En U-238 # 20 Febrero – Marzo 2016
Los alumnos de primero, segundo y tercer año de la carrera del Instituto Sabato se prueban los zapatos de ingeniero para trabajar en diferentes proyectos y realizar sus primeras prácticas profesionales durante un mes completo. Pueden desempeñarse en algún laboratorio de la CNEA o en otras instituciones científicas. Sus protagonistas nos cuentan cómo viven esta importante experiencia.
Como todos los años al llegar el mes de febrero, los alumnos de la Ingeniería en Materiales del Instituto Sabato vuelven de sus merecidas vacaciones para iniciar un nuevo ciclo lectivo. Pero no comienzan las clases en su forma tradicional, en las aulas y con los profesores enseñando en el frente; sino que deben pasar un mes trabajando en algún laboratorio de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) o de alguna institución científico-tecnológica que requiera la colaboración de un especialista en materiales.
De eso se tratan las llamadas “Actividades de Verano”, que deben hacer los alumnos de primero, segundo y tercer año de la carrera. El objetivo de esta iniciativa es iniciar paulatinamente a los estudiantes en la metodología de trabajo de un ingeniero en materiales, brindando a su vez a los distintos grupos de la CNEA la posibilidad de contar con un asistente en sus proyectos durante un mes (del 1° al 26 de febrero de 2016).
“Se espera que el alumno aproveche esta actividad para ir definiendo sus intereses en temas y/o en tipo de actividad profesional”, comenta la doctora Liliana Roberti, directora de la carrera de Ingeniería en Materiales del Instituto Sabato. Y agrega: “Los estudiantes pueden elegir desarrollar su trabajo en alguno de los laboratorios de la CNEA, o también en laboratorios de instituciones como INTI, CITEDEF, universidades o en empresas como FAE S.A., etc”.
Al respecto, la directora de la carrera explica que “los proyectos pueden ser muy variados en relación a los temas. Por ejemplo, según el material: aceros, materiales de uso nuclear, polímeros biodegradables, materiales compuestos, cerámicos, materiales nanoestructurados; o según los procesos: soldadura, deformación en caliente y en frío, tratamientos superficiales, caracterización, corrosión, ensayos no destructivos, etc. Pero también pueden variar con relación al tipo de actividad: investigación, desarrollo, producción, entre otros”.
Veranos productivos
La doctora Roberti cuenta que esta actividad se realiza desde 2002 y sólo la hacen los alumnos de los primeros años, ya que los que están en cuarto año inician el trabajo final de la carrera, el cual tiene una duración de seis meses.
En años anteriores, los alumnos pudieron desempeñarse, por ejemplo, en el estudio de juntas soldadas por FSW no convencionales de aluminio 2219-T81 en chapa de 8 mm en la Gerencia de Ensayos No Destructivos, o en el estudio de conformabilidad de distintas aleaciones de Titanio Gr.2 en la Gerencia de Coordinación de Proyectos con las Centrales Nucleares de la CNEA.
En febrero de 2015, la doctora en química Marta Litter también participó de la actividad como directora de un proyecto. Al respecto, recuerda: “Hemos recibido a una alumna de los primeros años de la carrera que colaboró parcialmente en los temas que estudiamos en el grupo de la División Química de la Remediación Ambiental de la Gerencia de Química de la CNEA. Específicamente, trabajó en la síntesis de nanopartículas de hierro que luego se utilizan para la remoción de diversos metales como uranio y cromo de aguas”.
Litter reconoce el valor que tienen estas experiencias, no sólo para los alumnos, sino para el grupo de trabajo que los recibe: “Es importante tener a estos alumnos, aunque sea por un mes, ya que colaboran en tareas del grupo y sus miembros se entrenan en la iniciación en la formación de recursos humanos”, resume la especialista.
Los estudiantes también pueden elegir colaborar en proyectos de otras instituciones científicas. Por ejemplo, el año pasado una alumna participó del trabajo “Análisis de resistencia adhesiva de ionómeros vítreos a dentina con distintos tratamientos de superficie” en el Laboratorio de Materiales Dentales de la Facultad de Odontología de la Universidad de Buenos Aires.
En el caso de alumnos que provienen del interior del país, se estimula que desarrollen las “Actividades de Verano” en algún laboratorio o empresa en su misma ciudad de origen, buscando disminuir los problemas de desarraigo y relacionarlos con el ámbito laboral de la región.
Haciendo un balance de la experiencia, la doctora Roberti asegura que “los estudiantes ponen interés en la elección del trabajo y se sienten muy estimulados por esta actividad. En ocasiones, de acuerdo al nivel de avance en el tema que tenía el grupo de trabajo en el que participaron, les permitió hacer presentaciones en congresos o colaborar en publicaciones en revistas científicas”.
Por otro lado, Roberti destaca que “otro beneficio adicional de esta actividad es la difusión, en diferentes laboratorios y empresas, de las competencias del Ingeniero en Materiales, cuyo perfil no es conocido, a pesar de que hace más de 25 años que la Ingeniería en Materiales se inició en Argentina”.
Aprender, el principal objetivo
El doctor Mariano Kappes, coordinador de la carrera de Ingeniería de Materiales del Instituto Sabato, cuenta que “para organizar estas actividades, convocamos primero a distintos contactos de la CNEA y de otras instituciones científicas para consultarles si tienen proyectos que puedan desarrollarse en el transcurso de un mes. Algunos son proyectos que recién están iniciando, y los alumnos se pueden enganchar bien. Este año tuvimos muchas convocatorias, mayor cantidad que de alumnos, lo que les dio la posibilidad a los chicos de elegir en base a sus preferencias profesionales”.
