Por Pablo Domini. En U-238 Noviembre 13
Formadora de profesionales para la región y varios países del mundo, la Argentina es un referente para muchos jóvenes que realizan estudios en el campo nuclear. A través de los institutos Balseiro, Sabato y Dan Beninson decenas de alumnos del exterior aprovechan cada año becas de grado y postgrado, a la par que la CNEA genera vínculos con otros estados para la formación de especialistas.
En un contexto político de relaciones que se estrechan entre países de Latinoamérica, el escenario de la educación en el área nuclear encuentra a la Argentina en una posición privilegiada, con institutos de formación que cada año atraen a decenas de alumnos de la región —y también de más lejos— y que tienen la firme aspiración de aumentar su participación a nivel internacional, mientras avanzan acuerdos de la CNEA para generar intercambios con países receptores de tecnología nuclear que desean capacitar profesionales.
Las instituciones de formación de científicos e ingenieros nucleares en Argentina son el Instituto Balseiro, ubicado dentro del Centro Atómico Bariloche; el Instituto Jorge Sabato; y el Instituto de Tecnología Nuclear Dan Beninson, estos dos últimos localizados en San Martín, provincia de Buenos Aires. En los tres casos cumplen un papel de gran importancia a nivel regional, como generadores de graduados y, principalmente, egresados de carreras de postgrado, los cuales son aceptados abiertamente y sin restricciones, y luego suelen regresar a sus países de origen para contribuir al desarrollo nuclear, ya sea en investigación como en proyectos concretos en plantas y generadores de energía.
El Balseiro destaca en este escenario, ya que es la institución de mayor antigüedad y tamaño. Actualmente ocupa con extranjeros un 20% de su matrícula de 250 alumnos, los cuales se distribuyen en partes iguales entre las especialidades de ciencias físicas y nucleares. Son unos cincuenta alumnos que han ingresado tras aprobar el mismo examen que rinden los argentinos y reciben una beca mensual de $5000 otorgada por la CNEA. Colombianos y peruanos son mayoría, en tanto que también estudian allí jóvenes de Chile, Cuba, Venezuela y Costa Rica. “En general vuelven a sus países. No suelen quedarse trabajando en Argentina. Y está bien que así sea. Una visión distinta sería hacerlos quedar para que devuelvan el dinero que se ha invertido en ellos. Alguien puede decir: ‘por qué Argentina tiene que pagarle a estos extranjeros. Que lo haga su país’. He escuchado de todo, pero gracias a Dios prima la otra visión. Habla bien de la Argentina, como Nación, que el mensaje sea: ‘vuelvan a su país y traten de replicar lo que Argentina hizo con ustedes’, alejarlos de esa visión mercantilista de que si te doy algo me lo tenés que devolver en especie”, señaló a U-238 Oscar Fernández, director del Instituto Balseiro.
En el caso del Instituto Sabato, su directora Ana María Monti relató que “en el posgrado, y dependiendo de la carrera, contamos con un número más significativo de alumnos extranjeros que en el grado. Por ejemplo, considerando las diferentes cohortes, la maestría en Ciencia y Tecnología de Materiales cuenta con un 13% de alumnos procedentes de diversos países de la región. La formación que traen es la de ingenieros o físicos”. Cuando concluyen sus estudios “generalmente regresan a sus países de origen y mejoran claramente su posición laboral”, indicó Monti.
A su vez, el Instituto Sabato participa de programas como, por ejemplo, el ARTIFEC, promovido por el Ministerio de Educación nacional para vincular a Argentina y Francia, implementando proyectos de cooperación entre instituciones de enseñanza superior que forman ingenieros. “También contamos con una ventanilla en OEA para la obtención de becas que permitan a profesionales de la región instalarse en el país durante 24 meses y realizar la maestría en Ciencia y Tecnología de Materiales”, agregó Monti.
De escala más pequeña, el Dan Beninson no posee actualmente alumnos del exterior del país, pero ha matriculado una considerable cantidad desde su creación en 2007. “Hemos recibido 52 alumnos en las carreras y cursos que se dictan regularmente. Llegaron básicamente de Chile, Colombia, Perú, Costa Rica y Brasil. Además hemos recibido extranjeros para cursos ad-hoc: 20 de Libia, 20 de Egipto y 6 de Uruguay”, detalló la directora del instituto, Carla Notari.
Este instituto también ofrece dos cursos intensivos de cuatro meses en idioma inglés que apuntan a la formación de profesional de las ciencias exactas y afines en las áreas de “Producción de Radioisótopos” y en “Reactores Nucleares y su Ciclo de Combustible”.
Camino por recorrer
Si bien la educación en materia nuclear dentro de Argentina es un faro para los países de la región e incluso para el mundo, los tres institutos de formación asumen que aún deben mejorar en el aspecto comunicacional. En el caso del Balseiro, por ejemplo, reconocen que el boca en boca es una de las principales razones de la afluencia de alumnos del exterior. Claro que en un marco general, las decisiones políticas exceden el ámbito de estas tres instituciones y depende de la CNEA, que, de hecho, actualmente está trabajando con países de la región para capacitar profesionales.
“Nosotros no vendemos la tecnología simplemente, sino que trabajamos de manera asociada con los países de la región, en el desarrollo de capacidades para poder operar instalaciones, poder formar nuevos expertos en los países receptores de esta tecnología y, además, para que ellos mismos aprendan a desarrollar esta tecnología”, indicó al respecto Facundo Deluchi, gerente institucional de la CNEA, que amplió: “No solamente recibimos a los estudiantes en nuestros institutos, sino que estamos yendo a capacitar gente a diferentes países y sobre todo a formar los pilares fundamentales necesarios para el desarrollo de esta industria”.
