El proyecto del reactor termonuclear experimental internacional -ITER, por sus siglas en inglés- que aspira a demostrar la viabilidad de la fusión nuclear como fuente de energía para el futuro, avanza ahora «a toda velocidad», a pesar de los retrasos e incrementos de costos acumulados durante una década.
En Cadarache, al sur de Francia, las 180 hectáreas sobre las que se levantará el complejo ITER son un espacio de construcción, aunque ya se están terminados algunos de sus 39 edificios, el más imponente el que servirá para montar el reactor de fusión.
Aunque las estimaciones iniciales eran que el tokamak -la máquina experimental concebida para explotar la energía de la fusión- hubiera empezado a funcionar este año hace tiempo que esa idea se reveló imposible ante los retrasos.
Sin embargo, el proyecto ITER avanza ahora «a toda velocidad», según el director general del proyecto, el francés Bernard Bigot. Desde su llegada al cargo, en marzo de 2015, se estableció un plan de acción con «un calendario realista y que se cumpliera», así, en los últimos 18 meses se han logrado «los objetivos previstos», dijo.
Mientras las obras continúan, las grandes piezas del tokamak -cada socio se encarga de construir una parte- empezaron a llegar en 2015 y el plan es que en 2025 se ponga en marcha y que funcione a máxima potencia diez años después, fecha que es un reto, «pero técnicamente se puede conseguir».
El presupuesto inicial del ITER, hace una década, era de 5.000 millones de euros (5.500 millones de dólares), debido a «un calendario no realista y un apreciación subestimada de los costos», según Bigot, para quien el costo total hasta la puesta en marcha será de unos 18.000 millones de euros (19.800 millones de dólares).
Probar que la fusión nuclear que se produce en las estrellas puede lograrse en la Tierra a gran escala no es tarea fácil y para ello se está construyendo el tokamak más grande del mundo, que tendrá 30 metros de alto, un peso de 23.000 toneladas y albergará 840 metros cúbicos de plasma, que alcanzará una temperatura de 150 millones de grados.
Cada una de su piezas, de grandes dimensiones, debe ser fabricada, ensamblada y funcionar «con una precisión propia de la industria relojera», apuntó Bigot, quien destacó la importancia de las innovaciones técnicas para realizarlo.
El ITER es considerado el mayor proyecto científico de investigación energética del mundo. Fue ideado en 1986 para demostrar la factibilidad científica y tecnológica de la fusión nuclear. Actualmente, participan del proyecto siete socios: la Unión Europea, India, Japón, Rusia, Estados Unidos, Corea del Sur y China.