Por Marina Lois. En U-238 Mayo 2013
A casi cuarenta años de su fundación, INVAP —una empresa estatal nacida en el seno de la CNEA— se ha convertido en la insignia de un modelo de país que sienta las bases de su desarrollo en el sistema científico-tecnológico nacional. Héctor Otheguy, gerente general y miembro del grupo fundador, explica por qué INVAP es una empresa única en su tipo en toda América Latina y lo que significa ser “embajadores” de la Argentina en el exterior.
¿Cuál es el origen de INVAP?
INVAP es una empresa de tecnología, su nombre proviene de Investigación Aplicada. El grupo inicial se conformó dentro del Centro Atómico Bariloche (CAB), como parte de la CNEA. Es una Sociedad del Estado, el dueño del 100% del capital de INVAP es la provincia de Río Negro, pero comparte el control con el Estado nacional a través de la CNEA, en el ámbito del Ministerio de Planificación Federal. Como es una empresa muy dinámica se piensa que tiene participación privada, pero no tiene capital privado ni lo tuvo nunca. El líder del grupo fundador es el doctor Conrado Varotto, que desde hace unos 20 años es el Director Ejecutivo de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), que es la que lleva adelante el plan espacial argentino.
¿En su origen, INVAP surge como una empresa de tecnología nuclear?
INVAP es una empresa incubada por la CNEA. Los proyectos nucleares de la empresa siempre se llevan a cabo en estrecha colaboración con la CNEA. INVAP es una creación de la CNEA. De hecho, los integrantes del equipo fundador éramos de la Comisión. Durante los primeros diez años se hicieron trabajos tanto para la CNEA como para algunas empresas estatales y privadas, pero en pequeña cantidad. A mediados de la década del 80 comenzaron las exportaciones, fundamentalmente en el área nuclear.
A pesar de tener formato de empresa privada, INVAP es completamente estatal. ¿Por qué se decide aplicar este modelo?
INVAP es una empresa, vive de lo que vende. En cambio, un organismo estatal tiene un presupuesto y en base a ello se maneja y logra objetivos de desarrollo, pero no tiene como visión vender ni vivir de esos fondos. En el caso de INVAP esa es la característica fundamental: es una empresa que como tal tiene que vender proyectos nacionales o de exportación, lo cual le permitirá a la empresa pagar los sueldos, las cargas sociales, los insumos que necesita para los proyectos, los gastos operativos y realizar las inversiones que le permiten crecer.
¿Cuál es la situación actual de INVAP?
Actualmente la empresa se encuentra en un plan de crecimiento muy acelerado; en los últimos 7 años hemos duplicado la cantidad de personal: hoy contamos con más de mil personas en relación de dependencia, además de los contratados. Por otra parte, triplicamos la facturación, fundamentalmente porque hay una política nacional que confía en la materia gris nacional y hay proyectos en distintas áreas, no solamente en lo nuclear sino también en satélites de observación de la Tierra, satélites de comunicaciones a través de la CONAE y de ARSAT, que son nuestros “clientes” para estos planes. También estamos trabajando en radares para control de tráfico aéreo y radares de defensa junto a Fabricaciones Militares. Con ARSAT, llevamos adelante tareas para el sistema de la televisión digital. Además de existir una política nacional de ciencia y tecnología, existen proyectos tecnológicos concretos que el país necesita y que, en lugar de importarlos, los hacemos de manera nacional.
¿De qué manera se desarrolló la estrategia de diversificación?
