Por María Laura Guevara. U-238#15 Enero 2015
El ideólogo de “Física al alcance de todos” habló con U-238 sobre la experiencia del taller, los resultados obtenidos a nivel académico y la importancia de acercar a los chicos a disciplinas que, a primera vista, resultan “duras”, como la Física. Aquí la palabra del hombre que logró “llenar” de salteños el Instituto Balseiro.
“Sócrates enseñaba al vulgo y le fue dado Platón”. Esta fue la frase que impulsó a Daniel Córdoba a ampliar su taller preparatorio para las olimpiadas de física en un taller extra-curricular de física abierto a chicos de todas las edades. El único requisito es tener curiosidad y ganas de aprender. Y, tal vez, la única exigencia, tener paciencia.
¿Cómo nace “Física al alcance de todos”?
En realidad contestar esta pregunta implica remontarse a los inicios del taller, en 1991 que, si bien no tenía el aspecto que hoy tiene, sí estaba el germen que hasta hoy nos acompaña: trabajar en un ambiente no escolarizado, en donde la acreditación de saberes no es lo importante. Me enteré de que se lanzaba la primera Olimpiada y la difundí entre mis alumnos. Sólo cinco chicos “mordieron el anzuelo” y se prendieron a entrenar fuera del horario de clase en el secundario de la Universidad Nacional de Salta (Instituto de Educación Media – U.N.Sa). Seguí trabajando en las Olimpiadas dentro del colegio del 1992 a 1994 y en 1995 el colegio me prohibió la actividad por considerar que promovía “la competencia en el conocimiento” y que era un trabajo “elitista”. Ese fue un puntapié inicial para hacer las cosas de otra manera. Si bien me lamentaba de no tener el ámbito del colegio para hacerlo, se me ocurrió usar las aulas de la universidad durante los sábados. Y así fue, me instalé allí sin pedir permiso y seguí trabajando con las Olimpiadas con la autorización de los padres a que sus hijos concurrieran a una actividad que sabían que no era oficial; no tenía más de dos o tres alumnos. Algunos sábados llegaba y no había nadie, pero al sábado siguiente volvía.
¿Y por qué seguir después del “no”?
Entendí que había generado un espacio en donde estaba feliz y cómodo. No tenía que seguir con la liturgia de presentar una planificación a la autoridad y al pedagogo de turno, que el tiempo escolar no iba a ser la preocupación, que no tenía que acreditar saberes y sobre todo que se avanzaba de acuerdo a lo que se aprendía, respetando tiempos de aprendizaje. Si podíamos llegar a un nivel olímpico y teníamos plata para viajar a Córdoba y participar, perfecto, si no, no importaba. El conocimiento y la destreza adquirida por los chicos en resolver problemas no triviales para su edad era el objetivo. El curso siguió su marcha y comenzaron a llegar chicos que no eran del secundario de la Universidad, con las expectativas de aprender algo de física. El curso comenzó a crecer, y ya no sólo había que enseñar problemas complejos a los que pretendían participar de las olimpiadas, sino que había que contar qué era la física, sus métodos de trabajo. Se separó el taller en dos niveles y se hizo necesario extender la jornada de trabajo a todo el sábado y se sumaron, además, días de la semana para consultas y laboratorio. De pronto nos hicimos muy conocidos, los diarios reflejaban siempre los triunfos en las Olimpiadas y a los ex del taller (ayudantes) que entraban al Balseiro.
El curso preparatorio para las olimpiadas fue desplazado…
Lo interesante era ver que chicos que jamás se hubiesen acercado a nosotros por un curso de Olimpiadas de Física ahora se estaban movilizado para ello y se enganchaban con la disciplina. Ya no tenía sentido seguir convocando un Curso de Física para Olimpiadas y, animado por un profesor de la facultad, el ingeniero Ovejero, el curso-taller pasó a llamarse “La física al alcance de todos”. Desde hace dos años, luego de trabajar mucho tiempo de manera gratuita y sin ningún tipo de apoyo financiero, consiguieron recibir un pago por dos cargos docentes y un pequeño presupuesto para gastos. Hoy, el taller moviliza a más de 200 chicos de 36 colegios diferentes y cuenta con ocho docentes. Además, fue declarado de interés nacional por la Cámara de Senadores de la Nación y por la Cámara de Diputados de la Provincia, además de recibir un reconocimiento de Alberto Sileoni, Ministro de Educación de la Nación, por promover vocaciones hacia la ciencia.
