Una Bomba

Por Sebastián Scigliano. En U-238 Julio 14

La fiebre atómica que se extendió como reguero de pólvora por buena parte de los Estados Unidos después de las explosiones de Hiroshima y Nagasaki tuvo acaso su epicentro en el estado de Nevada, elegido por el gobierno del gran país del Norte como lugar indicado para los ensayos nucleares. Parte de esa fiebre fue una serie de extraños concursos de belleza que elegían a Miss Bomba Atómica, una suerte de hilo conductor entre carrera nuclear, celebración urbana y la tradición de show girls que tenía y tiene la ciudad más célebre de ese estado: Las Vegas.

Durante la década de 1950 los norteamericanos sufrieron de un caso extraño de fiebre atómica. Después de los bombardeos a Hiroshima y Nagasaki y el establecimiento de un sitio de prueba atómica permanente en el desierto de Nevada, Estados Unidos se puso al frente de las experimentaciones atómicas ente los países desarrollados, como si la mejor forma de superar lo horrores de las bombas fuera una curiosa huida hacia adelante, una carrera que ya no tenía por rival al nazismo erradicado de Europa, sino a la naciente nueva potencia y amenaza, la Unión Soviética. En ningún otro sitio esa fiebre fue tan poderosa como en Las Vegas. A sólo 65 km al sureste del sitio de prueba establecido por el presidente Harry Truman en 1950, en el que se detonaron más de mil artefactos nucleares entre 1951 y 1992, Las Vegas se apresuró a sacar provecho de su proximidad con ese “acontecimiento”. Bares, restaurantes, hoteles, o esencialmente cualquier lugar con un techo y una vista más o menos despejada de esas explosiones experimentales sirvieron para hacer de esos enclaves dudosas atracciones turísticas. Simplemente, muchos norteamericanos enloquecieron por ver lo más cerca posible todo lo que tuviera referencia a lo atómico. Y a veces ese fervor se presentó de modos un tanto extraños. Tan extraños como los concursos de belleza atómicos.

Miss Bomba Atómica

¿Cómo asociar belleza con desarrollo atómico? ¿Cómo juntar el candor erótico de esa década del 50 del siglo pasado, signada por la opulencia conservadora y el puritanismo de las polleras por debajo de la rodilla con los oprobiosos hongos nucleares? Por extraño que parezca, el fanatismo atómico de esos años lo consiguió.

Entre 1952 y 1957 se consagraron una serie de “reinas de la belleza” en la mencionada Las Vegas y en otras vecinas ciudades asociadas, más o menos, a las eventuales destrezas atómicas que por entonces se despeñaban por la zona. De todas ellas la más célebre fue la elección de Miss Atomic Bomb (sí, así como se lee: Miss Bomba Atómica), el premio mayor que, sin mucho apego por la transparencia en los procedimientos, una serie de ignotas señoritas hasta entonces —y también en ese futuro que, por entonces, seguramente ellas imaginaban distinto— lucieron con esperpéntico orgullo. Claro, cómo no juntar la tradición de chicas de la noche de la capital mundial del escolazo y los hoteles de lujo con la creciente fiebre atómica que corría por las áridas estepas de ese Medio Oeste norteamericano. El extraño círculo se cierra con un dato no menos escalofriante: el ícono que usaba para distinguir a las señoritas agraciadas con el premio era el célebre hongo atómico.

Diseño de vanguardia

La impronta atómica ocupó también espacio, en ese entonces, en el diseño de vanguardia y la experimentación con materiales atómicos para distintos enseres de la vida doméstica, como lo prueban algunos engendros de la época. No sólo el hongo atómico sirvió de referencia para los citados y bizarros concursos de belleza, sino que también el motivo atómico se incorporó a diseños desde juguetes —como los diseñados por el Gilbert Atómica Energy Lab, con materiales radiactivos reales— hasta a peinados y lámparas diseñadas para parecerse a los funestos hongos. Y también, como era de esperar, el simpático honguito sirvió para coronar a las reinas de marras, que lucían sus cabezas adornadas por sombreros alusivos o que aparecían, precario montaje fotográfico mediante, con un hongo atómico por biquini.

Una historia sencilla

De los concursos en sí, como es de esperar, no hay mucho para decir. Sólo consignar, cuanto menos, que Miss Atomic Bomb fue la más célebre de las contiendas, pero no la única. Por lo que se sabe, hubo al menos cuatro concursos distintos, en referencia a cuatro acontecimientos atómicos diferentes. La mayoría de las reinas eran simplemente coristas elegidas por la gracia de algún patrocinante, sin que mediara para ello concurso alguno, qué va. Cada una de las reinas se produjo en una única forma vagamente relacionada con la temática atómica, y por lo general su singularidad dependía de la forma y la variedad de hongo que se usara para el vestuario.