Para poder crecer y diversificarse, fue fundamental la política de retención de ganancias que aplica INVAP. La empresa, como cualquier otra, tiene anualmente su balance. Y en todos los años en los que hubo ganancia, en casi 40 años, el 100% de las utilidades se reinvirtió siempre en la empresa. Esta es una política muy importante. La provincia es dueña de INVAP y la CNEA tiene el control, pero jamás se han retirado utilidades sino que fueron reinvertidas, lo cual ha permitido que la empresa pueda seguir creciendo y diversificándose. En este sentido, otros aspectos importantes de INVAP son que el personal tiene participación en las ganancias y que uno de los siete miembros del Directorio es elegido por el personal, con las mismas obligaciones y los mismos derechos que cualquier otro director. Ambas características le dan a INVAP una dinámica diferente a otras empresas que recién ahora están pensando en esas instancias de participación. Todo eso genera una cultura empresarial la cual, sumada a otras normas como la austeridad en los gastos, permitió avanzar en esos campos y competir internacionalmente.
¿Qué los llevó a tomar la decisión de diversificarse?
Cuando a mediados de los 80 el apoyo estatal en lo nuclear mermó, nos obligó a acelerar la salida al exterior para subsistir esos años. En los 90 comenzamos con el tema espacial cuando la inversión en lo nuclear por parte del Estado no era la apropiada y nosotros teníamos la necesidad de mantener la empresa en funcionamiento. Actualmente seguimos exportando porque nos hemos consolidado en el mercado internacional y existe una política nacional de promoción. Para nosotros es claro que el apoyo que en los últimos siete u ocho años tuvo la ciencia y la tecnología en el nivel de las políticas nacionales no lo hubo en los últimos 40 años y, además, es el mejor de los últimos 40 años, sin lugar a dudas. El Estado tiene a la ciencia y a la tecnología como un elemento fundamental para generar puestos de trabajo, puestos de valor agregado. El objeto social de INVAP es, precisamente, la creación de fuentes genuinas de trabajo en nuestro país. La tecnología y los procesos tecnológicos son para nosotros herramientas para crear puestos de trabajo en distintas áreas, tanto en la empresa como a través de proveedores. Hoy existen condiciones para el desarrollo de empresas como INVAP que antes no existían.
Para mí, es sutancial el hecho de que la presidenta, además de comprender la importancia de la ciencia y la tecnología para el desarrollo del país, demuestre una especie de admiración por eso, porque no sólo está presente el factor racional sino también el emocional, lo cual le da otra fuerza a todo el sistema. Además, tenemos una herramienta de implementación a través del Ministerio de Planificación Federal. Durante este período hubo y hay decisiones políticas que, con el tiempo, van a demostrar la importancia que tuvieron. La conjunción de una estrategia política y de vocación en el máximo nivel, junto con la implementación de esas políticas, no se refleja sólo en INVAP, sino también en la finalización de Atucha II, en el Plan Nuclear y en todo el Ministerio de Ciencia y Tecnología.
¿Cómo se lleva a cabo el desarrollo de los productos que comercializan?
Lo que hacemos en INVAP es solucionar problemas concretos a un costo previsto de antemano. También podemos inventar algo que se nos ocurra, pero eso es menos frecuente. Con respecto a las demandas de nuestros clientes, en primer lugar competimos con los productos importados y en el mercado internacional, con proveedores internacionales. Estos proyectos son, en general, muy complejos y precisamente nuestra característica fundamental es el desarrollo de proyectos complejos en los que el elemento tecnológico es fundamental, ya sea para desarrollar algunas tecnologías que no están disponibles en el mercado nacional e internacional o para incorporar tecnologías preexistentes. Todo esto tiene que estar integrado en un proyecto que tiene que dar resultado en tiempo, en costos y en performance.
A nivel regional, ¿existe una organización similar a INVAP?
No hay organizaciones de las cartacterísticas de INVAP en la Argentina ni en Latinoamérica que trabajen con costos preestablecidos y que se desarrollen de manera diversificada en las áreas nuclear, espacial, de radares, de medicina, en televisión digital, etcétera. Nuestra gente tiene esa dinámica, tiene esa cultura, sabe que está presionada para terminar un proyecto en cierto tiempo, resolverlo. No es lo mismo tardar un año que tardar dos, no es lo mismo hacerlo por el presupuesto establecido que irse muy afuera del presupuesto.
