Tres doctores en física del Instituto Balseiro fueron elegidos por la Singularity University para participar de un programa de aceleración de empresas startups, en Silicon Valley, Estados Unidos. Allí tendrán la oportunidad de hacer crecer su proyecto tecnológico: un microviscosímetro que fue desarrollado en el marco de su empresa “MZP”.
Dos de los científicos, Darío Antonio y Hernán Pastoriza, emprendieron un viaje de diez semanas para aprender sobre el mundo de los negocios; mientras que Nadim Morhell se quedó en Bariloche iniciando las operaciones de una flamante startup, que nació como concepto en un laboratorio del Centro Atómico Bariloche en 2010 aunque fue creada legalmente recientemente.
Los físicos explicaron que el producto a partir del cual fundaron la empresa “MZP” es un dispositivo de diagnóstico médico que mide la viscosidad de fluidos, llamado microviscosímetro. Este dispositivo es el que llamó la atención de la Singularity University, por su potencial impacto mundial en el campo del diagnóstico clínico.
El producto logra medir la viscosidad de la sangre de bebés con tan sólo una gota de muestra. Es un microchip de 1 cm x 1 cm fabricado con técnicas de micromaquinado y compuesta por estructuras micrométricas donde se mide el movimiento del líquido que se quiere analizar. De esta manera, el dispositivo aporta una nueva información para prevenir y monitorear diversos problemas circulatorios asociados a la hiperviscosidad sanguínea en neonatología y otras condiciones que requieren monitoreo periódico.
El interrogante que disparó el desarrollo del microviscosímetro fue si era posible fabricar un sensor que pudiera diagnosticar la hiperviscosidad de la sangre de bebés con sólo una gota de sangre. La pregunta fue planteada por la neonatóloga María Zalazar, del Hospital Zonal de la ciudad de Bariloche. Pastoriza tomó la inquietud y propuso el tema de tesis en la orientación de física tecnológica de la maestría en ciencias físicas del Instituto Balseiro.
El joven tucumano Nadim Morhell, que por entonces (en 2009) tenía 23 años, aceptó el tema y realizó su investigación, dirigido por Pastoriza, en el Centro Atómico Bariloche de la CNEA. En 2010 aprobó su tesis al demostrar un rotundo sí a la pregunta planteada por Zalazar. Ya existían otros viscosímetros en el mercado pero más costosos y que demandaban una calibración inicial y una mayor cantidad de muestra.
En 2010, el proyecto de Morhell ganó el primer premio del concurso IB50K, un certamen de planes de negocios promovido por el Instituto Balseiro. El premio consistía en una suma de 30 mil dólares, que fue invertida en incubar el innovador desarrollo y crear la empresa junto con Pastoriza y Antonio. Esa oportunidad fue muy importante y a la vez un puntapié para postularse a otros pedidos de subsidios de transferencia tecnológica.
Actualmente, la microfabricación del producto es difícil, destacaron los físicos, ya que se realiza en laboratorios de ambiente controlado con filtros de aire que garantizan un alto nivel de limpieza. Los primeros prototipos se realizaron en la Sala Limpia del Centro Atómico Bariloche y el desafío ahora es aumentar la escala de producción en serie.
Ahora, en Silicon Valley, los argentinos tendrán la oportunidad de aprender herramientas de transferencia tecnológica y negocios de la mano de líderes a nivel mundial dentro del “Programa de Soluciones Globales” de la Singularity University.