La ciencia y el territorio

Por Yasmín González Blanco. En U-238 # 22 Julio – Agosto 2016

Gloria D’Adamo es Computador científico. Fernando Dobarro, Licenciado en Ciencias matemáticas. La vida académica, la crisis y las oportunidades laborales fueron llevando a este matrimonio a radicarse en Europa, lejos de las fronteras nacionales. Gracias al Plan RAÍCES volvieron a apostar al país. Hoy trabajan en la Universidad Nacional de Tierra del Fuego y quieren que otros sigan sus pasos.

Tomaron la decisión de instalarse en la ciudad más austral del mundo y hace cinco meses que el matrimonio trabaja incansablemente en la joven Universidad Nacional de Tierra del Fuego —en marzo de 2013 comenzó a recibir sus primeros alumnos—. Gloria D’Adamo se desempeña como directora de investigación de la Secretaría de Ciencia y Tecnología, y Fernando Dobarro es profesor titular del IDEI (Instituto de Desarrollo Económico e Innovación) de la misma casa de estudios. Suman ya casi 30 años de experiencia, compartiendo una pasión por la investigación y el desarrollo científico que no siempre pudieron poner en práctica dentro del país. Mucho antes de llegar al fin del mundo, la vida los llevó a abandonar los límites nacionales y a radicarse en el viejo continente.

“En realidad cuando nos fuimos a Europa a principios de 1989 no teníamos la intención de quedarnos más de dos años”, confiesa D’Adamo. Mientras Dobarro realizaba su postdoctorado en la Scuola Normale Superiore di Pisa, en Italia, las sucesivas crisis económicas de Argentina provocaron la interrupción de la beca que tenía en el CONICET. Con un hijo chico y otro en camino, la opción era una sola: buscar el modo de sobrevivir. A fuerza de mucho trabajo y generar contactos, el matrimonio encontró el modo de avanzar en su carrera científica, incluso en medio de la crisis europea, marcada por la desocupación y el ajuste.

En 2009 el Estado argentino puso en marcha el programa Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior, mejor conocido como Plan Raíces. Fernando Dobarro, 20 años después de su partida, aplicó para este proyecto. El matemático fue beneficiario del subsidio Dr. César Milstein que, paradójicamente, fue hecho a medida para aquellos investigadores que no tenían pensado regresar al país. Su tarea consistió en viajar periódicamente para dictar cursos de postgrado y seminarios en la Universidad Nacional de Mar del Plata. Así fue cómo, en contacto con el ámbito académico local, D’Adamo obtuvo una oportunidad de trabajo en el Centro Internacional Franco Argentino de Ciencias de la Información y de Sistemas, CIFASIS, ubicado en la ciudad de Rosario. Por su parte, Dobarro tomó el cargo de Profesor Titular del área de matemática en la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral de Pilar, regresando en forma definitiva a su lugar de origen.

Una universidad que quiere hacer su historia

Si bien la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur (UNTDF) no tiene tanta trayectoria como esta pareja, y recién cursa su cuarto año de vida, ya cuenta con cuatro institutos (el Instituto de Ciencias Polares, Ambiente y Recursos Naturales; el Instituto de Cultura, Sociedad y Estado; el Instituto de Desarrollo económico e Innovación y el Instituto de Educación y Conocimiento) donde se ofrecen una amplia variedad de carreras de grado y año a año congrega a más jóvenes estudiantes.

Sin embargo, hay un largo camino por recorrer. Según Dobarro, hace falta incentivar fuertemente la radicación de investigadores y docentes en ciencias duras (matemática, física, química e informática) en las cuales hay una fuerte carencia de personal con alta formación. “Es imprescindible incentivar la cultura del esfuerzo y de la curiosidad, y desarrollar el espíritu de investigación, tanto básica como aplicada”, explica D’Adamo.