Además estamos hablando de clientes complejos, son organismos de gobierno, gobiernos extranjeros. ¿Eso complejiza la situación?
Todos nuestros proyectos de exportación son complejos y duran décadas, a veces 40, 50 años. Para eso tienen que estar bien hechos y, como tales, van a ser siempre referenciados como proyectos que hizo la Argentina. En INVAP nos sentimos un poco “embajadores” de la Argentina. Que algo desarrollado por nosotros esté bien hecho y que haya un reconocimiento significa agregar algo positivo a la relación entre ese país y la Argentina. Y cuando va otro empresario argentino, las cosas se facilitan, porque los potenciales compradores estarán mejor predispuestos.
¿Qué significa para ustedes que la presidenta haya dicho que quiere que YPF Tecnología sea la INVAP del petróleo?
Nuestra primera reacción fue de orgullo: que se tome como ejemplo nuestra empresa para algo que se supone que es muy positivo para el país y que, además, lo diga la presidenta es muy importante para nosotros. Con respecto a lo que dijo entiendo que el modelo de INVAP es aplicar conocimientos en ciencia y tecnología, los cuales no existen únicamente en INVAP, sino que tienen que ver con todo el sistema nacional de ciencia y tecnología. Con la CNEA en temas nucleares, la CONAE en temas satelitales, la Fuerza Aérea Argentina en temas de radares pero además, con los institutos del CONICET y con las Universidades. La idea de crear YPF Tecnología a imagen y semejanza de INVAP sería hacer algo parecido: aprovechar esa capacidad del sistema nacional de ciencia y tecnología, para desarrollos específicos del área de petróleo y gas. Que esa empresa apuntara a usar la misma metodología de INVAP, tratar de capitalizar la gran inversión que ha hecho y sigue haciendo el país. INVAP es un poco la punta del Iceberg, lo que se ve. Y eso a veces es un poco injusto, porque nosotros no podríamos estar arriba si no estuviera todo lo de abajo, dicho esto en el sentido de “lo que no se ve”, es decir, todo el sistema de ciencia y tecnología. Nosotros estamos montados sobre eso. Nuestro trabajo tiene esa característica: es lo más visible pero es importante rescatar que sin todo eso y sin una política nacional que lo sustente de forma efectiva no podría ser lo que es. Ojalá se mantenga esta política como política de estado, más allá de los gobiernos que nos toque tener a futuro. Que ya esté instalado en la sociedad argentina, así como la educación es importante, lo otro para completar la educación son las aplicaciones, es lo científico-tecnológico.
¿Cuál fue el aporte de INVAP para la finalización de Atucha II?
INVAP ha participado en tres áreas: una es la puesta en marcha en sí misma, la prueba de los sistemas previos a su incorporación y a la producción de energía. Ahí tenemos un staff permanente de técnicos e ingenieros de INVAP residiendo en la obra desde hace 4 años y contribuyendo al plan de Nucleoeléctrica. Otra de las áreas es la de desarrollo de equipamiento específico, de tipo automático, telecomandado para realizar operaciones de mantenimiento, que va a haber que hacer y que ya tienen que estar diseñados. Fue un trabajo muy interesante porque implicó desde la ingeniería hasta la entrega del equipo probado. Y la tercera es la que tiene que ver con una planta para el tratamiento de residuos radioactivos que se producen en cualquier planta nuclear. Esas son las tres áreas más importantes. Por otra parte, hay un sector de INVAP que colabora en todo lo que tiene que ver con el licenciamiento de la planta, en cálculos, verificaciones.
¿De qué forma participó INVAP en esos procesos?
Partimos de una necesidad planteada. En el caso del equipamiento a distancia, por ejemplo, los constructores, operadores y diseñadores plantearon la operación que debían realizar y, a partir de ello, nuestros técnicos realizaron análisis hasta definir bien las especificaciones. Después hicieron el diseño, lo comprobaron, lo verificaron con los operadores para confirmar que fuera lo que realmente necesitaban y, posteriormente, se construyó y se hicieron pruebas. Es decir que participamos desde la concepción de la necesidad hasta la entrega del equipo funcionando con operadores entrenados. Esa concepción, que en algunos casos parece obvia, en otras industrias no se ha hecho y es una característica fundamental de la industria nuclear.
