presidente Xi Jinping, se firmó un acuerdo para la construcción de la cuarta central nuclear en nuestro país. Es importante destacar dos cuestiones conexas al acuerdo, las cuales ponen en contexto este proyecto de largo plazo sobre un área estratégica para ambos países.
En primer lugar, el acuerdo se firmó en el marco de otros instrumentos de cooperación y colaboración de áreas estratégicas en materia económica, comercial, financiera, energética, de transporte y cultural. Esto indica un posicionamiento de la Argentina respecto de la relación con China, que viene consolidándose en los últimos años como un importante socio político y comercial. Si bien la relación comercial del lado argentino tiene su arista más evidente en la exportación de soja y sus productos derivados hacia ese país, las relaciones bilaterales son más complejas y, de profundizarse, llevarían a la consolidación de una dinámica diplomática, política y comercial basada en dos características que no siempre están presentes en los acuerdos internacionales: simetría y reciprocidad.
De manera sintética, la simetría y la reciprocidad les aseguran a ambas partes igual esfuerzo y ganancias relativas en el desarrollo de los acuerdos firmados. Esto quiere decir que los objetivos compartidos e individuales se mantienen en equilibrio, logrando un espacio político y económico virtuoso de lo que, en la teoría de los juegos aplicada a la política internacional, se denomina juego de suma variable.
En segundo lugar, la firma de este acuerdo, que se hará operativo a través de Nucleoeléctrica Argentina y China National Nuclear Corp (CNNC), tiene algunos antecedentes, entre los cuales se destacan el “Convenio para la Cooperación en los Usos Pacíficos de la Energía Nuclear” suscripto con el Gobierno de la República Popular de China (firmado en 1985), dos acuerdos específicos sobre reactores de tubos de presión de tipo CANDU (Canadian Deuterium Uranium) y un joint venture entre ambos países que constituye una plataforma tecnológica y de provisión de bienes y servicios a terceros países.
El acuerdo referido a los reactores de tubos de presión de uranio natural (tecnología de la Central Nuclear de Embalse), está basado en tres ejes:
1. Diseño, construcción, operación y mantenimiento del reactor.
2. Fabricación y almacenaje del combustible nuclear.
3. Desarrollo tecnológico.
Por otra parte, a través de un segundo acuerdo, ambos países estarían en condiciones de llevar al mercado internacional la oferta de centrales nucleares con desarrollo y tecnología argentino–china, así como sus servicios asociados.
En resumen, la reunión y los acuerdos celebrados con las firmas del Presidente Xi Jinping y de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner forman parte de una estrategia que tiende a profundizar la matriz comercial entre ambos países y a diversificar los alcances de las obligaciones específicas a las cuales se comprometen.
Capacidad nuclear China: soberanía y desarrollo
A la hora de analizar este tipo de acuerdos, es importante conocer la capacidad de la contraparte, en este caso, el sector nuclear chino. Es interesante destacar que China conectó su primer reactor a la red eléctrica en 1991 y, a partir de ese año, mantuvo de forma sostenida la construcción y puesta operativa de nuevos reactores.
En cuanto a la generación de electricidad, según datos aportados por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), China cuenta con 22 reactores operativos y 27 en construcción y se convierte, así, en el país con más reactores en desarrollo (seguido por Rusia que tiene 9 en construcción). Esos 22 reactores representaron, en 2013, una participación del 2,11% en el mercado de generación eléctrica.
De los 22 reactores operativos, 19 son del tipo PWR (Pressurized Water Reactor), 2 son PHWR (Pressurized Heavy Water Reactor) y por último un FBR (Fast Breeder Reactor). Con respecto a la tecnología y origen de los reactores, China realizó adquisiciones a Francia, Canadá (reactores CANDU, como el de Embalse, y la cuarta central nuclear proyectada en Argentina), Rusia y secundariamente Estados Unidos. Por esa razón, es uno de los pocos países que cuenta con tal diversidad de modelos de centrales nucleares que existen en el mundo y suma a la escala de producción y comercialización de tecnología nuclear una línea propia de reactores (CPR-600 y CAP-1400). Respecto de los reactores proyectados, 26 son PWR, y el restante del tipo HTGR (High-Temperature Gas-Cooled).
En consecuencia, China ha logrado consolidar una matriz nuclear que sostiene una ventaja competitiva para el país a la hora de llevar adelante cualquier proyecto nuclear, tanto por la diversidad como por la capacidad tecnológica desarrollada.
Respecto de la contraparte china del Acuerdo, la CNNC, es una empresa estatal china con un amplio abanico de entidades y organismos asociados. Nos interesa relevar algunos datos respecto de la inserción y relaciones internacionales de la empresa a nivel global. La CNNC lleva adelante programas de cooperación internacional en energía, combustible y aplicaciones tecnológicas para el sector nuclear y ha establecido mecanismos de intercambio en ciencia y tecnología, así como relaciones económicas y comerciales con más de cuarenta países. La lista incluye países como: Rusia, Francia, Alemania, Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Japón, Corea del Sur, Pakistán, Mongolia, Kazakhstan, Jordania, Niger, Argelia, Namibia y Australia.
Alcances del acuerdo
El marco de la Declaración Conjunta firmada por Cristina Fernández de Kirchner y Xi Jinping, es el establecimiento de una Asociación Estratégica Integral, que incluye convenios de cooperación nuclear y la construcción de la cuarta central nuclear en Argentina.
