El Gobierno promulgó la ley de Generación distribuida de energía renovable, tras su aprobación en el Congreso el 30 de noviembre de 2017, y aunque pueda sonar raro en el sector nuclear también celebraron la medida, puesto que desde hace cuatro décadas especialistas de la CNEA están trabajando, desde el Departamento de Energía Solar de la Gerencia de Investigación y Aplicaciones, para «desarrollar y fomentar el uso de la energía solar fotovoltaica».
El primer artículo de la ley promulgada determina su objeto principal: «Fijar las políticas y establecer las condiciones jurídicas y contractuales para la generación de energía eléctrica de origen renovable por parte de usuarios de la red de distribución, para su autoconsumo, con eventual inyección de excedentes a la red, y establecer la obligación de los prestadores del servicio público de distribución de facilitar dicha inyección, asegurando el libre acceso a la red de distribución, sin perjuicio de las facultades propias de las provincias». O sea que el consumidor se transforma también en productor y puede «vender» el excedente a las empresas distribuidoras de electricidad. Esta es la principal meta que desde hace años tiene el área de energía solar de la CNEA y por ello sus esfuerzos convergieron en la creación del consorcio IRESUD, fundado junto a la Universidad Nacional de San Martin y cinco privados: Aldar, proveedor de sistemas solares; la distribuidora eléctrica Edenor y las empresas Eurotec, Qmax, y TE Conectivity.
La CNEA inició sus actividades en esta rama en el año 1976 (incluso antes que el primer programa nacional impulsado por la entonces SeCyT), a mediados de los 80′ comenzó a investigar y desarrollar sobre conversión fotovoltaica y a partir de 1992 la actividad se centró en el diseño, elaboración y medición de celdas solares de silicio. A mediados de los 90′ el Departamento de Energía Solar orientó sus esfuerzos en el desarrollo de celdas y paneles solares para satélites, en convenio con la CONAE, que se materializaron en las misiones SAC-A, SAOCOM y Aquarius/SAC-D, entre otros. Desde IRESUD la CNEA aportó todos sus conocimientos para avanzar en proyectos de Generación Distribuida, impulsar el uso de las tecnologías asociadas y traccionar para lograr la normativa y reglamentación necesaria para la interconexión a red. Se desarrollaron medidores de radiación solar de bajo costo, basados en celdas fotovoltaicas. Varios prototipos de estos radiómetros fueron probados y calibrados en el Servicio Meteorológico Nacional y algunos de ellos están siendo utilizados en estaciones meteorológicas en diferentes provincias del país.
Tal como lo explicó Julio Durán a U-238 en 2016, una de las complicaciones que tenía el proyecto a la hora de salir a buscar socios privados era «la reglamentación que habilite este tipo de sistemas en el mercado» y adelantaba: «una vez que se reglamente, cualquiera va a poder participar del mercado que surgiría alrededor de este modo de hacerse de energía, y no sólo aquellos socios que hayan participado del proyecto».
Los avances tecnológicos desarrollados permiten producir energía de forma sustentable y esta actualización legislativa ahora permitirá avanzar, además, con los compromisos asumidos en el ACUERDO DE PARIS del año 2015 en la Cumbre de Cambio Climático – COP 21 y ratificada este año en Bonn, Alemania en la COP 23.
Como funciona
Tal cuál se explica desde Iresud, el consorcio que la CNEA armó junto a la Unsam y cinco empresas privadas para instalar esta alternativa energética, el sistema interconectado está compuesto fundamentalmente por paneles solares fotovoltaicos y un inversor que transforma la corriente continua en corriente alterna y sincroniza la tensión generada con la proveniente de la red. Este sistema genera energía eléctrica para alimentar los consumos de la vivienda y la red funciona como reserva cuando no hay disponibilidad suficiente de energía solar, motivo por el cual dichos sistemas no necesitan acumulación en baterías (que encarecen la instalación y son la principal fuente de contaminación del mismo).
Para una casa pequeña con 3 luces de 20 Watt, que funcionan 5 horas al día, la demanda de electricidad será de 3 x 20 x 5 = 300 Wh/día = 0.3 kWh/día; pero se calcula que en promedio una vivienda en argentina consume 2kw de potencia. Así esta podría ser provista por 10 paneles estándar de 200 Watt pico cada uno. Si se tomaran los costos internacionales para estas instalaciones, que ascienden a 3.5 dólares el Wp, con menos de $15.000 se podrían cubrir los necesarios para cubrir la demanda de una casa estándar en nuestro país.
Iresud propone también fabricar los inversores en el país, dado que actualmente son importados.
Está previsto que con la nueva legislación promulgada por el Ejecutivo la semana pasada, se implementarán políticas para que los usuarios instalen equipamiento que permita producir electricidad, a través del Fondo Para la Generación Distribuida de Energías Renovables (FODIS). Este fondo podrá proveer recursos y otorgar préstamos, subsidios o bonificaciones, así como fijar incentivos a la inyección para la adquisición de sistemas de generación, o incluso financiar la difusión, investigación y desarrollo relacionadas a las posibles aplicaciones de este tipo de tecnologías.
Por otro lado, esta nueva ley incorpora la creación del un fondo para el fomento de la industria nacional asociada (FANSIGED), cuyas actividades serán «investigación, diseño, desarrollo, inversión en bienes de capital, producción, certificación y servicios de instalación para la generación distribuida de energía a partir de fuentes renovables».
Según manifestó Durán, el proyecto IRESUD sirvió como avance: “en el marco del proyecto se instalaron aproximadamente 40 sistemas de fotovoltaica, con una potencia total de alrededor de 100 kW en 16 provincias y Base Marambio, en la Antártida Argentina. En Neuquén, en convenio con el EPEN, se instalaron 12 módulos fotovoltaicos y un inversor de 2,8 kW, en una de las pocas instalaciones conectadas directamente a la red pública. Además está proyectada otra obra para San Martín de los Andes»
El objetivo de los investigadores es poder continuar con una segunda etapa del proyecto en la que se prevé la instalación de paneles para abastecer de electricidad fotovoltaica a una empresa o fábrica. En tal sentido se está avanzando en la localidad de Centenario para «dar el salto de las instalaciones de tipo domiciliarias que veníamos realizando a una de mayor rango (…) en el caso de Centenario, pensamos en un proyecto de 400 kW”, adelantó entonces Duran.