Por Ernesto Gallegos. En u-238 Marzo 2013
La minería sustentable asoma en el horizonte como tercera posición a la dicotomía depredación vs. ambientalismo; y se transforma en la solución para involucrar a la minería en el desarrollo nacional. Mientras tanto, ¿qué se está haciendo en materia de desarrollos sustentables y remediación ambiental? El Estado Nacional tomó la iniciativa re impulsando el Programa de Restitución Ambiental de la Minería del Uranio, de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Con este programa la CNEA plantea un esquema de remediación de todos los sitios donde se realizó minería del uranio en Argentina, cerrando un círculo virtuoso de exploración, producción y remediación.
Sin uranio no hay energía nuclear posible. El uranio se procesa en plantas industriales para obtener el combustible de las centrales nucleares. Por otra parte, sin minería no hay uranio, ya que se extrae de rocas que concentran pequeñas cantidades de este elemento radioactivo.
En Argentina son conocidos unos pocos yacimientos de uranio económicamente viables para la extracción del elemento fundamental del combustible nuclear. Como toda actividad minera de baja ley, es decir, en donde el elemento explotado se encuentra en una pequeña proporción con relación al volumen de roca extraído (en el caso del uranio las concentraciones son de entre 0.1% y 1% del volumen), la minería del uranio genera una gran cantidad de residuos, volumen de roca estéril, restos de compuestos utilizados para la separación y purificación del elemento de interés, entre otros.
En Argentina, el uranio se extrajo tradicionalmente en las provincias de Chubut, Mendoza y Salta. Actualmente, dicha producción se encuentra detenida y en proceso de reactivación. El uranio procedente de la actividad minera representa un activo fundamental en la matriz energética y una pieza clave en materia de autonomía y soberanía nacional, ya que actualmente se debe importar, impidiendo que la provisión de un activo tan importante se pueda garantizar de manera independiente del mercado internacional.
La creación del PRAMU se enmarca en el contexto de la Ley N° 25.018 de “Régimen de gestión de residuos radiactivos”, en la que se establece que la CNEA debe gestionar los residuos “derivados de la minería del uranio, y los que provengan de yacimientos mineros abandonados o establecimientos fabriles fuera de servicio”.
Según el licenciado Roberto Kurtz, gerente del PRAMU, el objetivo de dicho programa es simple y se encuentra en su propio nombre: desarrollar los estudios y la ingeniería necesarios para restituir aquellos sitios en los que el ambiente se vio afectado por la minería del uranio.
Desde la primera enunciación del programa en 1996, y después de varios contratiempos, el PRAMU fue reactivado entre 2004 y 2008. A través de este proyecto se desarrollan las acciones de remediación ambiental de aquellos sitios donde tuvieron lugar las actividades de la minería del uranio y los subprocesos relacionados. El alcance del PRAMU involucra como objetivo final a todos los sitios donde se desarrolló la minería del uranio en nuestro país. Los principales a restituir están ubicados en las provincias de Mendoza (Malargüe y Huemul), Córdoba (Córdoba y Los Gigantes), Chubut (Pichinán), Salta (Tonco), San Luis (La Estela) y La Rioja (Los Colorados).
En el extremo noreste de la ciudad de Malargüe se encuentra el llamado Complejo Fabril Malargüe (CFM). Este predio fue donado por la provincia de Mendoza a la CNEA para la instalación de una planta de tratamiento de minerales de uranio. En el sitio se encuentran acumuladas unas 710 mil toneladas de colas de tratamiento de mineral de uranio que deben ser reubicadas en su repositorio definitivo, dentro de los límites del predio.
Las colas de tratamiento de mineral de uranio son las acumulaciones de los restos de las rocas tratadas que contienen cantidades menores de uranio y otros productos utilizados en la industria de la concentración y separación que son potencialmente contaminantes. PRAMU desarrolló en Malargüe los estudios iniciales de evaluación ambiental, que dieron lugar a la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) aprobada en 1997 por el Ministerio de Ambiente y Obras Públicas de Mendoza. A partir de esta declaración, el PRAMU procedió a iniciar las tareas tendientes a la gestión y remediación ambiental definitiva.
El principal pasivo ambiental que dejó la minería del uranio en este sitio son las colas de tratamiento de mineral. La roca extraída fue reducida a partículas de menor tamaño hasta llegar al orden de partículas similares a la arena común cuando la planta estaba en funcionamiento. Esta roca molida era procesada para separar y extraer el uranio de los minerales de interés (llamada comúnmente en minería la “mena”). De este proceso surgen dos componentes que pueden poner en riesgo el medioambiente: los efluentes, productos del proceso de concentración y separación, y la roca procesada que no resulta de interés para la explotación (llamada “ganga”). Esa roca molida residual (que es más del 90% del volumen extraído) es potencialmente contaminante y debe ser aislada del medio, principalmente de los niveles de agua sub-superficiales que son muy sensibles a la contaminación.
A las acumulaciones de material no utilizado, ya sea por su baja concentración de minerales de interés o porque fueron objeto de algún tipo de tratamiento para su limpieza, se las llama “estériles” y también deben gestionarse para no comprometer la integridad del medio ambiente, directa ni indirectamente en el futuro.
La tarea del PRAMU en Malargüe consiste en encapsular de manera definitiva estas colas de mineral. Para esta tarea se ponen en práctica la construcción de barreras conformadas por materiales obtenidos de manera local para aislar las colas de mineral del ambiente que las rodea.
Además, y para evitar cualquier tipo de contacto con el nivel freático, se construye un sistema especial de drenaje subterráneo con un aislamiento resistente al ataque, tanto químico como mecánico, que pueda producir las soluciones efluentes de estas colas de mineral.
