Por Nadia Muryn. En U-238 # 14 Noviembre 14.
Desde la década del 60, los temas relacionados con el empleo de la tecnología nuclear en áreas o aspectos de la vida diaria han sido una cuestión de agenda para la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Desde un principio, el organismo asumió la necesaria tarea de abordar distintas problemáticas del campo nuclear vinculadas al desarrollo, a la investigación y a la puesta en práctica de técnicas científico-tecnológicas en el campo agropecuario.
En 1968 se inaugura el Centro Atómico Ezeiza (CAE), uno de los tres centros atómicos que forman parte de la CNEA. Ubicado en el Partido de Esteban Echeverría, Ezeiza, a 33 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, es una de las mayores plataformas de investigación, diseño y producción científico tecnológica del país. En sus instalaciones, que cuentan con un número aproximado de 500 personas trabajando sobre la base de un amplio espectro de actividades y el despliegue de distintas tareas científicas vinculadas al campo de la Ingeniería, la física y la química, se destaca el Área de Aplicaciones Agropecuarias.
El ingeniero, docente e investigador Alfonso Buján, es el Jefe del Departamento de Aplicaciones Agropecuarias. Trabaja en el CAE desde su creación y contó al respecto: “las aplicaciones de la tecnología nuclear en áreas como la biología, la agronomía y otras tales como la medicina, en aspectos físicos relacionados con la naturaleza, vienen investigándose desde que la tecnología nuclear se desarrolla. Cuando se crea la CNEA, se trata de abordar desde allí los diferentes temas que tienen que ver con las tecnologías nucleares. Lo que podemos afirmar entonces es que el Área de Aplicaciones Agropecuarias arranca con la creación de la Comisión”.
El área pertenece al Departamento de Aplicaciones Agropecuarias y depende de La Gerencia de Aplicaciones y Tecnologías de las Radiaciones. Allí trabaja un equipo compuesto por aproximadamente 30 personas dedicadas a la labor de investigación y desarrollo de todo lo relacionado con la producción vegetal, el cuidado, el uso y la recuperación de los suelos, y también los desarrollos que abarcan el estudio y la producción animal. “Durante la década del 60 converge la idea de formar el Centro Atómico Ezeiza que se inaugura en 1968. Desde ese entonces, tenemos en estas instalaciones una base de cabecera para las aplicaciones agropecuarias, que comenzó siendo una división y hoy es un departamento, pero desde el punto de vista de su composición, las líneas troncales siguen siendo básicamente las mismas, es decir, las distintas aplicaciones agronómicas y pecuarias”, explicó el ingeniero Buján, quien viene contribuyendo con la institución desde los años 70.
El área cuenta con dos divisiones. Por un lado, las Aplicaciones Agronómicas y, por otro, las Pecuarias, sumadas a un componente ambiental, que tiene que ver con las consecuencias directas de las prácticas realizadas por los dos sectores. “Con el avance de las ciencia y los tiempos, y el reconocimiento de algunas consecuencias de la acción del hombre sobre los medios de producción, va surgiendo una actividad que resulta trasversal a estos estudios, que son la resolución de los problemas ambientales, que tiene directa relación con el uso de los suelos, de los vegetales o con la presencia de los animales, ya sea su eliminación o su proliferación”, aclaró el Jefe del Departamento.
Al tener en cuenta que la tecnología nuclear se nutre de un conjunto de herramientas diferentes y variadas, su utilización tiene una utilidad insustituible en los campos de la producción agrícola y pecuaria. Según declaró el Jefe del Departamento: “Las aplicaciones tecno-nucleares son muy diversas. La base de la tecnología nuclear está ubicada en los radioisótopos, como elementos que, por sus propiedades y sus características, aportan funciones fundamentales e irremplazables en este campo”.
Los trabajos en el campo de los radioisótopos y las radiaciones resaltan dentro del amplio historial del Centro Atómico Ezeiza, el cual se orienta a la investigación básica y es aplicada al desarrollo, la adaptación y la puesta en prácticas de tecnologías que utilizan las distintas herramientas nucleares como motor para la solución de problemáticas vinculadas con los campos de la alimentación, la salud, la producción agropecuaria y el cuidado del medio ambiente. Dentro del Predio de Ezeiza se encuentra la Planta de Producción de Radioisótopos asociados al Reactor RA3, junto con una amplia red de laboratorios de complejidad, conforme a las investigaciones que desempeñan los distintos especialistas, profesionales técnicos y becarios de capacitación que colaboran con el Centro.
