De acuerdo con un informe publicado recientemente por el Japan Atomic Industrial Forum (JAIF), tres de las centrales nucleares japonesas afectadas por el terremoto y posterior tsunami de marzo de 2011, lograron evitar graves accidentes debido a que no se produjeron apagones y las medidas de gestión de accidentes se aplicaron de manera exitosa.
En su informe, el JAIF señala que como resultado de los daños causados por el terremoto en la alimentación eléctrica externa y las torres de transmisión, hubo pérdidas en la línea de alimentación exterior en las seis unidades de Fukushima-Daiichi. Todos los generadores diésel de emergencia de la central –excepto uno en la unidad 6- dejaron de funcionar al quedar cubiertos de agua como consecuencia del tsunami.
Sin embargo, no hubo accidentes graves en las centrales nucleares de Fukushima Daini, Onagawa y Tokai pese a que también se vieron afectadas por el terremoto y tsunami, gracias a que la alimentación eléctrica exterior no se perdió totalmente en ninguna de las tres plantas. Por ejemplo, en Fukushima Daini resistió una de las cuatro líneas de alimentación eléctrica, en Onagawa una de las cinco y en Tokai, aunque se perdieron las tres líneas, dos de los generadores diésel de emergencia continuaron operativos.
El documento también admite que los operadores de la planta de Fukushima-Daiichi se habían preparado para un tsunami de una altura máxima de 6,1 metros mientras que el tsunami del 11 de marzo del año 2011 alcanzó los 13,1 metros, más del doble de lo previsto, lo que causó daños a equipos críticos para la seguridad.
En las otras plantas, en cambio, el fenómeno tuvo menor intensidad, aunque también fue más fuerte de lo previsto: En Fukushima Daini la altura máxima del tsunami fue de ocho metros siendo la prevista de 5,2 metros. En Onagawa fue de 13 metros y la calculada de 13,6 metros y en Tokai la altura máxima real fue de 5,5 metros siendo la prevista de 6,61 metros.
El informe de JAIF aclara que tradicionalmente no habían existido estándares reguladores claros para tsunamis, por lo que cada operador actualizaba sus previsiones en función de las últimas experiencias.