Esta nueva central nucleoeléctrica será similar a la Central de Embalse y utilizará un reactor de tipo CANDU, alimentado a uranio natural y agua pesada. Con una capacidad de producción de 800 megavatios, se sumará al Complejo Nuclear Atucha, donde estará emplazada.
La información oficial sobre Atucha III contempla que este desarrollo lleve el título de “Proyecto Nacional”. Para tal denominación, el Ministerio de Planificación Federal se basa en tres aspectos:
‐ Será realizado por Nucleoeléctrica Argentina, una empresa del Ministerio de Planificación Federal, con tecnología que es de su propiedad.
‐ La Argentina tiene 30 años de excelente experiencia operativa con el reactor CANDU, para el cual fabrica localmente el agua pesada y el combustible nuclear necesarios para su funcionamiento.
‐ La Central Embalse tuvo una alta participación local en su construcción, a lo que se suma que para la extensión de su vida útil, actualmente en curso, se han fabricado en el país todos los componentes internos del reactor. Por este, motivo el Proyecto Nacional tendrá una muy alta participación local, superior al 60%.
Durante la primera semana de septiembre de 2014, el ministro de Planificación, Julio De Vido y el ministro de Economía, Axel Kicillof, junto a una comitiva integrada por Nucleoeléctrica Argentina, la CNEA y funcionarios del Gobierno Nacional, mantuvo reuniones en China para darle operatividad al acuerdo. El monto total del proyecto se estima en unos 2000 millones de dólares que estarán destinados a la importación de suministros, a los cuales se les sumarán unos 32 000 millones de pesos para cubrir la inversión en obras y abastecimiento de recursos locales.
Durante los ocho años en que está proyectado el plazo de construcción, el acuerdo prevé dos instancias de cooperación. En primer lugar, financiamiento a tasas preferenciales y largo plazo para Argentina, que será canalizada a través del Banco Industrial y Comercial de China (ICBC). En segundo lugar, la adquisición de bienes y servicios de la industria nuclear a China, como la turbina de vapor y el generador eléctrico principal. La gestión de los componentes y asesoramiento nuclear tendrá como contraparte a la empresa estatal China National Nuclear Corp.
Respecto del financiamiento, es preciso destacar que los montos pre pactados, para los préstamos destinados a obras y suministros, alcanzan el 85% del total. Además, prevén un plazo de 20 años, con un período de gracia equivalente al tiempo de obra y construcción de Atucha III.
El acuerdo bilateral es un buen ejemplo de la planificación de un modelo de integración de cadenas de valor productivas. Si bien el acuerdo es para la construcción de una central nuclear, proponiendo un objetivo concreto para dentro de ocho años, los activos asociados a la transferencia de tecnología y conocimiento, así como la dinámica del financiamiento, compromete a ambas partes a mantener en el largo plazo la relación entre sus empresas del sector nuclear.
El aporte de Atucha III a la matriz energética Argentina
Actualmente, la energía nuclear aporta al Sistema Eléctrico Nacional (SIN) un 4,5%. Teniendo en cuenta el crecimiento sostenido de la demanda y los horizontes de crecimiento y desarrollo industrial y social, el fortalecimiento de la matriz energética se convierte en un imperativo de los responsables de diseñar y llevar a cabo políticas públicas.
Las proyecciones indican que una vez finalizada la cuarta central nuclear, los 800 megavatios de potencia instalada, aportarán unos 6.300 gigavatios-hora de energía por año. Esto se traduce además en un ahorro (previsto) de unos 1,150 millones de dólares al año que actualmente se están invirtiendo en la importación de gasoil.
Además, la construcción de Atucha III generará valor agregado en la cadena de producción local, ya que el 60% de los componentes de la construcción son argentinos. Y si a esto le sumamos la incorporación de fuerza de trabajo especializado, tanto de carácter técnico como científico, el aporte de la nueva central nuclear es beneficioso en varios campos. Como ejemplo, el impulso del Plan Nuclear en Argentina significó entre 2003 y 2014 la incorporación de más de 5.300 científicos y especialistas al sector nuclear.
Geopolítica y largo plazo
China ha orientado parte de su política exterior hacia América Latina, basada en dos ejes: oferta de financiamiento para infraestructura en el largo plazo y demanda de recursos naturales estratégicos. Entre 2013 y 2014, el Presidente Xi Jinping firmó decenas de acuerdos en la región: Trinidad y Tobago, Costa Rica, México, Brasil, Venezuela y Cuba.
El país asiático, a través de una diplomacia que sobresale por su pragmatismo, ha logrado penetrar en la agenda regional con grandes proyectos de infraestructura y la propuesta de integrar intereses entre China y América Latina. En materia geopolítica, estamos asistiendo a un cambio de eje de las relaciones regionales, pasando de la matriz euro-atlántica como centro de la inserción política y económico–financiera, a un modelo diversificado con prioridad en la proyección al Pacífico y el bloque asiático.
La estrategia china de inserción en la región incluye el establecimiento de Institutos Confucio (actualmente 32 en Latinoamérica), complementando con formación idiomática y cultural el acercamiento entre dos formas diferentes de hacer negocios y diseñar políticas.
Una frase del Canciller chino, Wang Yi, es elocuente para analizar el futuro de las relaciones chino-latinoamericanas: “Siempre que haya en este mundo amigos íntimos, estarán tan cerca como simples vecinos aunque se encuentren en los confines más remotos. Este año tenemos una gran oportunidad para llevar estas relaciones hacia un nuevo nivel”.