Allí se llevan adelante investigaciones relacionadas, en primera instancia, a los efectos de la radiación aplicada a diferentes materiales, productos o medios biológicos y, en segundo lugar, al uso del radioisótopo como “trazador” incorporado tanto a sistemas físicos como biológicos, en instancias de laboratorio o de campo, para la investigación de procesos metabólicos, físico químico, entre otros. “El radioisótopo usado como trazador me dice dónde está ubicado determinado rasgo buscado. Por ejemplo, se aplica en una planta, un microorganismo, un animal e, incorporado el radioisótopo a un sistema vivo, me va a indicar su presencia, su recorrido. En consecuencia, es una herramienta importantísima para conocer, por ejemplo, procesos metabólicos o de nutrición”, expuso Buján.
Aplicaciones y problemáticas
La técnica de los trazadores y el uso de las radiaciones son parte de un complejo esquema metodológico que desde hace varias décadas se desarrollan y adaptan con el fin de contribuir a la resolución de problemas agropecuarios, suministrando información específica o complementaria que se puede obtener por la metodología convencional. De esta forma, son tres las líneas conceptuales que integran la labor del Departamento de Aplicaciones Agropecuarias: la investigación, el desarrollo y la capacitación.
La investigación en esta área responde a distintos enfoques, pero su principal objetivo es brindar resultados concretos que puedan ser aplicados por fuera de la institución. Buján comentó sobre este tema: “Ante un determinado problema, se busca saber si determinada herramienta nuclear sirve para solucionarlo o no. Muchas de las técnicas que nosotros utilizamos pueden tener su origen en investigaciones de otra índole. Van pasando los años y el ejercicio de intercambio sigue vigente: la CNEA sale al medio y el medio a la vez, ve la posibilidad de usarlo”.
En cuanto al desarrollo y la capacitación, se pueden hallar tres grandes pilares. En primera instancia existe la “transferencia”, es decir, el pasaje del conocimiento originado desde la CNEA a otras organizaciones, instituciones, universidades o investigadores particulares que se dediquen a lo mismo. En segundo lugar, se brinda “asistencia técnica”, ayuda desde la CNEA, para que otros puedan llevar adelante distintos proyectos vinculados con las problemáticas tratadas en el centro. Y, finalmente, la “cooperación técnica”, según expresó Buján: “consiste en que un cliente se asocie con la CNEA para llevar adelante investigaciones de manera conjunta; cada uno hace su contribución, se aportan saberes desde la CNEA y, en conjunto, se obtienen resultados dispuestos para el público o para ser patentados”.
El estudio y la aplicación de herramientas para la conservación de suelos, junto con el análisis y la exploración de la relación suelo-planta, y la disponibilidad de nutrientes mediante la aplicación de radioisótopos, son las problemáticas más relevantes que enfrenta la rama de Agropecuarios del Centro Atómico Ezeiza. El suelo es la base de la producción agrícola y es el recurso natural más expuesto al trabajo e intervención del hombre, ya que es el mayor instrumento de sustento de la vida humana. Desde este punto de vista, en la CNEA, específicamente en el Área Agropecuaria, “se realizan prácticas para usar bien los suelos y que no se gasten y, por sobre todo, para lograr su recuperación”, afirmó Buján.
Otro de los puntos fuertes de las aplicaciones de la tecnología agro-técnica tiene que ver con el control de plagas agrícolas mediante la aplicación de la técnica del insecto estéril y del tratamiento cuarentenario por irradiación, y la mitigación de efectos ambientales de la minería de Uranio. En este sentido, el experto comentó: “el control de plagas mediante la técnica del insecto estéril es un hecho. En la Argentina funciona un plan para el control de la ‘mosca de los frutos’, que tiene su base en la tecnología que proveyó la CNEA; los primeros irradiadores que se usaron y se siguen usando, fueron nuestros. Además el plan de control de la ‘mosca del Mediterráneo’ tanto para la región de Cuyo como para el Valle de Río Negro, tiene éxito. Incluso, se exportan los insectos estériles a Europa para aplicar la técnica cuando les hace falta. Podríamos decir que es uno de los logros más visibles de nuestra labor”.