¿Cómo pasaron de lo nuclear a lo espacial?
Precisamente porque teníamos metodologías de trabajo comunes. A pesar de que un satélite no tiene nada que ver con lo nuclear, las metodologías de desarrollo son muy similares. En el caso del reactor nuclear uno quiere que aquello que diseña sea confiable porque hay razones de seguridad de por medio. En el caso espacial no hay un problema de seguridad, pero una vez que un satélite está en el espacio no se puede ir a reparar. Las metodologías de ingeniería que hacen los técnicos para hacer confiable un elemento en un reactor o en un satélite son las mismas. Además, muchas de las capacidades de ingeniería que se hicieron sirven para otras cosas, por eso pudimos hacer un pasaje bastante rápido, apoyándonos en gente que venía de lo nuclear. De hecho, nuestro gerente del área espacial y radares es un ingeniero nuclear del Balseiro, porque el ingeniero nuclear que forma el Balseiro tiene un amplio espectro de herramientas. Hay toda una “cultura ingenieril” que si uno la desarrolló para resolver los problemas nucleares puede aplicar esos elementos en otras áreas. También hay realimentación positiva: elementos de la metodología espacial que hemos aprendido de otros organismos internacionales han sido incluidos positivamente en la metodología nuclear.
Quién es Héctor Otheguy
Relatar la trayectoria profesional de Héctor Otheguy es, ineludiblemente, relatar la trayectoria de INVAP. Egresado del Instituto Balseiro con el título de Físico, Otheguy reconoce su formación en las escuelas que dejaron el Doctor Balseiro, el Profesor Sabato, el Dr. Maiztegui, entre otros grandes científicos y tecnólogos argentinos. El grupo de egresados del Balseiro que formó lo que posteriormente se llamaría INVAP, en la sede del Centro Atómico Bariloche, estaba liderado por el Doctor Conrado Varotto. “En esa época Jorge Sabato ya había introducido en la CNEA el valor de la tecnología y el desarrollo nacional. De alguna manera Varotto más directamente, pero también Horacio Osuna, actual presidente de INVAP, que trabajaron con Sabato, y el resto del grupo nos nutrimos de esas concepciones sobre lo científico y lo tecnológico. Venimos de esa escuela y hemos tratado de mantenerla a lo largo de estos años”.
Otheguy comenzó a trabajar con el grupo de Varotto en 1972. Por entonces, se llamaba Grupo de Física Aplicada. Posteriormente, pasó a denominarse PIA (Programa de Investigación Aplicada) y, ya con ese nombre, comenzó a realizar los primeros trabajos que serían el germen de INVAP. “Mi primer trabajo en esa etapa fue optimizar el proceso de producción de Zinc en una fábrica de Comodoro Rivadavia. Todavía no existía INVAP sino que éramos un grupo dentro de la CNEA, en el CAB, muy chiquito. Con el tiempo Varotto consideró que lo ideal era que la forma de organización fuera la de una empresa, porque efectivamente estábamos haciendo algo útil y había alguien que pagaba por ese servicio. Comenzamos a funcionar como empresa y, en mi caso, me tocó trabajar en una planta de desarrollo de tecnología de esponja de Circonio, un metal de uso nuclear. Ese fue un proyecto significativo que, junto con la construcción del reactor nuclear RA 6 y el desarrollo del proceso de enriquecimiento de uranio, generaron un efecto de confianza. En estos proyectos INVAP y la Comisión fueron socios. Estos tres proyectos sentaron las bases para afianzarnos como un grupo que demostró que podía concretar proyectos de alta complejidad tecnológica y alto valor agregado. El grupo que se originó en la CNEA se transformó en una empresa incubada en esta organización”.