Las obras de ingeniería en Malargüe se licitaron en 2011 y se iniciaron en 2012. Según Kurtz, el resto de los sitios entrarán en la etapa final de los estudios hidrogeológicos, de estabilización de suelos e ingeniería hacia fines de 2013. Cuando se finalice el encapsulado de todas las colas de mineral de uranio en Malargüe, estaremos frente a la primera gran obra de remediación ambiental de la minería del uranio en Argentina.
Durante un plazo de 20 años posteriores a la finalización de las obras, en cada uno de los sitios se realizará un monitoreo periódico. Una vez cumplido ese plazo, la autoridad a cargo del terreno dispondrá de las tierras en función de la asignación de uso del suelo que determinen los estudios realizados por la CNEA, con la supervisión de la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN), entre otras entidades.
En cuanto a las metas hacia el futuro cercano, Kurtz indica, que una vez finalizadas las tareas de ingeniería en Malargüe, tomará otros dos años y medio desarrollar la ingeniería del resto de los sitios. Las siguientes obras comenzarían en los sitios más pequeños (La Estela y Los Colorados) y se completaría la totalidad de las obras en un plazo cercano a los tres años.
Este es el principal desafío de PRAMU, aplicar el conocimiento adquirido en las tareas de remediación a emprendimientos futuros y seguir marcando el camino. En palabras del gerente del Programa: “Lo que se está haciendo es empezar a trabajar en condiciones de minería sustentable, donde se minimiza el impacto ambiental, con nuevos requerimientos que necesitan de una ingeniería adecuada. Con esta nueva concepción se puede minimizar el impacto de todas las actividades, en este caso la minería, siguiendo las buenas prácticas que lo permiten”. De esta manera se ratifica la capacidad del Estado para desarrollar minería sustentable cuidando el medio ambiente, se apunta a dar el ejemplo hacia los emprendimientos mineros privados, y se posiciona al Estado Nacional en el mejor lugar para hacer cumplir la legislación vigente en este sentido.
Remediación ambiental del uranio en todo el país
La minería del uranio y sus procesos industriales posteriores asociados se han desarrollado con un criterio federal y siguiendo la disponibilidad natural del elemento. En una primera etapa, el PRAMU ha comenzado a remediar el Complejo Fabril Malargüe, mediante financiación otorgada por el Banco Mundial. Este sitio se encuentra a la vanguardia de la remediación ambiental del uranio en Argentina.
Las obras relacionadas con el proceso de remediación también se encuentran iniciadas o próximas a iniciarse en los siguientes sitios.
- Los Gigantes: se trata de un complejo minero fabril, con yacimientos descubiertos por la CNEA en la década del 60, cuya explotación fue interrumpida en los 90. Se encuentra en la Sierra Grande, a 30 kilómetros de Villa Carlos Paz, en la provincia de Córdoba. El pasivo ambiental en este sitio está relacionado con un gran volumen de colas de mineral, que aunque no se encuentra cerca de centros urbanos, presenta un carácter delicado, ya que se ubica aguas arriba de áreas de explotación turística.
- Córdoba: desde 1952, se realizaron en el Complejo Fabril Córdoba tareas de concentración de uranio y desarrollo de procesos asociados, y actualmente funciona una planta de producción de dióxido de uranio (UO2) entre otras actividades. En este momento se está evaluando la estrategia a seguir para remediar la presencia de colas de mineral de uranio. Tanto Córdoba como Los Gigantes presentan como desafío adicional involucrar a las comunidades cercanas, a través de procesos participativos e inclusivos, sobre la estrategia necesaria para encarar las tareas de remediación.
- Tonco: la CNEA explotó en la provincia de Salta los yacimientos Don Otto, Los Berthos y Martín Miguel de Güemes, y operó una planta de concentración de uranio entre 1960 y 1981. Este sitio presenta colas minerales, pilas y escombreras a las que se debe dar un destino definitivo. Estas tareas se ven dificultadas por las condiciones de aislamiento y rigurosidad climática que caracterizan al sitio. El plan de remediación involucra también la demolición y gestión de los edificios que fueron abandonados.
- Huemul: Se trata de la mina de mineral de uranio ubicada en la provincia de Mendoza, también en el Departamento de Malargüe, que dejó de ser operativa en 1974.
- Los Colorados: es un emprendimiento minero privado que estuvo activo entre 1992 y 1996. La empresa que operó el yacimiento realizó tareas de remediación supervisadas por la CNEA y dicho plan fue aprobado por la ARN. El objetivo de PRAMU para este sitio es la evaluación ambiental y, en función de los resultados, establecer la necesidad de realizar nuevas tareas de reparación ambiental.
- La Estela: este yacimiento, ubicado en el límite entre San Luis y Córdoba, fue descubierto y explotado por terceros y dejó de ser operativo en 1990. Se desarrollaron tareas de remediación mediante un tratamiento que fue aprobado por la ARN. En este sitio se planea hacer una auditoría ambiental y a partir de sus resultados poder plantear la estrategia necesaria a futuro.
- Pinchán: ubicado en el centro de la provincia de Chubut, en este sitio operó una planta de concentración de uranio que se abastecía de una mina cercana (Los Adobes). Esta planta finalizó sus actividades a fines de la década del 70. Oportunamente, se realizaron tareas de remediación y, en la actualidad, la gestión ambiental necesaria consiste en la realización de trabajos menores.
De esta manera, el conocimiento adquirido por la CNEA en 60 años de experiencia en seguridad nuclear se pone a disposición de la remediación ambiental definitiva de todos los sitios donde tuvo lugar la minería del uranio.
es interesante tener en cuenta que sucede actualmente en las minas de uranio cerradas teniendo en cuenta que el uranio es un elemento que interactua en la naturaleza de por sí, sin que exista una accion humana, motivo por el cual sus consecuencias no son predecibles.