Por María Julia Echeverría. En U-238 Diciembre 12.
El investigador argentino, reconocido entre los físicos más destacados a nivel internacional por sus contribuciones relacionadas con la teoría de cuerdas, dialogó con U-238 y opinó sobre el estado actual del sistema científico-tecnológico local.
– ¿Qué opina sobre el estado actual del sistema científico-tecnológico en la Argentina?
– Tengo conocimiento de que en el ámbito académico se ha producido una mejora en el número de posiciones y en los salarios en los últimos 10 años. También me han comentado que hay más dinero para investigación, viajes, etc., y que ha habido una gran expansión en el número de becas doctorales. Sin embargo, esta expansión no parece ser sostenible si estos investigadores piensan quedarse en el ámbito académico. Yo no conozco en qué medida se está desarrollando la parte aplicada o la industria privada, y si va a ser posible tomar a estos investigadores.
– ¿Cómo ve el camino ya recorrido y qué cree que nos falta para seguir creciendo a nivel científico-tecnológico?
– La empresa INVAP, por ejemplo, ha tenido grandes logros tecnológicos, como la venta de reactores, la fabricación de radares, etc.. Yo creo que un paso fundamental es el desarrollo de empresas privadas que se dediquen a temas tecnológicos. Además, todavía faltan más contactos entre los investigadores y el sector privado a nivel de consultorías y creación de empresas conjuntas, entre otras iniciativas.
– Habiendo hecho ciencia en Argentina y en el exterior, ¿qué diferencias existen en el trabajo diario y que son esenciales para el desarrollo científico del país?
– Para responder, voy a hacer comentarios que se aplican a mi área específica: la ciencia aplicada y el ámbito académico. Creo que el mayor problema de investigar en la Argentina es la falta de conexión con otros investigadores, debido a la gran distancia que existe entre los centros de investigación. Hoy en día, la situación se está tornando más sencilla gracias al crecimiento de Internet y las comunicaciones. Por otra parte, en el ámbito académico, uno de los grandes problemas han sido las enormes fluctuaciones en el número de posiciones. Ha habido momentos de gran expansión y momentos donde nadie conseguía posiciones. Si se hubiera seguido un nivel estable, hubiera sido más fácil retener a los mejores investigadores. Ahora hubo un periodo de gran expansión y es probable que venga el inevitable periodo de contracción.
– ¿Cree que en la Argentina hay posibilidad de hacer investigación de primer nivel en ciencia aplicada?
– Sí. De hecho, yo estoy agradecido por todo lo que, tanto la Universidad de Buenos Aires como la CNEA a través del Balseiro, han hecho por mi carrera. El Instituto Balseiro es un lugar donde hay científicos que hacen investigaciones de punta, y eso me permitió entrar en el mundo de la investigación. Por eso, yo creo que cualquiera que se dedique y estudie muchos años, puede llegar. Básicamente, el camino es el siguiente: en seis años, que es lo que te lleva a hacer la licenciatura, podes entender los problemas de punta. Y en otros cuatro o diez años, podes hacer una contribución más relevante a esos problemas y ser parte del grupo de gente que hace investigación de primer nivel.
Radiografía de un genio
Juan Martín Maldacena nació en Buenos Aires en 1968. Inició sus estudios de Física en la Universidad de Buenos Aires en 1985 y en 1988 ingresó al Instituto Balseiro (Universidad Nacional de Cuyo, Bariloche). En 1991, obtuvo su licenciatura en Física tras realizar su Trabajo Especial (equivalente a una Tesis de Maestría) denominado “Invariancia conforme y modelos sigma no lineales”, en el Grupo de Partículas y Campos del Centro Atómico Bariloche.
En 1996, Maldacena obtuvo su doctorado en la Universidad de Princeton. Durante dos años trabajó con un cargo post-doctoral en la Universidad de Rutgers y en 1997 ingresó a la Universidad de Harvard como profesor asociado, siendo rápidamente promovido a Profesor.
En noviembre de 1997, Maldacena sugirió una sorprendente equivalencia entre una teoría de gravedad cuántica y una teoría de partículas. Su propuesta se conoce hoy como la “conjetura de Maldacena”.
Desde 2001 es investigador del Institute of Advenced Study (IAS) de Princeton, el mismo lugar en el que trabajaron Albert Einstein, Kurt Gödel, Robert Oppenheimer, John von Neumann, Michael Atiyah, Herman Weyl, entre otros.
A lo largo de su carrera, Maldacena escribió más de 100 trabajos científicos de alto impacto y ha realizado importantes contribuciones relacionadas con la teoría de cuerdas, una línea de investigación que ha concentrado el interés de muchos físicos en el área de altas energías y que provee un marco de unificación para los dos grandes pilares de la física contemporánea: la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad general.
También ha recibido numerosos premios, como el Pomeranchuk 2012 y el galardón de la Fundación Yuri Milner por un monto de tres millones de dólares.