Gracias a la capacidad de la CNEA se pueden formar centros de referencia que permiten que países de la región como Cuba y Costa Rica, por ejemplo, puedan generar por primera vez centros que certificarán el cumplimiento de normas internacionales. “La energía nuclear tiene que cumplir con estándares específicos de calidad. Actualmente estamos yendo a Costa Rica, Cuba y Guatemala, para brindar asesoramiento para la creación de aquellos centros que en el futuro —incluso algunos ya lo están haciendo— certificarán para la propia industria local que se cumplan los estándares internacionales de las normas, por ejemplo, IRAM y demás”, indicó Deluchi.
Política regional
A su vez, la región también tiene instituciones y mecanismo para organizar el progreso en el área de educación nuclear. “La política de formación de científicos especializados en el campo nuclear en Latinoamérica no es algo que pueda desarrollarse unilateralmente, ni por nuestro instituto ni por CNEA”, indicó Notari, quien sostiene que “se requiere una acción acordada y conjunta de los países, algo que, en mi opinión, no está establecido aún”. Aún así, “los intercambios —continuó la directora del Instituto Dan Beninson— se realizan las más de las veces con la intermediación del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que tiene programas específicos de formación de recursos humanos, en los cuales Argentina participa activamente como receptor de profesionales de los países requirentes de la región. Esto es así porque nuestro país tiene un desarrollo superior en el área en términos relativos y porque tanto el país como la CNEA han tenido históricamente una actitud de generosa colaboración y respuesta hacia nuestros colegas latinoamericanos. Hay otra razón de peso y es que no hay en la región, excepto Brasil, países donde la tecnología nuclear tenga un desarrollo importante y forme parte de los planes estratégicos de los respectivos gobiernos”.
En este escenario destaca la reciente creación de la Red Latinoamericana de Educación Nuclear (LANENT), que fue promovida por el OIEA y de la cual son miembros los tres institutos de enseñanza argentinos. Esta red “puede convertirse en una herramienta válida de colaboración e intercambio en la región, si se supera exitosamente la tendencia de estas organizaciones a anclarse en los aspectos formales e instrumentales que lógicamente predominan en una fase inicial”, opinó Notari.
De paso por el CAB (I)
Antoine Belaud. 22 años, Orsay, Francia.
Soy actualmente estudiante en el Instituto de Tecnología de Grenoble, Francia, y estoy estudiando en el departamento Energético y Nuclear. Necesitaba hacer una pasantía y decidí hacerlo en el extranjero. Conocí el Centro Atómico de Bariloche porque varios estudiantes de mi escuela ya habían hecho pasantías allá y también gracias a Pablo Rubiolo, unos de mis profesores aquí en Francia que hizo sus estudios en el CAB. Realicé una pasantía de 10 semanas gracias a Andrés Etchepareborda quien aceptó mi solicitud.
Estuve trabajando dentro del grupo “Proyecto Carem”, sin embargo yo estaba trabajando sobre un modelo matemático de la central nuclear Atucha I. Tenía que continuar el trabajo que había empezado uno de los pasantes previos de mi escuela. Este modelo nos permite hacer simulaciones del funcionamiento de la central y ver la evolución de parámetros tales como la presión, la temperatura, la entalpía en los circuitos primarios y secundarios de la central. Nos permite también simular bajas de potencias o también situaciones accidentales como el rechazo de cargo, cuando la turbina de la central se desconecta de la red eléctrica.
Era la tercera vez que iba a Argentina y me gustó muchísimo. Estuve alojado en un pabellón en el CAB y la gente fue muy simpática. Pude hacerme buenos amigos rápida y fácilmente. Con otros estudiantes franceses aprovechamos mucho fines de semana para conocer diferentes lugares de la Patagonia. Mi escuela acaba de firmar un acuerdo con el CAB, así que ahora hay estudiantes argentinos que están aquí conmigo en clase. En mayo próximo habrá varios estudiantes franceses que irán al CAB para hacer la pasantía. Este acuerdo es muy bueno, ya que permitirá complementar nuestra formación con la de estudiantes de Argentina, tales como trabajar con el RA-6.
De paso por el CAB (II)
Mickael Balloi. 21 años, Lyon, Francia.
Soy estudiante de ingeniería nuclear en Francia y el año pasado tuve la oportunidad de hacer una pasantía de tres meses en el Centro Atómico de Bariloche. Estudié los fenómenos físicos responsables de accidentes nucleares, a partir de la técnica de neutrografía. Mi tutor propuso este tema para el doctorado de mi compañera de trabajo, Nayibe, y mi misión consistió en asistirla. La mayor parte del tiempo pasé estudiando neurografías hechas por mi tutor en Inglaterra, gracias a un programa Matlab. Además pude realizar neurografías con el reactor experimental RA-6 del CAB.
Aparte de la experiencia profesional, el ambiente en el laboratorio fue muy bueno, todos fueron muy amables conmigo y me dieron muchos consejos cuando lo necesitaba. Mi tutor estuvo muy presente y fue agradable trabajar de a dos. Los tres meses pasaron muy rápido.
Estuve alojado en un pabellón del CAB, lo que me permitió conocer mucha gente e integrarme mucho más rápido que si hubiera estado afuera. Conocí personas de todo América del Sur y aun de los Estados Unidos, y también pudimos disfrutar un poco de la vida nocturna de Bariloche. Además, los fines de semana aprovechamos para pasear y descubrir esa región increíble que es la Patagonia y también un poco del norte de Argentina. Fue una experiencia única, inolvidable, y muy instructiva, tanto profesional como personalmente.