¿Por qué el taller obtiene logros que no suelen conseguirse dentro de la educación formal?
Soy un convencido de que el sistema educativo actual es un sistema armado para enseñar, pero no para aprender. Y si a eso le sumamos la manía de enseñar de todo con el paradójico resultado de que los chicos no aprenden nada, o muy poco, la situación se torna más compleja. La educación secundaria es una preocupación mundial. Argentina está preocupada. En cambio, en otros países no se preocupan, se ocupan, y los talleres para ampliar perspectivas cobran relevancia extrema. Hoy, además, la escuela está desvalorizada en muchos sentidos y han bajado notablemente los estándares de exigencia; los informes Pisa dan cuenta de ello. Ningún chico quiere llenarse de datos en una clase sabiendo que los puede obtener en la red sin problemas; o asistir a una clase sabiendo que puede encontrar en Youtube una clase que lo entusiasme más.
¿Cuáles son las falencias principales del sistema educativo respecto de la enseñanza de las llamadas “ciencias duras”?
Hay varias, moduladas por una muy particular que reside en que la mayoría de los docentes no tiene una dedicación exclusiva a una sola institución, por ello, la situación no es alentadora para experiencias innovadoras por la dispersión que ocasiona un desgaste psicofísico. Por otra parte, la formación docente tiene problemas: los futuros docentes en ciencias, en su gran mayoría, no están siendo formados por científicos en actividad. Hoy la investigación educativa da cuenta de que hay diferencias sustanciales entre concepciones asociadas a lo que es la ciencia y cómo se la construye, entre profesionales formados en interacción con centros de investigación en una disciplina científica y los que no. Por otra parte, las actividades extra-programáticas (Clubes de Ciencia, Olimpíadas, Campamentos Científicos, Ferias de ciencia) son actividades genuinas para ampliar las perspectivas de las disciplinas científicas y deberían ser apoyadas desde las Instituciones Educativas. Si bien desde los ministerios están siendo promovidos, las escuelas suelen presentar resistencias a estas cosas.
¿Cuál es la importancia de formar gente de ciencia?
Coincido con el Dr. Alberto Rojo, un afamado Físico egresado del Instituto Balseiro que vive en los Estados Unidos, cuando expresa que “la ciencia y el conocimiento transforman la vida de una pantalla en blanco y negro en una pantalla de alta definición”. En ese sentido la expresión es clara. El que tenga una formación científica podrá hacerse preguntas que lo saquen del sentido común y lo hagan habitar en terrenos en donde los detalles cobran relevancia y en los que lo evidente no lo es tanto, por la multiplicidad de opciones que aparecen cuando se pregunta desde la ciencia. Además permite retomar la curiosidad y la capacidad de asombro de cuando éramos niños. Una persona que se precie como culta en el siglo XXI debe incorpora las formas del pensar científico.
¿Cómo hay que hacer para “tentar” a los alumnos a que se acerquen a este tipo de disciplinas?
Los chicos, en especial los más chicos, son científicos por definición. Hay una cosa curiosa: cuando salen de la primaria saben la regla de tres simple, entran al secundario sabiéndola, y sin embargo, cuando se van del nivel medio ya no la saben, algo pasó allí. Aparte de encontrarse con una edad que cada vez es más difícil de sobrellevar y un proceso de escolarización que pasan sin aprender, se genera el caldo de cultivo donde las ciencias pasan a ser el blanco predilecto para su descontento.
¿Entonces es sólo cuestión de derribar tabúes?
