Por Laura Cukierman. En U-238 nº 19 Octubre – Noviembre 2015
La realidad virtual, presente en áreas como salud, seguridad, defensa y transporte fue introducida en la Argentina a través del Programa de Tecnología Aplicada al Conocimiento, desarrollado por la Subsecretaría de Gestión y Coordinación de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación. La iniciativa consiste en producir simuladores de realidad virtual para mejorar la formación profesional en universidades nacionales.
La realidad virtual tiene múltiples usos y se convirtió en una herramienta fundamental para ser aplicada en diferentes campos, especialmente en formación y en educación. La posibilidad de recrear escenarios genera múltiples ventajas ya que permite llegar allí donde de otra manera sería imposible o implicaría elevados costos. En capacitación, por ejemplo, eliminas las posibilidades de daño de personas y de objetos. En medicina, permite una mayor y más flexible interacción ante diferentes situaciones posibles relacionadas con el cuerpo humano y sus dolencias. Además, y fundamentalmente, abre un abanico de posibilidades que sería muy complejo conseguir de otra manera.
De esta manera se ha desarrollado el Programa de Tecnología Aplicada al Conocimiento en donde científicos del Instituto PLADEMA (Plasmas Densos Magnetizados), perteneciente a la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN), asociado a la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CIC) y a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), han diseñado, desarrollado y producido simuladores nacionales. Este programa, que en su mayoría está integrado por ingenieros en sistemas, comenzó a fines de 2013 cuando se planteó la construcción de la primera CAVE (ComputerAssited Virtual Enviroment) del país y el Ministerio de Educación otorgó un subsidio para tal fin.
Una CAVE es un entorno del tamaño de una habitación, donde las paredes, los pisos y los techos son pantallas sobre las que se proyecta la visual de un ambiente virtual generado cien por ciento por computadoras. Una suerte de hardware donde se puede simular la operación de maquinaria pesada, equipos petroleros, transporte ferroviario, operaciones quirúrgicas, etc. Es una tecnología compleja que requiere habilidad y conocimiento para llevarla a cabo. Es la primera que se desarrolla en el país y una de las pocas en América Latina, lo cual sitúa a la Argentina en un lugar extraordinario en comparación con el resto del mundo.
En 2014, la Red de Universidades Petroleras (RUP), que componen el Ministerio, YPF y las nueve universidades que dictan las carreras de Ingeniería en Petróleo empezaron a trabajar en la propuesta de brindarles simuladores de realidad virtual con el fin de mejorar su enseñanza y acortar la distancia entre la teoría y la práctica. «El Ministerio de Educación, a través de la Subsecretaría de Gestión y Coordinación de Políticas Universitarias, financió el proyecto e YPF facilitó la logística de relevamiento de los campos de Vaca Muerta para poder, luego, simular lo relevado, ya que el objetivo era que en las universidades se viera lo que es ese yacimiento y lo que implica el desafío de los no convencionales. Esta es la primera etapa del programa que a fines de este año se concluirá cuando se comiencen a instalar nuevas CAVES en las universidades de la RUP», explica Emanuel Damoni de la Subsecretaría de Gestión y Coordinación de Políticas Universitarias.
El Programa ya tiene proyectada su segunda etapa en la que se busca alcanzar una mayor profundización, tanto hacia otras carreras universitarias como hacia una mayor cantidad de universidades del país. “Como los simuladores de realidad virtual son, básicamente, herramientas de formación y la universidad es un ámbito para tal fin, en esta segunda etapa se busca profundizar esta asociación entre tecnología como insumo para la capacitación y universidad. En este sentido establecimos campos de conocimiento a abordar: medicina, odontología, transporte y logística, minería, defensa y seguridad.
Estos campos de trabajo fueron seleccionados ya que son los prioritarios para el desarrollo económico y social en nuestro país: energía, minería, transporte y logística, por un lado, y salud por el otro. Por esa razón, convocamos a las facultades que trabajan con estos sectores y los invitamos a participar del proyecto, pidiéndoles que nos detallaran qué tipo de simuladores son útiles para sus carreras de grado”, sostiene Damoni.
De esta forma, se ha construido una hoja de ruta que incluye simuladores vinculados a formaciones ferroviarias, operación de grúas portuarias, de tiro, de ecografías, cirugías laparoscópicas, mesas de anatomía. «Cubriendo estos campos abarcamos a todas las universidades del país y llegamos a casi 300 mil estudiantes que van a ser beneficiarios de estas tecnologías en sus procesos de formación. Si tenemos en cuenta que el sistema de universidades nacionales tiene en su conjunto a 1 400 000 estudiantes, estamos hablando de poco más del 20% que está comprendido por el Programa», explica Emanuel Damoni.
Se trata, entonces, de una doble apuesta ya que, por un lado, se busca mejorar las condiciones de la formación de los estudiantes, pero no de cualquier modo. No se compran ni diseñan simuladores en el exterior. Se convoca a las universidades para que planteen sus necesidades específicas y a partir de ahí se comienza a elaborarlos, desarrollando capacidades y conocimientos nacionales en este campo. De esta forma, se trabaja sobre una política académica y tecnológica con la que pocos países puede contar.