“Por otro lado —agrega Kappes— los alumnos también tuvieron la posibilidad de presentar sus propias propuestas y nosotros como coordinadores hablamos con los directores de los proyectos para evaluar su factibilidad”.
Al terminar la “Actividad de Verano”, los alumnos deben presentar un informe escrito sobre la actividad que desarrollaron, con el aval del profesional que los dirigió todo el mes. Asimismo, deben realizar una presentación oral ante sus compañeros de no más de cinco minutos sobre las tareas más importantes que hicieron durante la pasantía. “El objetivo es que los alumnos obtengan destrezas en presentaciones orales y, además, conozcan los trabajos que hicieron sus compañeros para ampliar el campo de conocimientos”, explica Kappes.
En primera persona
Como egresado de la Ingeniería en Materiales del Instituto Sabato, Aníbal Rodríguez ha realizado estas “Actividades de Verano” tres veces como alumno y, este año, recibirá como director a seis estudiantes (cuatro de primer año, uno de segundo y uno de tercero) en el laboratorio del Departamento de Materiales Avanzados, de la Gerencia de Materiales de la CNEA.
El ingeniero Rodríguez cuenta que el grupo realiza, entre otras tareas, trabajos de calificación y ensayos mecánicos de materiales compuestos. “Ahora estamos tratando de profesionalizar todos los ensayos para ir mejorándolos. Yo estoy muy enfocado con la parte de calidad industrial y metrología, y también me estoy especializando en materiales cerámicos avanzados”.
“Durante mis años de estudiante, cuando hice esta especie de pasantías —recuerda Rodríguez—, no me tocó nada relacionado con los materiales avanzados”. Sin embargo, reconoce que siempre le interesó el área.
Con respecto a su actual rol como director de las “Actividades de Verano” de estos seis alumnos, Rodríguez explica que su intención es que “los chicos ganen competencias técnicas dentro del laboratorio y el uso de las máquinas. En lo que respecta a los ensayos mecánicos de materiales compuestos, la mayor dificultad es hacer la probeta. Después del ensayo, si uno sigue la norma, no tiene mayores complejidades”, asegura.
Para encarar las tareas, Rodríguez dividió el grupo en tres, según el grado de avance de los alumnos. “Es una oportunidad para todos —resume el ingeniero— porque en la práctica se aprende mucho y se aprenden cosas distintas que dentro del aula. Mi objetivo es agregar valor, tanto al grupo como a los estudiantes. Como pasantes, considero que ellos adquieren nociones del trabajo de laboratorio. Aunque en un mes no se puede hacer magia, por lo menos pueden conocer e interiorizarse con algunas cuestiones, por ejemplo, la calibración de los instrumentos”.
“Lo que tiene de bueno esta experiencia —considera Rodríguez— es que los chicos están haciendo un trabajo a la par nuestra, o sea, yo los considero como compañeros, profesionales, la única diferencia es el tiempo. Pero les voy a pedir lo mismo que si fueran compañeros míos de trabajo. De hecho, con los datos que vamos a obtener de los ensayos que los chicos van a hacer, sumados a otros trabajos que estuvimos haciendo con un grupo de emisión acústica, podríamos tener información suficiente como para presentar algún póster. Pero eso dependerá de la motivación que tengan los estudiantes y del tiempo que tengamos para hacer todos los ensayos”.
Mariana Rojas es una de alumnas que dirigirá Rodríguez durante el mes de febrero. Ella es de primer año (cursó un solo cuatrimestre en el Instituto Sabato) y es la primera vez que hace este tipo de pasantía. “Estoy colaborando en la parte de ensayos mecánicos de compresión de materiales compuestos, específicamente fibra de carbono, relacionados con el proyecto del satélite SAOCOM”, cuenta.
A pesar de que sólo lleva una semana de “pasantía”, Mariana reconoce entusiasmada que aprendió “muchas cosas, y muy distintas de los contenidos que se ven en el aula. No siempre sentía ese entusiasmo cuando iba a cursar. Me dan muchas ganas de venir y creo que es por la forma en que Aníbal me trasmite sus conocimientos y me explica lo que tengo que hacer”.
“El trabajo es totalmente distinto al de aula. Por ejemplo, hace unos días teníamos que arreglar una máquina, y la verdad es que yo de taller no sabía nada. Yo vengo de un bachiller en Ciencias Naturales, y en mi casa tampoco había hecho arreglos. Y cuando nos pusimos a arreglar la máquina, hasta tuve que aprender a usar el taladro”, admite entre risas.
“Ya en estos días aprendí mucho, así que me imagino que todo el mes va a ser algo muy intensivo y que me voy a llevar muchos conocimientos. Y esa es mi idea: aprender al máximo todo lo que pueda. Y también ir conociendo a la gente y a los colegas, porque permanentemente entran personas al laboratorio que vienen a pedir cosas. Y eso es importante porque la CNEA es una gran familia y si alguna vez necesitas algo, ya sabes a quién recurrir”, asegura la joven estudiante.
Para concluir, el ingeniero Rodríguez destaca que “lo más importante que tiene una organización es el recurso humano y es, justamente, lo más difícil de adquirir. Hay muchos ingenieros en materiales del Sabato que están colocados en lugares estratégicos de todas las industrias, y eso habla muy bien de la excelencia del Instituto”.