Hay muchas investigaciones que nos cuentan que los chicos reconocen que la ciencia es importante, pero cuando se les preguntas si les gustaría estudiar o ejercer una carrera científica nos dicen que no, que eso es para los “nerd”, para gente inteligente. Aparece la inteligencia como la capacidad relevante de los que hacen ciencia, no aparece la paciencia, ni la curiosidad, ni la confianza en el trabajo sistemático. En los últimos tiempos, los avances de las neurociencias nos dicen que el cerebro del adolescente se rediseña por completo en esa etapa y es la segunda oportunidad para el aprendizaje que hay que aprovechar. Ponerle “trapitos de colores” a nuestras disciplinas y sacarlas a la plaza pública suena interesante y está bueno, pero es el puntapié inicial. Aprender es un acto emocional, y en el aprendizaje de la ciencia hay que aprender a convivir con las emociones cuando las cosas “no salen”, con “la confusión”, con el “no entender”, y para eso se necesita el acompañamiento de un docente y de un sistema educativo dispuesto a respetar los tiempos de aprendizaje y darle el contexto para que eso ocurra. “Los talentosos” que ganan olimpiadas o que entran al Instituto Balseiro cuando antes se llevaban a rendir física, o que hacen brillantes carreras en distintas universidades del país o del extranjero, son chicos y chicas que aprendieron a ejercitar la paciencia y la perseverancia desde la adolescencia. El talento está en la perseverancia. Un chico, cuando es alentado a seguir y observa la experiencia de la mejora, quiere seguir.
Un caso paradigmático de excelencia educativa en el país es el Instituto Balseiro. En su opinión, ¿qué características tiene el IB que hace que se destaque académicamente del resto?
Así como expreso la importancia de que un docente en ciencia se forme con la interacción con científicos en actividad, de la misma manera vale para la formación de un físico y de un ingeniero. En esa línea, la experiencia de 60 años del Balseiro es importante. Muchos de sus docentes están en la frontera del conocimiento en física y sus ingenieros trabajan en desarrollos tecnológicos de importancia. Claro está que eso marca la diferencia, además de que los alumnos tengan una dedicación exclusiva al estudio y una beca que les permita vivir tranquilamente, más la mística del trabajo que fue instalada desde el origen de su creación, hace que sea un lugar diferente para estudiar.
En el examen de ingreso del IB es donde más se ve el éxito de su taller. Cuando los chicos se acercan a “Física al alcance de todos”, ¿tienen ese objetivo o es una oportunidad que se va presentando con el tiempo?
En realidad llama la atención que en los últimos tiempos haya muchos salteños en el Balseiro. Salta tiene un contexto universitario muy pequeño y con poca tradición en física, comparada con otros lugares del país. Hace dos años se dio una tendencia que, esperamos, se repita este año y el próximo: casi el 23% de los ingresantes era de Salta, y el 50% de la selección, que representó a la Argentina en las contiendas Internacionales, también era de la provincia. Muchos se preguntaban cómo fue posible, y creo que la respuesta es simple. Si tenemos un Anfiteatro poblado de chicos que desde una edad temprana son alentados a la ciencia, y la física en particular, y aprenden a vivir con “ problemas de física o matemáticas no resueltos en la cabeza”, van a buscar desafíos mayores y estimo que eso es lo que los lleva a trabajar en su ingreso al Instituto Balseiro.
Muchos de los ex talleristas ocupan posiciones en el Conicet, en universidades nacionales de todo el país y también en entidades educativas de Estados Unidos, Canadá, España, Suiza, Inglaterra, Francia e Italia. Y la mayoría sigue en contacto y colaborando de una u otra manera con el taller. La esperanza que abriga Daniel Córdoba es que, muy pronto, los salteños que están en el Balseiro dirijan los trabajos finales de otros del taller. “Vería cerrado un ciclo. Sería muy lindo estar en una defensa de una tesina con un director y un dirigido salido de “Física al alcance de todos”, escuchando algo que seguramente no voy a entender”.