Además de sus circuitos y dispositivos propios, el satélite argentino “Tita” lleva consigo el MeMOSat-01, un experimento desarrollado en forma conjunta por investigadores de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y el CONICET.
Se trata de una placa electrónica desarrollada especialmente para probar el desempeño de memorias electrónicas no volátiles, que a diferencia de las convencionales hechas de silicio, se construyen con óxido de metales de transición.
Estas memorias son capaces de conservar la información almacenada, sin consumo de energía, durante cierto tiempo, en ambientes espaciales. Otra de las ventajas que tienen estos dispositivos es que son muy factibles de miniaturizar y poseen gran robustez.
Dichas memorias fueron desarrolladas para ser utilizadas en ambientes hostiles, soportar movimientos bruscos, golpes, radiación y cambios de temperatura y presión. Para verificar su desempeño en el espacio, los científicos argentinos se comunican una vez por día con el satélite para que envíe información sobre el funcionamiento de la placa y de las memorias.
Por ahora, los resultados del trabajo experimental –que durará unos tres años- indicaron que la placa se encuentra en condiciones y dentro de los parámetros estimados, lo que confirma que la placa electrónica y la comunicación con tierra funcionan.
El BugSat-1, conocido comercialmente como “Tita”, en honor a la actriz Tita Merello, es el tercer satélite que la empresa Satellogic lanza al espacio, pero el primero de una nueva serie que ofrecerá servicios comerciales en el espacio, desde la toma de imágenes hasta la geolocalización, la transmisión de TV o la detección de parámetros ambientales.