Miss Atomic Blast

El Vegas Ranch celebró uno de los primeros días de campo para avistar explosiones atómicas en las cercanías de Las Vegas, en 1952. Esa jornada de solaz y esparcimiento tuvo como corolario un concurso de belleza que acompañaba la velada, que fue ganado por Candyce King, una ignota corista que se ganaba malamente la vida en Hotel Última Frontera. Aparentemente, King usó un peinado “estilo bomba atómica”, que construyó con un rollo de papel higiénico y dos latas de spray para pelo, que la ayudaron a que se mantuviera erguido. Es la primera Miss Bomba Atómica de que se tenga conocimiento, y quedó inmortalizada por una foto en la que se la ve con en el célebre peinado, rodeada de hombres que la admiran, que se recordara hace poco con la salida a la luz de una serie de fotografías supuestamente oprobiosas “ocultas hasta estos días”, y que dieron algunas vueltas por las redes sociales hace algunos meses.

Miss Cue

La conocida como Operación Cue tuvo lugar en el Sitio de Pruebas de Nevada en 1955. Esta serie de pruebas se diseñó para testear qué tanto podía sobrevivir  una organización urbana promedio a los efectos de una explosión atómica cercana. Fue en realidad una serie intricada de pruebas, que se demoraron y pospusieron muchas veces por la complejidad y el peligro que suponían (el viento de la zona, por ejemplo, amenazaba con esparcir los efectos de las detonaciones mucho más allá de los límites del área contemplada para la prueba). Los retrasos configuraron una “broma”, que consistió en pasar a llamar a la operación “mis – cue”, algo así como “operación Cue perdida”. La pronunciación de “mis – cue” se parece mucho a la de “Miss Cue”, es decir “Señorita Cue”. La mesa estaba servida. Durante uno de los retrasos, el personal militar que llevaba adelante las pruebas fue a Las Vegas para pasar el tiempo. Seis soldados aparentemente coronaron a Linda Lawson como Miss Cue, y otra vez usaron el hongo atómico como ícono de esa belleza.

Miss A-Bomb

En 1953, la Cámara de Comercio de North Las Vegas eligió a la por entonces popular película Atomic City como el tema de su desfile y concurso de belleza anual. La también desconocida Paula Harris que, que ganó aquel concurso,  se convirtió rápidamente en Miss A – Bomb. La “A” por  “Atomic”, claro, pero también porque el conjunto, leído distraídamente, también puede querer decir “pierde una bomba”, un chascarrillo simple pero, parece, efectivo.

La última reina

El 24 de mayo de 1957, la Nueva Oficina de Las Vegas produjo la última y tal vez más famosa foto de una Miss Atomic Bomb. Lo hizo para conmemorar la puesta en marcha de la Operación Plumbbob en el sitio de pruebas de Nevada. El fotógrafo Donald English fue quien produjo la imagen de la bailarina del Hotel Sand Lee A. Merlin, a quien le pegó un hongo hecho de algodón al frente de su traje de baño, lo que hizo parecer que el cuerpo de la modelo estaba forrado por una detonación atómica. La imagen es la que más ha perdurado de todas aquellas que celebraban la “belleza atómica”, y apareció y aparece en innumerables avisos publicitarios hasta hoy. Claro, la fama de la modelo, una desconocida hasta entonces, no corrió  la misma suerte. Poco más se supo de ella después de esa foto, y aun hoy un sitio de internet en Estados Unidos procura recopilar datos de este ícono de la belleza bizarra, cuyo paradero es prácticamente un misterio.

Rock bomb

La historia de Miss Atomic Bomb ha dado tela para cortar, también, al rock. El reputado grupo de Las Vegas The Killers le dedicó a la historia de la señorita atómica una canción, de nombre, justamente, Miss Atomic Bomb, que incluyeron en su álbum Battle Born (algo así como “nacidos de la batalla”). Desde sus inicios, la banda ha tenido como escenario principal de sus temas el desierto, lugar en el que se desenvuelven todo tipo de historias y dramas. Uno de ellos, en este caso, ilustrado por el recuerdo de aquellos malogrados concursos de belleza. La canción cuenta la historia de un amor despechado que se esparce por las áridas planicies de Nevada, que tiene por protagonista femenina a una malograda bailarina que bien podría haber sido, años atrás, una de las incautas protagonistas de aquellos concursos de belleza. De allí el nombre de la canción.