Con el objetivo de desarrollar una alternativa a la cirugía tradicional, un equipo de especialistas del Laboratorio de Resonancias Magnéticas del Centro Atómico Bariloche de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CAB-CNEA) creó un novedoso tratamiento para el desprendimiento de retina con nanopartículas magnéticas.
El desprendimiento de retina afecta a 1 de cada 10.000 personas por año. Se puede producir por un golpe, una caída o un mal movimiento, lo que genera que el tejido en la parte posterior del ojo se desprenda de una capa de vasos sanguíneos que le suministran el oxígeno y los nutrientes necesarios.
El doctor en física Roberto Zysler, investigador del Conicet en la CNEA, coordina este innovador desarrollo -único en el mundo- que ya se encuentra en la fase 1 de pruebas en humanos. Los excelentes resultados alcanzados hasta ahora generaron mucha expectativa en retinólogos de todo el mundo que aguardan la finalización de las pruebas para poner en marcha este tipo de terapia.
El proyecto surgió siete años atrás cuando dos médicos del hospital Austral y del Clínicas, de Buenos Aires, contactaron a Zysler para avanzar en un tratamiento alternativo ya que la cirugía habitual para desprendimiento de retina no resultaba efectiva en algunos casos.
“Actualmente, se aplica una burbuja de gas, que flota y empuja la retina, manteniéndola en su lugar hasta que termina de curarse. Pero este tratamiento funciona bien cuando la lesión está en la parte superior del ojo”, cuenta Zysler sobre este tratamiento desarrollado en los años 50.
“Como estamos parados la mayor parte del día –agrega el especialista–, la burbuja empuja el lugar correcto. Pero si la lesión es en la parte inferior, mala suerte. Sólo confiás en que se cure y recomendás que la persona no haga esfuerzos ni se mueva rápido”.
Considerando estas complicaciones, el doctor Mario Saravia, jefe de Retina del hospital Austral y médico del hospital de Clínicas, y el patólogo ocular Alejandro Berra, se contactaron con Zysler ya que “pensaron que la forma de vencer la gravedad era a través del magnetismo”. En la interacción con los médicos, el investigador barilochense sugirió realizar una prueba en un conejo que funcionó muy bien.
Desde entonces y hasta 2015, se realizaron pruebas en cultivos celulares y animales, lo que permitió comprobar que el método no era tóxico. Una vez lograda la aprobación del Comité de Ética Médica, se inició la fase 1 de prueba en humanos a comienzos de 2016. Hasta el momento, la efectividad es del 100%. Aún resta la fase 2 que contempla a cientos de personas.
“Las demoras obedecen a la resistencia que genera lo nuevo y más aún cuando se habla de nanotecnología en el cuerpo. Esa misma resistencia se encuentra en los médicos y en los comités de ética que son los que aprueban las pruebas médicas. Tardamos en convencerlos porque nos pedían carpetas de antecedentes y no hay. Es la primera vez que se hace esto y no hay otro lugar donde se haga”, recalcó Zysler.
La intervención dura apenas unos minutos y es más simple que la operación que se realiza actualmente. Los especialistas aseguran también que tiene menos complicaciones secundarias y que la persona ve perfectamente luego de la intervención. Los pacientes que se sometieron a “este método quedaron perfectas. Sacado el imán, a los dos días ya no había rastros de partículas en el ojo”, detalló el físico del CAB.