Por Laura Cukierman. En U-238 # 25 Enero – Febrero 17.
Bajo la premisa del derecho a la vivienda propia en un ámbito sustentable, se creó la consultora “Tecnopolítica”. Su característica distintiva es el diseño e implementación de un modelo de desarrollo urbano con valor agregado financiado a través de fideicomisos vecinales de urbanización al costo. El modelo ya se aplicó, con éxito, en unos treinta barrios y crea una verdadera alternativa para que familias trabajadoras construyan su casa a crédito.
En 2010, decidieron formar una red de profesionales bajo la siguiente afirmación: “toda familia puede tener su casa propia, digna, linda y amplia” y “cada barrio debe tener su infraestructura adecuada y ponerse en valor”. Miguel Mármora, Inti Alpert, Alan Whamond y Daniel Becker tomaron el nombre de Tecnopolítica a partir de la definición que de ella hace Carlos Matus y crearon una consultora dedicada a pensar y trabajar en temas de vivienda y urbanización pero bajo una perspectiva diferente.
Se encargan de diseñar e implementar un modelo de desarrollo urbano, que resuelva las carencias proyectuales o nuevas necesidades de las ciudades, sobre la base de la creación de Fideicomisos de Urbanización Social al Costo. “Los argentinos necesitamos simplemente trabajar, agregar valor en serio. Hay pocas cosas más fáciles para agregar valor que hacer lo que los mismos argentinos queremos comprar. Vimos al territorio como oportunidad de crear valor y al Estado como un organizador ideal, si articula intereses de diferentes sectores. Se necesita pensar en una política pública, que integre a variados actores institucionales, gremiales y privados, que involucre el financiamiento, la urbanización y la industrialización de manera global. Y en ese punto es donde nos encontramos las cuatro personas que implementamos el modelo, alrededor de una palabra que invitaba a pensar que las formas tradicionales de articular el saber técnico con el saber político nos había dejado en la miseria y había que tratar de pensar algo nuevo”, explican este proyecto.
La idea de urbanización que manejan no es simplemente la de construir casas y asegurar agua potable y cloacas a los vecinos, algo que obviamente es excluyente. La urbanización de un barrio incluye otros factores tan importantes como los servicios. “Urbanizar significa también que haya una profesora de piano y otra de inglés. Una mercería en donde se haga un dobladillo o se venda un dedal. Alguien horneando, alguien arreglando, alguien cuidando o curando, estudiando o descansando, diseñando, programando, o contabilizando y más gente haciendo lo que hace la gente cuando vive y trabaja con naturalidad. La urbanidad y el gerundio, van de la mano. No hay urbanidad en la inacción. En un barrio no hay lotes vacíos, sino un club social y deportivo o una plaza. Por un barrio urbanizado no pasan solo instalaciones para agua potable o cloacas, sino también colectivos y fibras ópticas, camiones de residuos y patrulleros. Para eso, que es parte de la urbanidad, hay que tener una buena cantidad de familias, talleres, oficinas y comercios en pocas hectáreas. Lo que se suele llamar “densidad media”. Por eso nuestro modelo de industrialización no es de loteos, sino de ciudades. No es de casitas, sino de edificios. Aunque se empiece con poco y sean económicamente accesibles, no pretenden ser barrios “sociales”, sino barrios en serio que se hacen con poco dinero unitario y mucha tecnología”.
Para que lo sectores populares puedan acceder a este tipo de vivienda, idearon un sistema de fideicomisos que comparan con lo que fueron las sociedades de fomento del siglo XXI. “En términos financieros es algo similar a lo utilizado para que compremos millones de bienes de consumo en 36 cuotas. Y en términos constructivos o urbanos es lo que se utilizó para que miles de edificios y barrios fueran una excelente inversión para sectores medios. Pero en términos tecnopolíticos actuales, son un camino para que los 10 millones de argentinos excluidos urbanos tengan una casa linda, amplia y propia, en un buen barrio. Y que todos los que viven alquilando, tengan casa propia”.
De esta forma, el fideicomiso es un instrumento legal probado que se propone para que entidades gubernamentales, gremios y diversas instituciones puedan desarrollar proyectos de urbanización y construcción al costo. O sea, en donde los profesionales cobren los honorarios habituales, pero el objetivo sea la satisfacción de las necesidades colectivas y no la diferencia entre costo y precio. Los Fideicomisos Vecinales de Urbanización al Costo no son un negocio, sino un mecanismo de organización para personas que persiguen un mismo fin: que el Estado puede organizar y regular, sin requerir utilizar su presupuesto o al me nos pudiéndolo recuperar, si es que lo asigna como crédito.
La consultora tecnolopolítica ya aplicó este modelo en unos treinta barrios en diferentes provincias donde aquellos, que no tenían otro camino que la ocupación ilegal entendieron que se podía comprar un campo a precio rural y dotarlo de servicios urbanos sobre la base de una planificación mínima, pero eficaz. También realizaron parques industriales, viviendas y proyectos de financiamiento de mejoras. En todos los casos no fue a partir del presupuesto del Estado, sino a su capacidad institucional y recursos de la misma población, a veces financiados por el mercado de capitales.