El rector de la UNTDF, Juan José Castellucci, refiere que son fuertes en las carreras orientadas a las ciencias sociales o biológicas, pero que todavía les falta crecer en áreas como ingeniería o matemática. “Ingeniería está más orientada a las organizaciones y no apunta a generar un perfil de un ingeniero de planta”, aclara el rector. Por otra parte, manifiesta que es difícil ese crecimiento en la medida en que requiere sí o sí la radicación de investigadores, dada la inexistencia de profesionales de altos estudios en estas disciplinas. Castelucci ejemplifica con un caso de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco: “cuando abrimos la carrera de contador público, no había especialistas para dictar las materias, pero un profesor viajaba de otra localidad en forma mensual o cada 15 días e iba entrenando a un contador local. Para estos casos se hace difícil, porque no se cuenta con la ‘materia prima’ para llevar a cabo la tarea educativa”.

Si bien uno podría pensar que algunas carencias pueden resolverse desde la educación a distancia, D’Adamo y Dobarro coinciden en que la interacción con los estudiantes es indispensable, porque no hay otra forma de promover las inquietudes y las ganas de participar en actividades de investigación. “Necesitamos formar buenos profesionales que quieran devolver a la Universidad un poco de lo que han recibido. Lamentablemente, las Universidades en este momento no cuentan con fondos para contratar nuevos docentes investigadores o ayudar a radicarlos en Tierra del Fuego”, expresa el matemático.

Actualmente, Gloria D’Adamo se encuentra buscando oportunidades de colaboración junto a otras universidades y entes científicos tanto nacionales como internacionales. Por eso, hay pocas personas como ella, que estén al tanto de la problemática y de las dimensiones que esta adquiere. D’Adamo cree que Tierra del Fuego potencialmente es un atractivo consistente para muchísima gente en el planeta y que hay otra tanta que ayudaría al desarrollo de estas tierras. Mira hacia las mismas latitudes del Hemisferio Norte que se encuentran altamente pobladas y con niveles de desarrollo de primera línea para señalar un horizonte posible —y deseable—: “El punto clave es tomar la decisión política de desarrollar el país en su integridad, en particular el sur patagónico. La actual conducción de la UNTDF y UTN (Universidad Tecnológica Nacional), acompañadas por el Ministerio de Ciencia y Tecnología de Tierra del Fuego, están tratando de dar una mano en la dirección del crecimiento y desarrollo fueguino, tratando de frenar probables retrocesos”.

Educar globalmente, actuar localmente

Gloria D’Adamo observa la necesidad de formar profesionales comprometidos con el territorio, aunque advierte que “no hay que confundir esto con formar profesionales que sean sólo relevantes en el ámbito local”. Con el conocimiento de quien pasó buena parte de su vida fuera de las fronteras nacionales, de quien atravesó la experiencia de mostrar sus credenciales y legitimarse con ellas, D’Adamo enumera universidades como la de Buenos Aires, La Plata, Córdoba o entes de investigación como el Instituto Balseiro y el Leloir en tanto que ellas son un modelo de prestigio a nivel internacional. La académica ofrece esos ejemplos para intentar explicar la importancia de contar con un nivel de formación de estándares rigurosos y cuyos resultados puedan proyectarse hacia el mundo. Sin dudas, D’Adamo apunta a una idea de investigador docente de carácter integral. No sólo considera como alternativa la enseñanza de grado o de posgrado, sino que propone actividades ligadas a “resolver problemas e inquietudes de las fábricas, de los artesanos y de la sociedad en general. Necesitamos gente con una buena formación y con contactos que nos permitan de salir del aislamiento típico de una sociedad con pocos habitantes y una situación difícil, no sólo climáticamente hablando”.

Al respecto, Castelucci insiste en que el desarrollo de la Universidad debe repercutir en forma directa en la calidad de vida de sus habitantes, fundamentalmente cuando las condiciones climáticas de la región agravan las condiciones de los sectores más empobrecidos. Asimismo, señala que hay un amplio espectro de áreas a donde debe apuntar dicho crecimiento: el cuidado y protección de recursos naturales, el tratamiento de la basura y los materiales reciclables y reutilizables, la producción diversificada de energía y el desarrollo tecnológico para la sustitución de importaciones. “Las investigaciones deben estar apuntadas a vincular con el territorio”, destaca el rector.