Por Sebastián Scigliano. En U-238 # 21 Abril – Mayo 2016
El éxito de la experiencia de intercambio y formación entre docentes y estudiantes de la provincia de Formosa y los expertos del Instituto Balseiro de Bariloche abre una auspiciosa perspectiva para la extensión como forma de potenciar los desarrollos tecnológicos locales.
“A cambio, nosotros no recibimos nada, y esto lo digo con orgullo, porque para nosotros fue un compromiso y un modo de devolverle a la sociedad el privilegio de haber podido estar altamente capacitados en las áreas que nos interesan. Nos pareció que esta es también una manera de devolver, esto de formar formadores”, dice, con orgullo, Oscar Fernández, director del prestigioso Instituto Balseiro, en el Centro Atómico Bariloche. Y a lo que se refiere es al proceso de colaboración e intercambio que esa institución lleva adelante con la Provincia de Formosa, tanto para la formación de docentes como para el desarrollo de carreras de especialización en tecnología nuclear para los egresados de las escuelas técnicas formoseñas.
“Empezó con un recibimiento muy pequeño, en su momento, por impulso del Dr. Rolando Granada, formoseño e investigador del instituto. La idea fue que los docentes del área de Ciencia Exactas de la provincia tuvieran una experiencia de capacitación para actualizarse que incluyera, por ejemplo, trabajar en laboratorios, cosa que en sus años de docencia en la provincia no era tan común”, recuerda González.
Hoy, fruto de ese acuerdo, además de la capacitación docente, están en marcha tres carreras de especialización, una en tecnología nuclear, otra en esa tecnología aplicada específicamente a la medicina y una tercera en telecomunicaciones. “La formación de estos técnicos jóvenes es muy intensiva y es algo nuevo, que no se está haciendo en otro lugar del país. El esfuerzo grande lo están haciendo los docentes de la provincia. Lo que nosotros hicimos fue ayudarlos a que se sientan seguros para arrancar con esto, porque está la confianza de que las cosas se hacen más o menos bien”, dice el director del Balseiro.
Así empezó
“Durante la gestión al frente del instituto, hubo en algún momento un interés del entonces Ministro de Planificación, Julio De Vido, algo así como que se quería poner un Balseiro en Formosa. Pero el Balseiro no es una franquicia que se puede poner en un lugar, lo que sí podemos hacer es contar lo que sabemos hacer y ponernos a disposición de gente concreta, con nombre y apellido, en este caso en la provincia de Formosa”, cuenta Fernández. La elección de la provincia no fue, claro, casualidad, sino que tuvo que ver con el posible desarrollo allí de una planta de enriquecimiento de uranio, para lo que la formación de especialistas locales en la materia es indispensable.
Más allá de lo que finalmente suceda con la instalación de plantas de tecnología nuclear en la provincia, lo cierto es que el intercambio de formación y capacitación entre docentes y estudiantes formoseños y los profesionales del Balseiro se consolidó y dio sus frutos, tanto para quienes pasaron por las capacitaciones como para los colegios técnicos de la provincia que, merced al convenio en el que intervino el entonces Ministerio de Planificación, recibieron el equipamiento adecuado para sus laboratorios.
El objetivo inicial era simple: identificar un conjunto de áreas importantes en las que se quisiera actualizar a los docentes de la Escuela Técnica Número 1 de Formosa, la más grande de la provincia, y promover entonces convenios entre el Ministerio de Educación de Formosa y la Comisión Nacional de Energía Atómica, con el Instituto Balseiro como ejecutor de esos convenios. De ese modo se definió un plan de formación en las distintas áreas que tenían que ver con el desarrollo nuclear. En los convenios que se hicieron se preveía financiar los traslados de los docentes formoseños al Instituto Balseiro, en Bariloche, y también la compra del equipamiento para los laboratorios del colegio.
“Empezaron a venir los docentes al instituto, generalmente de a pares. Se instalaban una semana acá y trabajaban fuerte, a veces demasiado fuerte. Había un plan de capacitación, pero además un intercambio de experiencias; se produjo entonces un proceso de aprendizaje por los dos lados, porque son los docentes de las provincias los que saben qué necesitan sus alumnos de la secundaria, cosa que nosotros no sabemos”, recuerda Oscar Fernández.
A la capacitación docente le siguió el desarrollo de las carreras de especialización en tecnología nuclear para los egresados de las escuelas técnicas formoseñas, bajo la supervisión de los especialistas del Balseiro. La experiencia es, claro, inédita para la provincia y única en el país aunque, en virtud de los éxitos obtenidos, ya hay algunas otras provincias pensando acuerdos similares, como Santa Cruz, por ejemplo.