Las viviendas de tecnopolitica
En cuanto a las características particulares, tecnopolítica proyecta un modelo de edificio bastante particular, ya que la estructura básica no es la de una “casita”, sino la de un edificio de tres plantas que se puede extender desde las dos iniciales hasta las tres con azotea transitable, y agregarse módulos de una a tres plantas hacia atrás o hacia los lados, como un mecano o un tetris de tres dimensiones, en el cual puede vivirse en pocas semanas a un costo de 30 mil dólares para los primeros 80M2. “Nosotros no pensamos en el costo de ‘una casa’, sino en el de 10 mil edificios evolutivos, que se hacen de a no menos de 300. La realidad es que esa escala es suficiente para que cualquier familia trabajadora formal, y las más favorecidas de las informales, que pueda juntar 10 mil dólares, apliquen a un crédito por 20 o 25 mil más, y en menos de 10 años hayan saldado su propiedad. Pensamos que, no por tratarse de vivienda accesible para todo el mundo, o como se dice comúnmente, vivienda social, ésta tiene que ser de mala calidad o fea. Todo lo contrario, estamos convencidos de que una casa linda, junto a otra casa linda, hacen un barrio lindo y eso da felicidad a las personas que las habitan”, afirman.
En cuanto a la estructura, es de acero como miles de edificios tradicionales de muchas ciudades y sismo resistentes. Las vinculaciones entre los perfiles se realizan mediante bulones, ya que todas las soldaduras se hacen en fábrica, con agujeros y cortes por control numérico y un control de calidad orientado a minimizar el tiempo y costo de ensamblaje. Son fabricadas por Galea, del grupo Rogiro Aceros S.A, en la ciudad de Rosario. Desarrollaron una estructura notablemente sobredimensionada para lo que suele ser una vivienda social tradicional, de un costo dos veces superior al mínimo posible para una unidad de 54m2. Pero que al ser capaz de soportar tres plantas, llegando a los 120 M2 extensible hacia cualquiera de los lados y conformando una unidad de escala urbana, aporta mucho más valor que lo que cuesta. Los cerramientos básicos que proponemos son paneles que presentan elevadas prestaciones de aislamiento térmico, resistencia mecánica, terminación estética, higiene y rapidez de montaje. Para su producción se utiliza espuma PUR (poliuretano) libre de CFC (clorofluorocarburos). El poliuretano es inyectado en prensa con una densidad promedio de 40kg/m3. Los muros básicos que se instalan en menos de tres días para cerrar una vivienda de 80M2 pueden ser instalados parcialmente donde la necesidad de aislamiento térmico o visual lo requieran, y completados por vidrios fijos, aberturas o paredes tradicionales o de cualquiera de los sistemas adecuados a cada proyecto, territorio o presupuesto.
Crisis de vivienda: una deuda pendiente
El problema de la vivienda es sin duda uno de los principales que tiene la Argentina y que no han podido revertir las diferentes políticas de los diferentes gobiernos. Para los referentes de tecnopolítica, esto tiene un explicación relacionada con el rol del Estado que en lugar de garantizar la calidad institucional y la demanda masiva, estructurada para bajar costos y facilitar el acceso a un tipo de crédito que puede pagarse sin problemas, convirtió la asignación discrecional de viviendas sin recupero del costo en un instrumento político, que por cada satisfecho, genera decenas de insatisfechos. “Hasta 1976 el modelo de urbanización habitual se basaba en loteos sencillos que se mejoraban mediante sociedades vecinales de fomento, con modelos extremadamente simples y eficaces en los que los vecinos asumían el costo de la llegada del asfalto, el agua potable o el gas natural, el club social y deportivo, la cooperativa eléctrica y, en algunos casos, hasta de la sala velatoria. Pero se interrumpieron esas prácticas, naturalizándose el endeudamiento del Estado Nacional y la asignación discrecional de los recursos a los diferentes territorios, en función de la articulación política o electoral”, explican.
Al mismo tiempo ensayan una posible solución para mejorar la calidad de hasta el último de los asentamientos informales y barrios precarios. Es decir, crear la posibilidad para que todas las familias trabajadoras formales y las más favorecidas de las informales construyan su casa a crédito. “De lo que hay que partir es de lo que hay en cada lugar, concursando proyectos entre arquitectos interesados, que quieran ganarse el trabajo de proyectar y dirigir las obras de cada fideicomiso de la forma más simple que pudimos imaginar, que es la de definir un presupuesto, invitar a estudios a proyectar y que los integrantes de cada fideicomiso definan qué quieren comprar, mientras se respeten los parámetros urbanos que defina el Estado local y con la ayuda financiera indirecta del Estado nacional. Si hacemos eso en todos los barrios informales que lo requieren y resulten pertinentes y se organiza un programa masivo de crédito para que cada familia pueda aprovechar no sólo nuestro modelo de edificios escalables, para 2019 deberíamos haber terminado con la vergüenza de que haya barrios que no tengan su programa de urbanización o familias que no estén viviendo en su propia casa, aunque les falte algunos años para terminar de pagarla”.