La Central Nuclear Embalse podría volver a funcionar en el primer semestre de 2018, según anunciaron el subsecretario de Energía Nuclear, Julián Gadano, y autoridades de la empresa operadora Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA) durante una recorrida por la instalación. Sin embargo, para que entre en régimen pleno de generación, la central necesitará unos seis meses más (hacia fines de 2018).
Con su reincorporación al sistema, Argentina alcanzaría a fines del año próximo una generación nuclear del 6,5 por ciento de la demanda nacional. Hacia 2025, el propósito es llegar al nueve por ciento, con la suma de dos usinas más para cuya construcción el Gobierno nacional firmará, en apenas 10 días, los contratos con su par de China.
Como parte del proceso de extensión de vida, la Central Nuclear de Embalse fue desconectada de la red en diciembre de 2015. Llevará dos años y medio ejecutar las obras de recambio de equipos que permitirán extender su vida útil por otros 30 años, con una inversión total estimada de 2.100 millones de dólares, según precisó Rubén Semoloni, presidente de NA-SA.
Al respecto, Gadano argumentó que el “reciclado” de Embalse representa un costo tres veces menor y un plazo tres veces más corto que el de construir una usina nueva de similar potencia. Semoloni lo tradujo en cifras: la reconversión de Embalse costará 2.100 millones de dólares y demandará unos tres años, frente a los seis años y seis mil millones de dólares que implicará Atucha III.
Sobre el avance de los trabajos, Semoloni explicó que actualmente se trabaja en el recambio de los elementos críticos: los cuatro generadores de vapor y los 380 tubos de combustible. También –indicó– habrá cambios de turbinas, de equipamientos de seguridad, componentes electromecánicos, computadoras de proceso, entre otros equipos.
La remoción de los 380 viejos tubos fue el trabajo más complejo, en cuanto a riesgo radiológico, admitió Semoloni. “Esa tarea ya fue culminada y el material quedó confinado en un silo especialmente construido con ese fin”, explicó. Ese silo comparte espacios con muchos otros, menores en tamaño, que dentro del mismo predio contienen los residuos que acumuló la unidad durante 31 años de generación.
La obra de extensión de vida útil demanda una gran cantidad de mano de obra: Actualmente, en su pico, ocupa a casi cuatro mil personas (la mayoría de empresas contratistas), incluidas varias decenas de técnicos extranjeros. Directivos de la central estiman que una vez que culminen las actuales obras, el personal estable rondará los 800, algo más de los casi 600 que contaba antes del proceso de reconversión.