Al día de hoy, hay en desarrollo tres módulos de formación. El primero, la ya mencionada carrera de especialización técnica en instalaciones nucleares, que ya tuvo una primera cohorte que se graduó a principios de octubre del año pasado. La otra especialización técnica, que comenzó este año, es la específica en instalaciones de medicina nuclear, que comparte parte del programa con la otra especialización, pero que tiene un módulo específico sobre medicina nuclear. Y hay una tercera especialización que es en Ingeniería en telecomunicaciones, materia en la que el Instituto Balseiro también se especializó en los últimos años, fuera del tradicional campo al que se dedicó históricamente el instituto. En este último caso, el acuerdo de la provincia no es ya con la CNEA, sino con la Universidad Nacional de Cuyo, de la que el Balseiro es, también, una unidad académica, pero la modalidad de trabajo es similar. Está también allí involucrada la Empresa provincial de telecomunicaciones, que es la encargada de detectar las áreas de vacancia en materia de formación de recursos humanos para que los planes de formación se diseñen teniendo en cuenta esas necesidades.
Según cuenta el propio Fernández, durante el primer año de la experiencia “las deserciones fueron muy bajas y era una verdadera satisfacción verle la cara a los chicos en el acto de entrega de diplomas, del que participaron la presidenta de CNEA, Norma Boero, el gobernador de la provincia, Gildo Insfrán y Julio De Vido. Era un premio al esfuerzo de esos chicos que tuvieron 35 horas semanales de clase durante todo el año. Este año ya ingresó la segunda cohorte y el entusiasmo es el mismo”.
De Bariloche para afuera
Durante años, el prestigio del Instituto Balseiro, una suerte de meca en la formación en tecnología nuclear, estuvo acompañado por cierto aire mítico, lo que potenciaba esa idea de que sólo unos pocos podían acceder a ese tipo de formación. Esto, de la mano de la idea sostenida de que los desarrollos tecnológicos de punta estaban reservados para los países supuestamente desarrollados y no para economías relativamente marginales como la Argentina. El cambio de paradigma de lo segundo, operado durante los últimos años, hizo repensar también ese lugar de elite con el que, muchas veces, se ve al Balseiro. “En muchos temas ya no somos los únicos, por suerte”, admite Fernández. ”El mundo y Argentina siguieron avanzando y mejorando y eso está muy bien. Estoy convencido de que lo que hay que hacer es desmitificar esa imagen de la cajita de cristal que existe en Bariloche, donde están los genios de Argentina, porque eso no se sostiene. Lo que hay que hacer es mantener la calidad de la formación académica que se hace en este lugar, que está fuera de discusión, pero al mismo tiempo tenemos que pensar en las labores de formación, para acompañar al resto de la comunidad docente y académica interesada en estos temas para formarse y capacitarse”, agrega. “En muchas provincias hay interés en hacer acuerdos porque se dan cuenta de que si les aparece el Instituto Balseiro acompañando alguna iniciativa eso va a ser bueno para la sociedad de esa provincia. Si esto es así, nosotros tenemos que estar a la altura. Lo tenemos que hacer, aunque sea por cero pesos, porque es una manera de abrir al Instituto, de que esté dando vueltas por todos lados y pueda acompañar esos desarrollos locales. Con esta experiencia en Formosa hemos visto que se puede hacer y que no significa dispersar nuestra atención ni mucho menos”.
Con el cambio de gestión de gobierno a nivel nacional se abre, también, una expectativa nueva respecto de si muchas de las iniciativas vinculadas con el desarrollo de tecnología de punta —que incluye a los desarrollos nucleares— seguirán en pie, tanto como las experiencias asociadas a esos desarrollos, como la colaboración entre Formosa y el Balseiro. En principio, la confirmación de la gestión del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación productiva podría parecer marcar un camino, aunque las dudas, todavía, son muchas. Fernández pone énfasis en la necesidad de continuidad: “El tema es que en investigación y desarrollo y en la formación de recursos humanos no sirve quedarse, hay que crecer continuamente. Y el Instituto, en parte, sirve porque siempre ha estado en constante movimiento y actualización”.
El largo plazo, además, es la única medida posible para procesos de este tipo. Para Fernández, “los resultados en educación no son instantáneos, son procesos que se miden tal vez en décadas. Veamos si también, de esta manera, despertamos vocaciones que antes no estaban, acercamos posibilidades a chicos que antes no las tenían. En ese sentido creo que hay devolver todo lo que la sociedad pone en el Instituto. En esta década que pasó, por ejemplo, se ha puesto mucha inversión y mucho interés en el Balseiro y tenemos que retribuir eso. Somos privilegiados, tanto los que estudiamos como los que investigamos en el sistema público. Nunca soñamos que íbamos a llegar a tener esto y lo menos que podemos hacer es devolverlo de algún modo”.