La técnica del “insecto estéril” consiste en la producción del organismo en criaderos o “insectarios” que, mediante el uso de radiación, pierden la capacidad de procrear sin perder los requisitos y características propios de la especie necesarios para su vida. Al salir al exterior y reunirse con su misma especie, ocurre que estos no son capaces de reproducirse y, si lo hacen, no podrán lograr descendencia futura, reduciendo de esta manera la propagación de la plaga.
Por otro lado, dentro de las aplicaciones que tienen relación con la rama pecuaria, el estudio sobre sanidad y nutrición animal, como el desarrollo de técnicas de diagnóstico de brucelosis, y el estudio de mecanismos de infección de Brucella para poder crear vacunas; investigaciones en el campo de la sanidad apícola como el control integrado de plagas; la evaluación y el mejoramiento de la calidad de mieles a partir de la determinación de metales pesados y residuos de piretroides alojados en las mieles constituyen los desarrollos más significativos para el sector.
Experiencia y trayectoria
A raíz de la importancia y de la necesidad de enfrentar distintos compromisos relacionados a la sanidad, la alimentación y la protección ambiental, la CNEA tiene, en términos institucionales, un lugar protagónico: “Por ser ejes temáticos vinculados a la sustentabilidad de la vida, nosotros tenemos, entre las misiones más importantes, la de hacer que estos desarrollos sigan siendo un sistema capaz de contenernos, alimentarnos y nutrirnos”, reveló Buján.
Alfonso Buján ha guiado a la institución desde sus primeros pasos. Su carrera ha transitado las vías de la investigación y la puesta en práctica de sus conocimientos y experiencia sobre la utilización de la energía nuclear en el ámbito agropecuario, pero además ha sabido recorrer el imperioso camino de la enseñanza. “En mi vida, la docencia y la investigación han transcurrido a la par, por lo tanto, son un complemento útil y creativo, porque la docencia complementa de una forma muy singular a la investigación y viceversa”, aseguró el ingeniero.
Egresado de la Escuela Normal como Maestro, empezó a desempeñarse en ese rol desde los 17 años en establecimientos primarios, secundarios y rurales, mientras que, paralelamente, se dedicaba a estudiar la carrera de Ingeniero Agrónomo en la Universidad Nacional de Buenos Aires. Actualmente, como docente responsable a cargo de la “Cátedra de Manejo y Conservación de Suelos” de la Universidad de Lomas de Zamora, en la cual presta sus servicios desde 1983, Buján manifestó que lo que más disfruta de la profesión es poder enseñar y trabajar en el campo al mismo tiempo: “Pienso que el hecho de hacer docencia y proyectarse hacia los otros es enriquecedor y a la vez, es una permanente manera de probarse a sí mismo”.
Luego de 40 años de servicios prestados, próximo a su retiro dentro de la institución, Alfonso Buján, conmovido, confesó: “Llego a la jubilación con una gran satisfacción. El haber incorporado las técnicas nucleares ha sido una gran contribución que es y será bien acogida dentro de los que son los medios tecnológicos. Podemos brindar precisiones que, por otros medios, no se obtienen”.
Con la mirada puesta hacia el futuro, el ingeniero aseveró: “La CNEA tiene múltiples facetas, pero en general, es evidente que los desafíos que existen acerca de cómo encarar y resolver los problemas de energías están sujetos a que hay mucho trabajo que aún tenemos que hacer en el mediano y largo plazo”. Y sostuvo: “Desde el punto de vista de las aplicaciones, yo creo que, en materia de producción agropecuaria y la alimentación, la preservación de los medios de producción de la naturaleza, la sustentabilidad ambiental están en permanente dinámica. Por lo tanto, a medida que aparecen nuevas formas de intervención, se está a la vez, generando la necesidad de buscar nuevas posibilidades de evaluarlas y medirlas”.
Tal como lo afirma el Jefe del Departamento de Aplicaciones Agropecuarias, todos los temas abordados por la CNEA a partir de los planes y proyectos de investigación son definidos y seleccionados en concordancia con los objetivos y prioridades que en material de estudio agropecuario fijan otros organismos de carácter nacional abocados también a la materia, como el INTA, SENASA, Universidades, entre otras entidades internacionales, como la FAO y el OIEA. Ciertamente, las actividades en conjunto implican mantener vivo, a lo largo de los años, los mismos pilares bajo los que responde la Comisión, en línea con la investigación y el desarrollo, que requieren, por supuesto, la transferencia, la capacitación y la docencia en este campo.