El pasado domingo se lanzaron al espacio dos nuevos nanosatélites de la joven empresa nacional Satellogic: Fresco y Batata, así llamados en honor al clásico postre argentino. Se trata de los primeros nanosatélites que brindarán servicios comerciales, como el monitoreo de campos, cultivos e infraestructura en tiempo real.
Ambos nanosatélites cuentan con una memoria llamada MeMOSat, desarrollada por el Grupo LabOSat, conformado por científicos de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y el CONICET.
Esta memoria fue especialmente diseñada para funcionar en ambientes hostiles y condiciones adversas, como las fuertes radiaciones que debe soportar en el espacio. Su principal objetivo es probar componentes electrónicos que se comercializarán en un futuro.
Para ello, la memoria está conformada por dos películas metálicas con un óxido entre medio de unos 20 nm de espesor, con propiedades de resistencia eléctrica, que pueden enviar información desde los satélites, permitiendo estudiar su comportamiento en estos ambientes hostiles.
Si bien no es la primera vez que la MeMOSat llega al espacio –en 2014 se incorporó al nanosatélite BugSat-1, conocido comercialmente como Tita- esta nueva experiencia permitirá afianzar la tecnología, probar nuevos materiales, recibir información desde el satélite a través de radios, verificar que funcionen correctamente los parámetros elementales de cada memoria y estudiar las variaciones sufridas por los materiales de la plataforma.
Sus creadores destacan, además, que estas memorias tienen un alto potencial porque son más económicas, portátiles y versátiles que las que actualmente se ofrecen en el mercado internacional; y podrán utilizarse en la industria en otros ambientes hostiles, más allá del campo espacial.